Rosa Mora. La capacidad de soñar en grande es uno de los rasgos que mejor define a los deportistas de alto nivel. Capacidad que los hace crecer y superarse antes las adversidades alcanzando metas -a priori- imposibles para la mayoría.
Basta conversar unos minutos con el palista internacional onubense Álvaro Robles para ser consciente de su madurez y fortaleza psicológica: clave en los éxitos que lo han aupado a lo más alto del tenis de mesa en España, convirtiéndolo en la referencia actual de este deporte en nuestro país.
Desde hace cinco temporadas este joven de 25 años reside en la ciudad germana de Ochsenhausen, localidad en la que aterrizó ilusionado con la idea de poder seguir demostrando su valía compitiendo en la Bundesliga alemana, la más potente en tenis de mesa de Europa. Una oportunidad que a Álvaro Robles no le llegó por casualidad, sino que fue, sin lugar a dudas, el fruto de años de trabajo y sacrificios que comenzaron aquí, en su ciudad natal, Huelva.
Deportista nato, el onubense cuenta a Huelva Buenas Noticias cómo, al igual que la mayoría de jóvenes de nuestro país, el fútbol fue el primer deporte que comenzó a practicar, haciéndolo en el club de su barrio, la Asociación Deportiva Santa Marta. En esta línea, su primer contacto con el tenis de mesa no llegó hasta que el onubense contaba con ocho años de edad, animado por su hermano mayor, Adrián Robles – en la actualidad miembro del competitivo Club de Tenis de Mesa de Ayamonte- que jugaba entonces en el Club Deportivo Hispanidad de Huelva.
“Fue un deporte que desde el primer momento me enganchó. Al principio lo compaginé con el fútbol –que era mi pasión- pero tras tener la oportunidad de participar en varios torneos provinciales y, al poco tiempo, en torneros andaluces, decidí decantarme por el tenis de mesa”, nos cuenta Álvaro Robles desde Alemania.
El palista internacional adquirió en Huelva las bases de un deporte en el que a día de hoy una de las referencias nacionales. En este sentido, Álvaro Robles reitera su agradecimiento al que fue su entrenador en la capital onubense, Leopoldo Mata, así como a todos los miembros del Club Deportivo Hispanidad, donde se formó hasta los 14 años.
Tras su paso por la entidad onubense, Robles desembarcó con 15 años en el Centro Especializado de Tecnificación Deportiva de Tenis de Mesa de Priego de Córdoba, importante escala en su trayectoria deportiva que le sirvió de trampolín para, con 19 años, dar el salto a Madrid y competir en la Superdivisión, máxima categoría a nivel nacional en este deporte.
En lo que a éxitos deportivos se refiere, Álvaro Robles recuerda con un cariño especial el Campeonato de España Juvenil que alcanzó en nuestra provincia en el año 2008 y, más recientemente, el haber ganado la Bundesliga con su equipo alemán, el ASV Grünwettersbach. El balance que el onubense hace de su experiencia en este país europeo no puede ser más satisfactorio. “Hablamos de la mejor liga europea de tenis de mesa. El entrenamiento en Ochsenhausen es exigente, con alrededor de siete horas de trabajo diario, y la verdad es que me encuentro en mi mejor momento”, nos cuenta el palista.
Su objetivo por hacerse un hueco en el top 100 del ranking mundial en este deporte está cada vez más cerca. En la actualidad se sitúa en el número 111, tan sólo un puesto por detrás del palista cordobés Carlos Machado, número 1 español en tenis de mesa, diez veces Campeón de España, y gran referente deportivo para el joven onubense. En nuestra conversación, y aunque ajena al mundo del tenis de mesa, Robles recuerda a su paisana Carolina Marín, a quien aplaude y pone como ejemplo de que es posible que un deporte minoritario suene con fuerza en España.
Junto al reto de situarse entre los cien mejores palistas del mundo, el sueño olímpico cobra cada vez más fuerza en la mente de Robles. Miembro de la Real Federación Española de Tenis de Mesa, y como cara más visible de la nueva generación que llega pisando fuerte, el onubense estuvo a punto de conseguir el pasaporte para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. No pudo se entonces, pero de cara a los Juegos de Tokio sus vibraciones no pueden ser más positivas.