Los gemelos Alfredo y Luis Guijarro, los onubenses que trajeron la televisión a España

Luis Guijarro junto a Nacho Rodríguez y Juan Martínez.
Os contamos un episodio poco conocido de la historia de nuestra televisión.
Os contamos un episodio poco conocido de la historia de nuestra televisión.

A.R.E. La televisión es un medio de comunicación esencial en nuestra sociedad actual, un invento que revolucionó la manera de informar y entretener gracias a su capacidad de transmitir a la par imágenes en movimiento y sonido. Su desarrollo e implantación fue fruto de un largo proceso que llevó varias décadas y que se nutrió de las aportaciones de numerosas mentes privilegiadas. Aunque las primeras emisiones públicas se llevaron a cabo en Estados Unidos, Francia e Inglaterra en los años 30, a España llegó 20 años después y gracias a la persistencia y tenacidad de dos hermanos gemelos llamados Alfredo y Luis Guijarro Alcocer.

El cómo estos dos marinos onubenses llegaron a convertirse en los impulsores de este medio de comunicación en nuestro país es una historia poco conocida que Nacho Rodríguez Márquez y Juan Martínez Uceda narran con todo detalle en su libro La televisión: historia y desarrollo (los pioneros de la televisión), del cual han sido extraídos todos los datos que se presentan a continuación.


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Luis Guijarro junto a Nacho Rodríguez y Juan Martínez.
Luis Guijarro junto a Nacho Rodríguez y Juan Martínez. / Foto: ‘La televisión: historia y desarrollo’

Para empezar, el primer factor importante es saber que los hermanos Guijarro eran militares de carrera. Pertenecían a la Armada, teniendo Alfredo el rango de capitán y Luis el de general de división de Infantería de Marina. Tras la Guerra Civil, y durante la etapa franquista, era muy habitual que los militares ocuparan cargos estatales (sobre todo en sectores estratégicos, como las comunicaciones), como así pasó en el caso de estos gemelos.

Alfredo fue director de la REDERA o Red Española de Radiodifusión, creada en octubre de 1942, la cual duró tres años, luego fue jefe del Servicio de Radiodifusión y, en julio de 1945, lo nombraron director general de Radiodifusión, Dirección que aglutinaba todas las competencias referidas a esta materia. Entre sus cometidos se encontraba ejercer la máxima dirección de Radio Nacional de España (nació en 1937 en Salamanca), siendo el responsable último de su programación, publicidad, gestión económica, etc. Poco después de su nombramiento, colocaron a su hermano Luis al frente de la Dirección Técnica de la Radiodifusión, centrada en la inspección y control radiotécnico de las emisoras nacionales, las retransmisiones oficiales, instalaciones y montajes y los informes radiotécnicos.


Puerto de Huelva

Portada del libro 'La televisión: historia y desarrollo'.
Portada del libro ‘La televisión: historia y desarrollo’.

Así pues, los dos hermanos controlaban las comunicaciones españolas en los años 40, una posición que les permitiría ciertas licencias en sus actuaciones. En un primer momento, el cometido de estos dos militares era que la radio llegara a todo el territorio nacional a través de la creación de emisoras de onda media por todo el país. Por aquel entonces, sólo existían la estación de RNE en Huelva y un Centro Emisor, el de Arganda, la primera dotación seria de Radio Nacional, que se había inaugurado en abril de 1945, justo antes de la creación de la Dirección General de Radiodifusión.

En este sentido, cabe destacar que durante la etapa de los Guijarro, en RNE se pusieron en marcha las estaciones emisoras de La Coruña, Cuenca, Málaga, Barcelona, Sevilla y Valencia, además del citado centro de Arganda, y nacieron programas como Carrusel, Fiesta en el aire, Fantasía o España Agrícola, conducidos por locutores como Maruja Beret, David Cubedo, Juan Martín Navas, Carlos Alcaraz, Joaquín Prat, Juan Viñas, Marichu de la Mora, etc.

