Antonio José Martínez Navarro. La representación de la Tierra o de una parte de ella en una superficie plana se denomina mapa. Éste, por lo tanto, es un dibujo plano convencional que, de acuerdo con el uso a que se destina, da la imagen más exacta posible de la zona terrestre representada, con el fin de ayudar al hombre a adaptarse al medio en que vive.
No pretendemos extendernos en la historia, los diferentes tipos que existen y cómo se hacen los mapas y sí sólo tratar históricamente de este concepto en nuestra capital.
En 1846 el militar y geógrafo Francisco Coello de Portugal y Quesada, nacido en Jaén 24 años antes, fue destinado a prestar servicios en la Dirección General de Ingenieros, comenzando a trabajar entonces en su famoso “Atlas de España y posesiones de Ultramar” a la escala 1/200.000. Mientras realizaba el Atlas, escribió otras obras de importancia. No obstante, nos vamos a detener unos renglones en la obra que afecta a nuestra provincia: Reseña geográfica o Atlas:
El Atlas de Coello consta de cuarenta y seis hojas y una de ellas está dedicada a Huelva, que contiene un mapa general de toda la provincia y los planos de las poblaciones más importantes: Moguer, Ayamonte, Valverde del Camino, Aracena y Huelva. Además de este mapa realizó a escala 1: 100.000 de los contornos o alrededores de la capital.
Huelva tiene el orgullo de que el último explorador español del Pacífico hubiese visto la primera luz en ella. Pero antes traigamos los antecedentes del escenario: El archipiélago de las Carolinas está formado por cuarenta y ocho grupos de islas que se extienden desde el meridiano 136 40′ E hasta el 178 46′, y desde el paralelo 11 N hasta el Ecuador. Situadas en plena Micronesia, los geógrafos las dividen en tres grupos: el de las Palaos, situadas hacia el Oeste de las Carolinas y al Norte de Nueva Guinea, el de las Centrales, y el de Marchall. Las islas, más de cuatrocientas, no tienen mucha extensión y ocupan unos dos millones de kilómetros cuadrados.
Las islas más importantes son Yap, Truk, Ponaap‚ Babulzuap, Boneley y Hogolen.
Aunque el primer europeo que navegó por las costas de la Micronesia fue Magallanes durante su primer ciclo de circunnavegación, el descubrimiento de la primera isla (la de San Bartolomé) lo realizó Toribio Alonso de Salazar que después se dirigió a las Molucas, donde falleció. Más tarde verificaron descubrimiento en aquel archipiélago Álvaro de Saavedra (que tomó posesión de ellas), Grijalba, Pedro de Alvarado, Rui López de Villalobos y otros, entre ellos, el experto y afortunado pirata Francis Drake, que en 1579 descubrió la isla de Samoliano Ulu, al sur de Yap.
El nombre de «Carolinas» fue dado por el intrépido navegante español Boenechea a las conocidas por «Tierras de Fernández de Quirós», en honor de Carlos III.
Las islas más cercanas se encuentran a unos cuatro mil kilómetros al Este de las Filipinas y su importancia estriba en ser las únicas tierras que hay entre Asia y América en aquella zona Norte del Pacífico para el aprovisionamiento de los barcos por lo que España, en 1876, instaló un depósito de carbón en la isla de Jarvit (Carolinas Orientales) para abastecer a los modernos barcos de vapor que patrullaban por aquellas aguas, entre los que se encontraban el «Nautilus» y el «Albatros» que hacían frecuentes expediciones entre las diversas islas.
En 1845 estas islas, puestas bajo soberanía española desde el siglo XVI, fueron codiciadas por los alemanes que alegaron que esta soberanía no había sido nunca efectiva, lo que nos llevó a un conflicto con la Alemania de Bismark. La situación se endureció cuando una expedición, mandada desde las Filipinas para ocupar estas islas, desembarcó en la isla de Yap al mismo tiempo que intentaba ocuparla el cañonero alemán «Iltis». El Papa León XIII, llamado a arbitraje por ambas partes, falló que España ocupase las Palaos y Carolinas Occidentales, mientras las Marchll y las Gisbert pasaban a los dominios de Alemania.
