María Mascareña / Psicóloga y Psicoterapeuta del Centro Kambalaya. La entrada de un nuevo año es una etapa de cambios, de nuevas ilusiones, de renovación. El comienzo de un tiempo nuevo nos da la posibilidad de modificar aquello que no nos satisface, de retomar cosillas inacabadas, de emprender nuevos caminos, de soltar cargas innecesarias, de cuidar de aquello que tenemos olvidado, de introducir o recuperar hábitos que hemos dejado de lado… Es una oportunidad enorme de mejorar nuestra vida. De hecho, si nos paramos a pensar, hay algo dentro de nosotros que nos empuja a imaginar nuevos proyectos, nuevas ilusiones, nuevos retos.
¿Y sabes por qué? Porque dentro de cada uno de nosotros hay un deseo profundo de soñar, de emprender, de ser feliz. Por muy mala sea la racha que estemos pasando, por mucha tristeza o enfado que sintamos, por mucho miedo que tengamos hay algo ahí que nos inspira a pensar que cuando el año acabe podremos tener una nueva oportunidad.
Puede que muchos no nos hayamos parado a sentir esa llamada, esa señal de nuestro cuerpo, pero te aseguro que está. Está tan profunda como el instinto de supervivencia y es un impulso tan importante que, si nos dejamos guiar por él, podemos sentir que el futuro que queremos está a nuestro alcance.
Y si ya has sentido la llamada de tus sueños… ¿Qué debes hacer ahora? Lo primero que debes hacer es tomarte un buen rato para pensar en aquellos cambios que te gustaría hacer en tu vida, en los sueños que te gustaría conseguir. Pero ¡ojo! Mira bien cómo formularlos, porque aunque no lo creas, nuestro lenguaje determina mucho nuestros pensamientos, comportamientos y emociones. No vayas a caer en la trampa de los “tengo que”, los “debería”, los “tengo X tiempo para conseguirlo”… y en la magia de los pensamientos “ideales”…
Para eso… ¡Aterriza! Lo importante es saber resumir tus objetivos en un titular corto, algo fácil de recordar y tangible. Por ejemplo, de nada sirve que digas que a partir de ahora vas a estar más pendiente de tu familia… ¿Eso qué significa en realidad? ¿No te parece algo complicado de cuantificar? ¿Cómo podrás saber después de un tiempo si has logrado tu objetivo? Quizás sería más fácil si dijeras algo así como que vas a dedicar un rato todas las semanas a jugar con tus hijos o que todas las noches irás a cenar a casa.
Además, es importante que seas capaz de plantearte objetivos asequibles, es decir, que realmente seas capaz de cumplirlos porque “quien mucho abarca poco aprieta” y si las metas están muy altas verás frustrados tus intentos y finalmente acabarás dejando tu objetivo a un lado. Por ejemplo, si quisieras conseguir estar en forma y nunca has hecho deporte, proponerte correr una hora al día sería un objetivo tan alto que probablemente no llegaras a conseguirlo. Podrías hacerlo más fácil si te propones comenzar andando, o si comienzas por correr, que sea poco tiempo, que sea un reto más o menos fácil para ti.
Una vez bien descritos tus objetivos, viene una parte fundamental en todo este proceso, que es reflexionar sobre aquellos aspectos de ti mismo que te podrán ayudar a conseguirlos y sobre los que son un impedimento o que dificultan tu camino hacia la meta para que puedas pensar en algunas estrategias para poder enfrentarte a ellos cuando sea necesario. Por ejemplo, si quieres llevar una alimentación saludable y la pereza aparece cuando vas a hacer la cena (y, claro, es ahí el momento en que serías capaz de comerte cualquier alimento que tratas de evitar), a lo mejor puedes combatirlo preparando la cena con antelación o dejando fuera de la despensa los ingredientes que necesitarás para hacerla… hay miles de opciones, pero tú mismo debes encontrar la que más pueda servirte de ayuda para esos momentos, siendo realista y fiel a tus objetivos.
Luengo piensa en aquellas cosas que te motivan para que cuando lleguen las “vacas flacas” seas capaz de venirte arriba y continuar con tus propósitos. Hay quien elige compartir el proceso con alguno o algunos acompañantes para que el camino sea más llevadero (grupos de wasap, Facebook…. donde darse ánimos unos a otros), otros prefieren colgarse cartelitos por la casa donde se den ánimo ellos mismos (“tú puedes”, “vamos”, “a por ello”)… es cuestión de elegir de forma estratégica, no te olvides que para cada uno valen cosas diferentes…
Y, bueno, para terminar… tienes que poner una fecha de comienzo y dar el primer paso de actuar. ¿Estas preparado? Sin duda puedes hacerlo.
¡Y recuerda! Tu pasado no determina tu futuro, lo que decidas hoy puede cambiarlo todo. ¿A qué esperas?