Imagen de la Feria de Barcelona de 1948. / Imagen: NO DO
Imagen de la Feria de Barcelona de 1948. / Imagen: NO DO

Pero al margen de la radio, por el cargo que ocupaban, a los hermanos onubenses les llegaban informaciones y ofertas de todo tipo. Fue gracias a una de ellas que Luis empezó a interesarse por ese nuevo medio de comunicación que estaba de moda en otras naciones del mundo. Un francés emigrado y empresario del mundo radiofónico en su país, Jacques Tremoulet, -acabó poniendo en marcha Radio Intercontinental y Barcelona Radio Miramar- tenía el ambicioso proyecto de instalar en España una emisora de televisión y, para ganarse el favor de los responsables de la Radiodifusión, invitó a Luis Guijarro a conocer los estudios de la BBC en Londres. Aquel viaje de 1947 abrió la mente del militar, que nada más regresar de Reino Unido movería los hilos para tratar de promocionar la idea, que de primeras fue rechazada por las altas esferas.

Así pues, el primer escollo de Luis para alcanzar el que sería su objetivo desde entonces, hacer que la televisión llegara a España, era obtener un doble beneplácito: el de Franco como jefe de Estado, que tenía que dar su consentimiento al desarrollo de tan rompedora idea, y el de la sociedad española de la época. Para salvar el segundo, al onubense se le presentó una excelente ocasión durante la XVI Feria Oficial e Internacional de Muestras de Barcelona de 1948. En la misma, la empresa holandesa Philips, que quería ampliar mercado en Europa, llevó a cabo demostraciones de lo que era la televisión gracias a pequeños equipos móviles llamados Teledem. Con el apoyo de los hermanos Guijarro y del secretario general de Radiodifusión, Vicente Pérez Carasa, la empresa ofreció múltiples demostraciones a diferentes segmentos de población, quedando las más de 96.000 personas que pudieron presenciarlas maravilladas con aquel invento.

Las primeras demostraciones de televisión las hizo Philips en Barcelona. / Foto: Fira de Barcelona.
Las primeras demostraciones de televisión las hizo Philips en Barcelona. / Foto: Fira de Barcelona.

En cuanto al visto bueno de Franco, Luis sabía que la única posibilidad era que el caudillo viera aquello con sus propios ojos y se convenciera de su utilidad. Para ello, introdujo, saltándose las órdenes del entonces ministro de Industria y Comercio de entonces, Juan Antonio Suanzes, un equipo móvil de televisión de la empresa americana RCA, competidora de Philips, en España y organizó una demostración en El Pardo. Montaron un pequeño plató en una sala del palacio y realizaron un programa de unos 20 minutos, con actuaciones de baile y humor, que no sólo convenció a Franco, sino también y muy especialmente a su mujer, Carmen Polo.

A partir de aquí, la empresa americana, con la ayuda de los Guijarro, preparó una experiencia similar, pero para el público madrileño, en la sede del Círculo de Bellas Artes. Una iniciativa que tuvo mucha aceptación hasta que decidieron grabar fuera del edificio, en concreto una corrida de toros en la Plaza de Vistalegre que los espectadores supuestamente podrían ver desde el Círculo. La emisión salió mal y tuvieron que devolver el dinero a los asistentes, no siendo hasta un año más tarde, en julio de 1949, cuando lograron transmitir una corrida desde las Ventas que pudo verse en el Círculo y en El Pardo.

Uno de los autores del libro, Nacho Rodríguez.
Uno de los autores del libro, Nacho Rodríguez.