Aunque existía un mapa del archipiélago dibujado por el célebre Coello, todavía quedaban islotes desconocidos. Así, para tener conocimiento de ellos, tras el susto sufrido con Alemania, España envió como explorador de aquella zona de la Corona Española a un marino conocedor de todos los secretos de la navegación, Luis Bayo Hernández Pinzón. Pero, ¿Quién era este singular hombre de mar?
Luis Bayo nació en Moguer (Huelva), el 10 de febrero de 1846. Su padre, don Telesforo, natural de Almagro, era administrador de Ventas en Moguer. Su madre fue la moguereña Doña María de la Paz y su tío el célebre Almirante Hernández Pinzón. Y con el ambiente marinero que irradiaba la egregia figura militar de su familiar, fue creciendo la vocación, acercándose, en ocasiones, a la cercana Huelva para aprender en la práctica la ciencia náutica. Esta pasión por la mar fue animada también por su padre, según se desprende de la solicitud de su hijo verificada en febrero de 1850 para ingresar en la Escuela Naval que recibe la respuesta de que «La Reyna Nuestra Señora se ha dignado conceder a Don Luis Bayo y Hernández Pinzón gracia de Aspirante de Escania con uso de uniforme y opción a plaza en el Colegio Naval Militar cuando cumpla la edad y llene los demás requisitos de Reglamento. Dígolo a V. E. de Real Orden para su conocimiento y efectos consiguientes.
Dios guarde a la Reina. Madrid, 2 de marzo de 1850. Sr. Director General de la Armada.
Traslade al padre del interesado para su inteligencia y satisfacción».
Su dilatada y brillante trayectoria la vamos a resumir:
A los 21 años alcanza el grado de Alférez de Navío y unos años más tarde el de Teniente de Navío.
En 1874, su buque fondea en el puerto de Cádiz, y el amor, ese Cupido que parece proceder de las fantasías del estilo rococó, bate sus alas y lanza las flechas trémulas que contenía en su carcaj que dan en los corazones del bravo marino y de una bonita joven, Manuela Lozano Galindo, nacida en Cádiz en 1856, que vivía en una calle cercana a la Comandancia de Marina. Poco después, el día 4 de octubre de 1876, don Ramón Rodríguez Rodríguez, presbítero del Departamento Marítimo de Cádiz, en la iglesia castrense de San Francisco de la ciudad de San Fernando, une en matrimonio a ambos jóvenes.
El 9 de septiembre de 1884 es nombrado Teniente de Navío de Primera Clase y el 18 de abril del siguiente año es asignado como Comandante del transporte «Manila» con el que navegó por los mares del Pacífico prestando los diversos servicios anteriormente citados.
La evidencia de su talento natural, la práctica y un sentido innato marinero hace que se le encomiende una misión de alta dificultad en el archipiélago de las Carolinas de la que, tras ser llevada a cabo, se hacía eco el diario onubense «La Provincia» de viernes 28 de noviembre de 1886:
<<Según noticias de Manila, han sido allí muy bien recibidos por la opinión pública, los resultados obtenidos por el Comandante del transporte «Manila», el teniente de Primera Clase Don Luis Bayo Hernández Pinzón, en la importante comisión que ha desempeñado en el archipiélago de las Carolinas.
En efecto, el transporte «Manila» ha sido el primer buque español que ha recorrido tan vasto y desconocido archipiélago que hasta ahora estaba sin explorar, ajustando tratados de sumisión y reconocimiento a España con todos los reyezuelos de las infinitas islas que pueblan aquel inmenso archipiélago, llegando hasta su extremo más oriental que dista de Manila nada más y nada menos que tres mil leguas.
Tan interesante Comisión ha sido llevada a feliz término por el Comandante Bayo, sin tener que lamentar el menor contratiempo, acreditando tan distinguido jefe, digno sobrino del Almirante de la Armada Sr. Pinzón, condiciones sobresalientes de idoneidad y pericia.
