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Carlos Fernández / @karlos686. “Esta es mi opinión hoy y en este momento de mi vida”. Denis Villeneuve lleva tiempo consagrándose como uno de los grandes directores de su generación haciendo suyas las historias más desgarradoras. El caso de The arrival no anda lejos; es más, parece que este director es incapaz de no hacer oro con cada guión que toca. El caso de The arrival (La llegada en España) es el de una obra de ciencia ficción basada en el relato corto de Ted Chaing que habla y reflexiona sobre el concepto físico y filosófico del tiempo. Doce naves aterrizan en distintas partes del mundo y en Estados Unidos llaman a una lingüista (Amy Adams) especializada en el arte de la traducción para que se comunique con los extraterrestres y así saber si vienen o no en son de paz. Ésta sería la historia superficial de la película pero en realidad, La llegada es mucho más.
Es un regreso a ese cine de ciencia ficción filosófico (innegables ecos del género a Kubrick) y reflexivo en el que la ciencia aborda nuestra posición en el mundo y grandes dilemas. De hecho, es una película sin mensaje pero sí con un dilema (que no puedo desvelar por no estropear la película) bastante interesante. La obra entera se plasma como un engaño que no descubrimos hasta acercarnos al final de la película en la que acompañaremos a la doctora Louise Banks a través de su viaje en el que el amor por la comunicación, los misterios del lenguaje configurados como ecos lejanos a nuestra percepción en el tiempo y la decisión vital como motor ante la tragedia se configuran como protagonistas. No puedo extenderme más porque acabaría revelando detalles de la trama y no soy tan malvado como para hacer eso. Una obra maestra incontestable y, sin duda, o al menos para mí, la mejor película de 2016.