Tras aquellas demostraciones, los Guijarro consideran que ya es hora de dar pasos más firmes hacia la instalación de la televisión en España, y un hecho relacionado con la radio les dará pie a comenzar sus experimentos en este ámbito. Los estudios de RNE y el centro de emisión de Arganda se encontraban en lugares distintos unidos por cables. Cuando se producían cortes por sabotajes o averías se interrumpía la emisión hasta que daban con el problema y lo arreglaban. Ello hizo que Luis planteara, para solucionar el asunto, crear una emisora que uniera los estudios de Madrid con el centro de Arganda mediante la frecuencia modulada, la cual, curiosamente, usa ondas de frecuencia ultracortas, las mismas que utiliza el espectro radioeléctrico de la televisión para su difusión. Así pues, aunque su cometido era crear un laboratorio para solventar el asunto de los cortes, el onubense tenía la vista puesta mucho más allá…

Guijarro convenció a RNE para que esta nueva división dentro de la Dirección Técnica de Radiodifusión se instalara en un chalet en el Paseo de la Habana de Madrid, construcción que pegaba pared con pared con su propia casa, de hecho hizo que crearan una puerta para comunicar ambos edificios.

El técnico Francisco Sterling. / Foto: 'La televisión: historia y desarrollo'
El técnico Francisco Sterling. / Foto: ‘La televisión: historia y desarrollo’

El siguiente paso fue crear un equipo técnico que, sin saberlo, acabaría convirtiéndose en el protagonista de la primera etapa de la historia de la televisión en España. Como nadie en el país sabía entonces del montaje y funcionamiento de este medio de comunicación, reunió a un grupo de personas con experiencia o conocimientos en temas afines, profesionales procedentes de RNE, la Marina, el CSIC, el INTA o las Telecomunicaciones, entre otros, y puso al frente del mismo al técnico Francisco Sterling, quien para acometer sus obligaciones se llevó un año empapándose de toda la bibliografía -la mayoría en inglés- que pudo adquirir en torno al funcionamiento de la televisión.

Como dato curioso, este personal cobraba su sueldos de RNE y muchos compaginaban sus trabajos habituales con acudir todos los días a última hora al Paseo de la Habana. De hecho, la mayoría ignoraba al principio que el objetivo final de Luis era poner en marcha la televisión en España. 

Luis Guijarro enseña sus recuerdos a los autores del libro sobre la historia de la televisión. / Foto: 'La televisión: historia y desarrollo'
Luis Guijarro enseña sus recuerdos a los autores del libro sobre la historia de la televisión. / Foto: ‘La televisión: historia y desarrollo’

El primer cometido del equipo fue instalar, en la parte trasera del chalet, una torre mecánica o poste radiante que sirviera de base a futuras antenas emisoras. Construirla fue toda una hazaña, pues los materiales escaseaban y tuvieron que reciclar una vieja antena de una emisora abandonada en un búnker de Viladecans (Barcelona) y añadirle un tramo de 36 metros hasta alcanzar los 96. La torre se convertiría entonces en unos de los puntos más altos de la capital madrileña, además de ser «el punto de partida de las primeras emisiones de Televisión Española y, durante algunos años, el símbolo más representativo de TVE», afirman Rodríguez y Martínez en su libro.

El primer uso que tuvo la antena fue el motivo por el que se creó aquel laboratorio, unir Madrid y Arganda empleando la frecuencia modulada. Lo lograron en 1949, convirtiéndose en la primera emisora de su género en España y, su equipo, en pionero técnico de esta modalidad de radiodifusión, en investigación por aquel entonces en nuestro país.

Plató del Paseo de la Habana. Foto: 'La televisión: historia y desarrollo'
Plató del Paseo de la Habana. / Foto: ‘La televisión: historia y desarrollo’

Tras aquello, Luis encargó a su plantilla un par de proyectos, como recuperar el fonovisión que los alemanes le habían regalado a Franco y lograr que funcionara, o fabricar un sistema básico de televisión plenamente español… pero aunque aquello les sirvió para aprender mucho, finalmente se dieron cuenta de que sería más sencillo, en vista de los escasos medios de los que disponían, comprar los equipos hechos. Así, en septiembre de 1950, y tras un viaje a Holanda, Guijarro trajo a su particular laboratorio uno de aquellos Teledem con los que Philips había mostrado lo que era la televisión durante la Feria Internacional de Barcelona.