Reúne la particular circunstancia el Sr. Bayo, que acaba de someter a la soberanía de España el dilatado archipiélago de las Carolinas, tras el desgraciado conflicto ocurrido en Yap, y es evidente, dado su carácter enérgico y decidido, que si en tan críticas circunstancias hubiese sido consultada su opinión, de la que prescindió el Comandante del «San Quintín», las cosas hubieran tomado un giro diferente.
También es curiosa la coincidencia de que, siendo el Sr. Bayo el único que no adquirió ninguna responsabilidad en tan grave cuestión, fue también el único que no alcanzó ninguna recompensa, como la obtuvieron, como asunto general, los señores España y Cubiles, pues nadie se explica que, con criterios y procedimientos tan diametralmente opuestos, como el conservado en tan difíciles momentos, pudieran ser objetos de distinciones por el mismo incidente.
Ahora, según se nos dice, ha sido propuesto el Sr. Bayo por el Gobernador Militar de Filipinas para una recompensa por el distinguido comportamiento en la Comisión que acaba de desempeñar.
Ya veremos cómo queda, sin respuesta, recompensa tan merecida y esto que los señores Castillo y Rodríguez Arias, respectivamente Ministros de la Guerra y de Marina, difieren especialmente de sus antecesores los señores Berenguer y Jovellar y esta circunstancia puede favorecer la resolución…>>.
En definitiva, que gracias a los planos de las nuevas islas que don Luis Bayo explorara, España pudo sumar nuevos territorios.
La primera referencia de la leche en polvo con relación a nuestra capital fue la siguiente. En septiembre de 1941 la Cruz Roja Norteamericana se hace cargo de las dificultades que estaban pasando la población española y decide ayudar, al menos, a los niños. En este sentido, según nos indica las Comisiones Permanentes del día 30 del citado mes y año mandó a nuestra capital quinientas cajas de leche en polvo, de las que la mitad irían a Aracena y el resto se quedaría en la Gota de Leche:
<<…Conforme a lo pedido por el Sr. Jefe Provincial de Sanidad, se acordó declarar exentas de arbitrios municipales quinientas cajas de leche evaporada donativo de la Cruz Roja Norteamericana, destinadas la mitad al Sanatorio de Aracena y la otra mitad al servicio gratuito de Puericultura y Maternología del Instituto Provincial, cuya existencia es casi exclusivamente de la capital…>>.
Y es que habiendo tenido excelente ganado vacuno nuestra provincia, esta leche no se utilizó mucho en nuestra ciudad hasta los años iniciales de la década de los cincuenta del siglo pasado. Expliquemos el motivo: Nuestro país estaba en vía de desarrollo debido a la guerra civil. España inició relaciones de amistad con Estados Unidos y la Ayuda Social Americana, a través del llamado Servicio Escolar de Alimentación del Ministerio de Educación Nacional, benefició a más de dos millones y medio de niños y niñas de las Escuelas Primarias de España con suministros diarios de leche, mantequilla y queso, que a los niños de entonces nos parecía de riquísimo sabor.
En la provincia de Huelva fueron más de 25.000 los escolares que recibieron ese llamado complemento alimenticio escolar.
Como testimonio de agradecimiento a la Ayuda Social Americana, se acordó que cada provincia española ofreciera a uno de los Estados norteamericanos un álbum que, literalmente, se hiciera portador de esta gratitud, conteniendo, además, textos, mapas gráficos y de diversa índole, fotografías que dieran idea del modo de ser de la provincia oferente. Y la provincia de Huelva le dedicó su álbum al Estado de Minnesota. Conozcamos la formación de maestros nacionales que participaron en aquel detalle a Estados Unidos:
<<…La Delegación Provincial del servicio de Alimentación a cuyo frente está don Juvenal de Vega y Relea con la colaboración de un equipo formado por los maestros nacionales don Manuel del Pino González, don Francisco López García, don Francisco Carrión Díaz, don Justo Daza Calagues, don Antonio Castilla Cordero y el joven artista onubense, ex alumno de las Escuelas del Sagrado Corazón de Jesús, don José María Franco Gutiérrez, ha trabajado con la mayor ilusión para que su ofrenda tenga la calidad correspondiente al beneficio recibido y a la entidad que se ofrece.
