José Luis Rúa. Se celebró en el auditorio del Centro Cultural de la Casa Grande de Ayamonte, la presentación de la novela del escritor ayamontino Aníbal Álvarez, “Sembrando flores en el mar”. Un acto en el que el autor se sintió arropado por sus amigos y admiradores, que respaldaron con su presencia y sus aplausos la noche mágica, en la que se había convertido para Aníbal.
Junto al autor, tomó la palabra la concejal de Cultura y teniente de alcalde, Gema Martín, que tuvo elogios para un escritor de reconocido prestigio y que siente en su tierra la inspiración necesaria para hacer estos regalos narrativos, como el que se presentaba en una noche que anunciaba tormenta.
Manolo Ortega, editor, responsable de sacar a la luz este trabajo tan especial, se sintió halagado de poder ofrecer su contribución al buen hacer de Aníbal Álvarez y a quien invitaba a seguir lanzando a los cuatro vientos su enorme producción.
Su compañero de aventuras en los Poetas del Guadiana, se deslizaba con sigilo por entre los halagos y el respeto hacia la persona de Aníbal, hombre reservado, bueno y generoso donde los haya y que se sentía dominado por las emociones y la gratitud. Hacía un breve repaso a su curriculum, amplio y adornado con premios, reconocimientos y publicaciones. Daba algunas pinceladas a ese canto apasionado que ha significado escribir esta, su decima novela, su nueva obra dispuesta de la mejor de la maneras en los estantes de cualquier librería que se precie. Esa capacidad que ha tenido Aníbal de introducir al lector en el mundo especial del marinero, de sus aventuras por sobrevivir y de su lucha constante. De hacer cómplices y participes a quienes le acompañan en su caminar por esta vida, su familia. Y esa atmósfera de soledad, oscuridad y miedo que se encuentra repartida por todos y cada uno de los capítulos. Y por en medio, como sembrando de flores especiales en el conjunto de paginas como un mar inmenso, poemas, versos distribuidos en paginas pares e impares.
Y finalmente, el propio autor, con su voz sosegada y firme, con sus principios de muchos años en lo más alto de sus hombros, fue capaz de ir leyendo algunos folios perfectamente ordenados, dispuestos en un orden meticuloso y con un cargamento de conceptos intachablemente enumerados. Relató lo esencial de la obra. Dejó caer, como involuntariamente, reglones que definían la trama de su obra y se dejó arrastrar por la nostalgia para relatar algunas cuestiones que quería dejar claras desde el principio. Los nombres de José Martin, Mario Benedetti o Celaya los omitió para que el lector sepa interpretarlos en su lectura. Su sentido irónico o su lenguaje más íntimo, lo arrastró al mejor de los silencios para no dar pistas del desenlace. Su capacidad creadora se reveló al leer algunos de los títulos de sus 10 novelas ya presentadas a lo largo de su existencia y avanzar, que algo más de otras veinte, aguardan pacientes la hora de zarpar hacia la imprenta.
Presentación justa en su tiempo, adecuada a los intereses de los presentes y donde el último acto, el de la firma de ejemplares, se realizó con la mayor de las liturgias y el más solemne de los silencios. “ Sembrando flores en el mar” se une a la selección de obras que ya reposan en los lugares más dispares de cientos de hogares y de cientos de colecciones atraídas por el buen hacer de este escritor ayamontino, Aníbal Álvarez, que ayer, una vez más, se desnudó con su última novela. Felicidades maestro.