Con aquel equipo, algunos aparatos más modernos que pidieron posteriormente y un plató que montaron en el chalet se apañaron para empezar a emitir de manera experimental. Disponían de la antena de FM, que con sus 200 watios de potencia lograba un alcance de unos 25 kilómetros, pero, por razones obvias, nadie en España tenía receptores, es decir, televisores. En este punto, Luis repartió los pocos de los que disponían entre aquellas personas cuya opinión sería definitiva para impulsar el proyecto. Así, recibieron uno en sus casas el general Franco, Pilar Franco, Serrano Suñer, el marqués de Villaverde y el ministro de Educación Ibáñez Martín, entre otros cargos del Régimen y miembros de la Armada.

Alfonso la Peña y Agapito de Miguel, dos de los pioneros de la televisión. / Foto: 'La televisión: historia y desarrollo'.
Alfonso la Peña y Agapito de Miguel, dos de los pioneros de la televisión. / Foto: ‘La televisión: historia y desarrollo’.

Aquellas primeras emisiones televisivas en España, embrión de la futura TVE, se llevaron a cabo entre 1950 y 1952. Al no haber una programación fija, se avisaba previamente por teléfono de que la emisión iba a comenzar, consistiendo ésta en la transmisión de entrevistas, documentales, películas… y con el tiempo también en actuaciones de conocidos artistas como Marujita Díaz, Amparo Rivelles o Carmen Sevilla, que acudían a aquel laboratorio del Paseo de la Habana para cantar o interpretar una parte de sus espectáculos. Al ser algo de andar por casa, los elegidos que tenían televisor llamaban incluso para hacer solicitudes de lo que querían ver.

Por supuesto, esta etapa experimental no estuvo exenta, ni mucho menos, de dificultades. Las averías eran constantes, los trabajadores inexpertos y no disponían de los medios materiales necesarios para realizar su labor, a pesar de todo lo cual, el equipo de Guijarro siempre lograba avanzar y mejorar, siendo la ilusión que compartían por aquel proyecto la que les hacía olvidar los problemas técnicos.

Luis Suevos Fernández. / Foto: 'La televisión: historia y desarrollo'
Luis Suevos Fernández. / Foto: ‘La televisión: historia y desarrollo’

Pero el empuje de los gemelos sería cercenado por la creación, en julio de 1951, del Ministerio de Información y Turismo, al que pasó a depender entonces la Radiodifusión. Su primer titular, Rafael Arias Salgado, destituyó a Alfredo nueve días después de tomar posesión del cargo, nombrando en su lugar a Luis Suevos Fernández como director general de Radiodifusión.

Las emisiones experimentales se paralizaron y hubo una “limpieza” de personal. Como explicó a los autores del libro el propio Luis Guijarro, el nuevo ministro “nos tenía una manía enorme porque nosotros habíamos desplazado anteriormente a todos sus enchufados. Tras su nombramiento, Arias Salgado acosó a mi hermano. Lo destituyó y lanzó una campaña de desprestigio contra nosotros, particularmente contra mi hermano, quien se vio tan asediado que huyó a Francia”.

Los esfuerzos de los Guijarro harían posible años después el nacimiento de Televisión Española.
Los esfuerzos de los Guijarro harían posible años después el nacimiento de Televisión Española.

Luis no corrió mejor suerte. Tras pedir a Franco que intercediera para que Arias Salgado dejara a su hermano en paz, el ministro de Información y Turismo lo cesó, tomando entonces la determinación de volver a la Marina.

A pesar de que no les permitieron culminar aquella gran tarea de poner en marcha la televisión en España, hay que reconocer que sin el empuje de estos dos onubenses el medio probablemente habría tardado más de lo que lo hizo en llegar a nuestro país, el cual sufría por entonces un más que notable aislamiento.

Como parte de su legado, cabe destacar que Alfredo Guijarro logró crear una red radiofónica que abarcaba casi todo el territorio nacional, además de apoyar a su hermano Luis en sus experimentos no oficiales -por eso no se habla de ellos prácticamente en ninguna bibliografía- que allanaron el camino a quienes le sucedieron, aquellos que finalmente lograron que en 1956 naciera TVE.

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