Entre unas tapas, magníficamente encuadernadas en piel y con rotulación en oro, va una espléndida colección de láminas de las que recordamos las siguientes: escudo de la provincia, la dedicatoria, datos geográficos e históricos con un fragmento del diario colombino del mapa de Juan de la Cosa; pinturas y fotografías de carácter artístico; escolar e industrial de nuestra capital, un plano…>>.
Era y es objeto imprescindible en los colegios la presencia del clásico mapa.
Pero, curioseemos, a través del Legajo número 224 del A. M. H., de las cosas que había en la primera escuela:
<<Enseres que existen en la escuela pública de esta capital:
14 bancas para escribir con cuatro tinteros cada una.
1 mesa para el maestro.
1 escribanía de metal con campanilla.
2 sillones de piel.
2 cuadros de media vara con las estampas del Crucificado y de la Reina.
2 cuadros grandes con los mapas de Europa y de España.
12 pequeños mapas de otras tantas provincias de España.
100 tablillas para muestra.
2 bancos de cuatro varas de larga.
14 bancos de dos varas.
7 perchas de una vara y media.
1 plataforma de tres varas largo y dos ancho.
14 tableros de madera para Aritmética.
20 cartones de letras distintas para la Lectura.
1 cartel de números romanos.
1 de signos de Ortografía.
1 tinaja con tapadera.
8 latas para beber.
1 cuadro del Sistema Métrico.
Huelva, 23 de octubre de 1853. El maestro, José Hernández…>>.
En junio de 1942 y con la finalidad de colocarlos en las Escuelas Municipales, el Ayuntamiento adquirió dos ejemplares del Mapa Nacional de España (Comisiones Permanentes del día 26 del citado mes):
<<…Se acordó autorizar al Sr. Alcalde para adquirir dos ejemplares del Mapa Nacional de España con destino a las Escuelas Municipales en el precio de cincuenta pesetas…>>.
Tras las pertinentes lluvias caídas en el invierno de 1954-55, el culto educador y recordado amigo nuestro, don Hermenegildo de la Corte, insertaba, mitad en serio mitad en broma, la siguiente noticia en las páginas del “Odiel” del 23 de febrero de 1955 en la que se lamentaba de los alrededores del Colegio “Arias Montano” que se situaba muy cercano al Punto:
<<Las Escuelas de Arias Montano están de enhorabuena. Las lluvias de estos últimos días en connivencia con los cabezos que circundan a la ciudad, ¡dichosos cabezos!- les han proporcionado material abundante para que los chiquillos que a ellas acuden puedan aprender geografía con toda clase de detalles y de una manera la más pedagógica que darse puede. Las cordilleras, los ríos, las islas y los continentes, pueden enseñarse a placer en este espléndido mapa que rodea al mencionado centro docente. Los educandos trabajan con estas respetables montañas y estos caudalosos ríos, actuando de magníficos agentes erosivos –riámonos del viento, los terremotos, etc.- que modifican constantemente la fisonomía de este mapa en relieve. De rechazo también se modifica la estructura de las paredes del edificio y hasta la de algún que otro transeúnte que se ve obligado a atravesar una tan accidentada zona. Por añadidura los barrenderos del servicio público de limpieza juzgando tales accidentes orográficos como apropiado vertedero de inmundicias, que muy bien pudiera servir como lección ocasional acerca de las transformaciones de la materia, arrojan allí restos de basuras, raíces, trozos de palmeras, etc., etc. Una delicia.
Si existiera el temor de que desaparezcan tan educativos aditamentos escolares, las lluvias próximas lo desvanecerían ya que aquello es lugar permanente en el que se puede estudiar la geografía en su propia salsa…>>.
