HBN. En la comarca del Andévalo onubense se encuentra uno de esos maravillosos pueblos con encanto de Andalucía: Santa Bárbara de Casa, un municipio pequeño y tranquilo, rodeado de naturaleza, en el que bien vale la pena recalar unos días para respirar aire puro y recargar las pilas.
En la parte más alta de la localidad, dentro aún del mismo pueblo, se encuentra Villa La Palmera, dos viviendas turísticas de alojamiento rural que regenta la familia Alfonso. La historia de estas casas se remonta varias décadas, cuando Matías, un vecino de Santa Bárbara, compró los terrenos donde ahora se erigen estas construcciones. Quizá pensando en que algún días sus dos hijos querrían independizarse, el hombre, que en su juventud había sido albañil, se puso manos a la obra y, lo que iba a ser un garaje, se convirtieron en dos viviendas en las que absolutamente todo, desde la fontanería a la electricidad pasando por la carpintería, fue hecho por Matías con ayuda de su familia.
Pero la vida da muchas vueltas y los hijos de este santabarbero acabaron tomando su propio camino fuera de la localidad, lo que motivó que, hace tres años, este ‘manitas’ y su esposa se decidieran a alquilar ambas construcciones. Las convirtieron en un excelente alojamiento rural del que ahora pueden disfrutar los visitantes, aunque el cariño con el que las casas fueron levantadas, el de un padre pensando en la comodidad de sus hijos, les imprimen un carácter muy personal, que va mucho más que el de una simple vivienda vacacional.
Para empezar, la ubicación de las casas de Villa La Palmera es excepcional, pues presentan la ventaja de estar dentro del municipio, con la accesibilidad a los servicios que ello supone, pero al encontrarse en la linde con la zona de campo y orientadas hacia éste, totalmente alejada de la circulación de vehículos, gozan de la tranquilidad y la paz que proporciona la naturaleza, sólo rota por el sonido propio de sus moradores.
En cuanto a las viviendas, se trata de dos casas grandes, ideales para reuniones familiares o de amigos. Una de ellas tiene capacidad para ocho personas y está decorada en un estilo clásico, familiar. Dispone de cuatro habitaciones con camas de matrimonio y dos cuartos de baño con ducha, uno de ellos dentro de uno de los dormitorios.
Sobre esta casa, José María Alfonso, hijo de Matías, destaca que son «dos casas en una, pues posee dos salones, dos comedores y dos cocinas equipadas, una de ellas con barra americana. Si van grupos de familia medianos, tienen sitio para quedarse en espacios diferentes dentro de la casa. Por ejemplo, los adultos en una zona y los jóvenes en otra. Cada salón tiene su propia televisión y en uno hay chimenea«.
Asimismo, la segunda casa Villa La Palmera, en la que pueden alojarse hasta 12 huéspedes, presenta un ambiente más rústico, más campestre, en el que la piedra como material de construcción adquiere un enorme protagonismo. Cuenta con cuatro habitaciones con camas individuales de 90 cm. y sus respectivos cuartos de baño con ducha. La cocina es muy amplia y completa, tipo industrial, y dispone de dos salones, uno de juegos, en el que se los visitantes pueden ponerse a prueba con el futbolín, y otro tipo bar que incluye un tirador de cerveza y una chimenea con horno de leña. En este sentido, José María Alfonso, apunta que una excelente opción para degustar la carne de la zona es acudir al matadero del pueblo y luego aprovechar el horno de leña para elaborar este producto, tan famoso por su calidad en toda la provincia onubense.
Por otro lado, las dos casas cuentan con calefacción, para que los visitantes se encuentren a gusto, así como terraza y barbacoa particulares, además de una piscina conjunta, aunque los dueños están en vías de poner un marcha un nuevo proyecto para que cada vivienda tenga la suya propia. Un detalle muy importante es que estos alojamientos rurales tienen rampas para personas con movilidad reducida, facilitando así el acceso a estos usuarios.
Asimismo, también se admite que los huéspedes vengan acompañados de sus mascotas caninas, siempre y cuando no sean razas de perros peligrosos y los animales permanezcan en las zonas delimitadas de la vivienda que ocupen sus dueños.
A las comodidades de estas acogedoras casas, se añade su entorno, ya que Santa Bárbara de Casa se encuentra en el extremo del Andévalo, sirviendo de puerta a la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Desde las viviendas se divisan los antiguos molinos harineros de agua y viento del municipio, los cuales pueden contemplarse de cerca si seguimos el sendero que se encuentra junto a los alojamientos. Descubrir estas ‘antiguas fábricas de harina’ es como viajar en el tiempo, teniendo la sensación de que, en cualquier momento, un flaco Don Quijote saldrá de entre el follaje para batirse en duelo con tales gigantes.
Además de la natural belleza de este enclave, en el que el senderismo siempre es una buena opción, en la localidad pueden visitarse la ermita de San Sebastián, patrón de Santa Bárbara de Casa y también la ermita de la patrona, que da nombre al pueblo, y que se encuentra muy cerca de las instalaciones de Villa La Palmera. Este último edificio, de pequeñas dimensiones, data de entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, y, al encontrarse en una zona alta, ofrece unas increíbles vistas, tanto del Andévalo como de la vecina Portugal.
Los interesados en el turismo cultural tienen a mano el yacimiento arqueológico de los Dólmenes de la Zarcita, cuya antigüedad se remonta a los milenios IV y III a.C., y los amantes de la ornitología pueden encontrar un molino rehabilitado y convertido en observatorio de aves. En cualquier caso, los huéspedes siempre tienen a su disposición al dueño de las casas, Matías, quien además de darles la bienvenida, los informa puntualmente de los servicios de interés y las opciones de ocio que ofrece tanto la localidad como la comarca.
«La mayoría de las personas que vienen a nuestro alojamiento rural son familias o grupos de amigos. En el momento en el que llegan, mientras se les enseña la casa se les indica dónde pueden encontrar un supermercado, la farmacia, el centro de salud, etc. y si hace falta se les acompaña», explica José María, que hace hincapié en que sus padres, que viven en la misma localidad, están disponibles las 24 horas por si se le presenta a los huéspedes cualquier eventualidad.
Incluso, cuando son fechas señaladas o época estival, la familia Alfonso organiza actividades para entretener a sus huéspedes. Un ejemplo lo encontramos en las pasadas Navidades, cuando prepararon un castillo de fuegos artificiales la noche de fin de año que acompañaron con una fiesta en la que juntaron a las personas que habían alquilado las dos viviendas.
En cuanto a las condiciones, las casas de Villa La Palmera se alquilan por un mínimo de dos noches, siendo las épocas de mayor afluencia, como es lógico, los meses de verano, Semana Santa, Navidades y puentes. En este sentido, la familia Alfonso destaca que sus precios son los más competitivos de la zona, a lo cual contribuyen las ofertas que habitualmente lanzan a través de su perfil de Facebook. «Ahora tenemos una promoción de 15 euros por persona y noche durante el mes de febrero, que lanzamos en redes para fomentar que nuestros seguidores la compartan y vean nuestras fotos y vídeos», explica José María.
En suma, este alojamiento rural supone una gran oportunidad para disfrutar de la naturaleza andevaleña, de sus paisajes y sensaciones, del carácter hospitalario de sus gentes, pero sin renunciar a la comodidad de sentirte como en tu propia casa.