Para tener una mayor comprensión de las diferentes parcelas de la capital y su ocupación (industrias, edificios administrativos, etc.), se le encargó un mapa o plano de las citadas delimitaciones al Arquitecto don Alejandro Herrero Ayllón, tal como observamos en la sesión municipal del 30 de junio de 1955:
<<…Se dio cuenta de moción del Ilmo. Sr. Alcalde proponiendo la ordenación del Plan de Ordenación de la Administración Urbana redactado por el Arquitecto don Alejandro Herrero Ayllón, cuya primera parte comprensiva de los accesos por carretera, resoluciones a los enlaces ferroviarios, vías generales de la ciudad y Plan de Reforma del casco antiguo, fue aprobado por este Excmo. Ayuntamiento en 27 de septiembre de 1950 y posteriormente, por la Ponencia Técnica de la Comisión Superior de Orden Público.
En esta segunda parte se trata de la zonificación y de las ordenanzas complementarias y se fijan las zonas industriales residenciales, de tolerancia industrial, verdes, recomendadas para edificios administrativos, etcétera, que remediará el desorden y la anarquía en que se ha desarrollado durante el siglo actual las edificaciones de la Ciudad…. >>.
El primer contacto directo de don Gregorio López Bravo con nuestra capital, tuvo lugar el lunes, 24 de febrero de 1964 cuando en calidad de Ministro de Industria giró visita a nuestra ciudad.
Llegó acompañado del Comisario General del Plan de desarrollo, don Laureano López Rodó, y otras personalidades para dar a conocer a los onubenses los incalculables beneficios que habría de reportar a esta ciudad las instalaciones industriales.
Esperaban al ilustre político el alcalde de la ciudad, Gobernador Militar, Presidente de la Diputación Provincial, Vicario general de la Diócesis (en representación del Obispo que se encontraba ausente), Gerente del Polo de Promoción y el teniente coronel jefe la Guardia Civil, entre otros.
El Ministro de Industria visitó las instalaciones de la Central Térmica y desde ellas se trasladó el Ministro y sus acompañantes, autoridades onubenses y un enorme gentío al Palacio Municipal donde las primeras autoridades les ofrecieron un almuerzo en su honor.
Tras el almuerzo se trasladó la numerosa comitiva a la Comisión de Servicios Técnicos donde el Ministro y el Comisario contestaron a todas las preguntas que sobre el Polo de Promoción les hicieron.
A las seis de la tarde se celebró un importante acto en el Gran Teatro, que tenía cubiertas todas sus localidades.
“…En el vestíbulo del Teatro –añadía el diario “Odiel”- prestaban guardia de honor varios números de la Guardia Municipal en traje de gala. En el escenario, exornado con banderas aparecía un gran mapa que contenía la situación geográfica del Polo de Promoción Industrial…”.
El pueblo de Huelva quería testimoniar a Alonso Sánchez su admiración levantándole un Monumento. Para cumplir este homenaje se puso en contacto con las autoridades dónde había fallecido el ilustre marino.
Transcurrió el tiempo y la aspiración del pueblo onubense a hacer realidad el monumento al egregio paisano no decayó, sino más bien fue en aumento con las sucesivas aportaciones de otros historiadores que insuflaban vigor a la gesta y persona del notable Maestre onubense de Carabelas. Su deseo se convirtió en gozosa realidad siendo alcalde de Huelva don Federico Molina Orta. El encargo se le hizo al escultor e imaginero ayamontino don Antonio León Ortega, que consigue una obra en la que figura un marino con vestimenta de fines del siglo XVB que sostiene en su mano izquierda un mapa o portulano, mientras la derecha sujeta el timón de una nave. La estatua, de tamaño natural, y el pedestal son de mármol teniendo éste último inscrito una leyenda que dice: “Al marino Alonso Sánchez de Huelva, Pre descubridor del Nuevo Mundo”.
Se necesitaba levantar un mapa topográfico de este término municipal y la Casa “Toponova” de Madrid le comunicaba diversos trabajos al Ayuntamiento de Huelva que éste, en sesión municipal del 18 de marzo de 1976 hacía público:
<<…El Sr. Bermejo Castro dio cuenta con amplia exposición de detalles, sobre el levantamiento fotográfico de este término municipal que conforme a propuesta formulada por la Casa Toponova de Madrid comprende el mismo a escala 1/10.000 y cinco metros de equidistancia entre curvas de nivel, con una superficie aproximada de quince mil hectáreas en el precio por hectáreas, todo incluido, de veintisiete pesetas y condiciones de pago a convenir.
La Corporación por unanimidad de los señores concurrentes acordó encargar los referidos trabajos a la mencionada Casa Toponova de Madrid en las condiciones y presupuesto que propone, como igualmente de la conveniencia de ver si interesa que las curvas de nivel tengan equidistancia de un metro en vez de los cinco metros que figuran en la referida propuesta…>>.
En un intento por parte de la Hermandad de los Estudiantes y de la Parroquia de San Sebastián para que no se perdieran las tradiciones que en aquella fecha todavía quedaban en nuestra capital
Esta Exposición se trataba de una actividad paralela a los actos religiosos. Así, primero se daría el pregón, que estuvo a cargo de Rafael Mezquita. Después, se inauguraría la exposición y, finalmente, se culminaría el domingo con la procesión.
La Exposición quedó abierta el día 16 de enero y permaneció vigente hasta el día 22, domingo, a las nueve de la noche.
El mensaje final era decirles a los visitantes cómo era el barrio en el pasado y detallarles la evolución que siguió hasta alcanzar el año 1984.
Contaba con diez secciones esta excelente exposición fotográfica, llevada de la mano de un miembro de la Comisión de Cultura de la Hermandad de Estudiantes, Eduardo Su granes. Se abría con la portada del libro “Huelva Ilustrada”, obra escrita por Juan Agustín de Mora Negro y Garrocho en 1762, una espléndida vista general del Barrio y un mapa de 1941, en el que se apreciaba la situación del barrio.
El segundo apartado recibía el nombre de “Festividad” y aparecían imágenes del Santo que salió procesionalmente hasta el año 1941 y del realizado por Pérez Comendador. Había fotografías tan características como la del Patrón cuando la procesión recorría el Paseo de Santa Fe, cuando el paso era llevado por la Hermandad de Mutilados; diversas panorámicas de las farolas que existían muy cerca del antiguo cementerio…
Los integrantes del Club “La Montanera” de senderismo, fundado en el alba del siglo XXI, lucen unas camisetas muy originales en la que se refleja un mapa, todas las rutas que han recorrido, etc.
No estaría esta Historia Menuda completa si no mencionáramos a Fernando Barranco.
Fernando Barranco es una fuerza. Una fuerza que irradia luz cartográfica y Medio Ambiental como un faro de potencia incalculable. Transmite a todo el mundo y esta irradiación bien a las claras ha sido recogida en las páginas de revistas como “Topografía y Cartografía”, “MapPoint” (revista internacional de ciencias de la tierra); “P.H. Boletín Andaluz de Patrimonio Histórico”, “La hoja del topógrafo”, revista literaria “Volandas” y en la revista de investigación “Aestuaria”.
Como conferenciante ha demostrado su erudición y competencias en diversas oportunidades. Así, en Santander, Palacio de la Magdalena, Congreso internacional de playas.
En el Museo Provincial de Huelva ha desarrollado una Exposición de Cartografía y Ciclo de conferencias sobre Cartografía y sus aplicaciones. Este acto fue organizado por el Instituto Geográfico Nacional, Consejería de Obras Públicas de la Junta de Andalucía, Excma. Diputación Provincial y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos en Topografía.
Sobre este gran experto en mapas ha recaído muchos honores de los que sólo nos vamos a detener en uno de ellos:
En el Mapa Topográfico de España, el Instituto Geográfico Nacional tomó la decisión de nombrar un estero de las marismas de Punta Umbría con el nombre de “Barranco de Fernando” haciendo un juego de palabras con su nombre y primer apellido, en reconocimiento a su extensa labor a favor de Punta Umbría.