Rosa Mora. No se trata de un hallazgo más. En su novena campaña en Egipto, el equipo español dirigido por la Dra. Myriam Seco Álvarez, del que forma parte la palmerina licenciada en Bellas Artes, Inés García, ha protagonizado lo que califican como un «extraordinario hallazgo” en el yacimiento del templo funerario de Tutmosis III (1490-1436 antes de Cristo), uno de los faraones más relevantes del Antiguo Egipto, conocido como el Napoleón egipcio por sus importantes conquistas.
“Es muy emocionante encontrar una tumba que no ha sido profanada. Hasta ahora en el yacimiento a lo largo de estos nueve años hemos excavado 24 tumbas, todas ellas robadas ya en la antigüedad”, explica a Huelva Buenas Noticias, Myriam Seco.
“El sarcófago presentaba graves daños en su parte central, de manera que no ha podido ser recuperado en su totalidad. Sin embargo, el cartonaje se encuentra en un buen estado de conservación, de manera que permite observar hermosas imágenes dotadas de un gran colorido. En una primera valoración han sido identificados el nombre y el título del personaje. Se trata de un funcionario, cuyo nombre fue AmonRenef y que portó el título de “Sirviente de la Casa Real”. Estudios preliminares sitúan este magnífica pieza funeraria a comienzos del Tercer Período Intermedio, en torno a los siglos XI o X a.C. Entre otros, algunos elementos religiosos y simbólicos a destacar son: símbolos solares, como el disco solar o la cobra; las diosas protectoras Isis y Neftis con alas desplegadas; los cuatro hijos de Horus, cuyo cometido era custodiar las vísceras del difunto, o halcones protectores con alas desplegadas”, explica Myriam Seco.
Por su parte, en declaraciones a este medio, la onubense Inés García confesaba sentirse abrumada por la magnitud y belleza de lo descubierto. «Fuimos avisadas del hallazgo por la directora la cual nos indicó que debíamos trasladarnos al nicho a valorar lo encontrado y a dar nuestra opinión técnica. Han sido muchas las ocasiones en las que debemos intervenir in situ debido al estado de conservación o la fragilidad del objeto encontrado. A lo largo de esta campaña han sido varios los fragmentos de madera que han salido a la luz, desgraciadamente en mal estado de conservación. Pensamos entonces que se trataba de uno más», nos cuenta la licenciada en Bellas Artes. «Cuando bajamos al nicho y asomamos la cabeza a su interior -añade Inés García-, la impresión fue tal que por segundos creí no estar viendo lo que tenía ante mí.
En esos momentos debes ser rápida en decisiones y mantener la calma para que tu trabajo sea ordenado. Entré a valorar el material, arrastrándome entre el muro y los restos del sarcófago, y con una simple brocha descubrí entre el polvo, un cartonaje intacto con una policromía perfecta. Avisamos a la directora del proyecto y comenzamos a diseñar el plan de intervención. Ha sido más de una semana de una exigencia física extrema, el espacio de trabajo exigía un estado físico y mental muy alto. Nunca se está preparada para estar en un nicho bajo tierra, donde la simple respiración o los movimientos de tu cuerpo deben ser estudiados para evitar dañar el objeto. Recuerdo la pregunta que me hiciste en una anterior entrevista sobre cuáles eran las intervenciones que más destacaría, actualmente esta es sin duda alguna la que más reto me ha supuesto en mi carrera profesional, la recordaré siempre”.
En lo que al trabajo desarrollado tanto por Inés García como por su compañera Inmaculada Lozano se refiere, la onubense lo explica así, «el cartonaje fue hallado en muy buen estado de conservación. La capa pictórica presentaba adhesión. Sin embargo los daños causados en el soporte debido al ataque de xilófagos era de tales dimensiones que apenas existía madera en el interior. Esto nos llevó a replantear la actuación para su extracción de un nicho angosto donde apenas -como se puede observar en las fotos- podíamos entrar. La propuesta entonces fue crear una capa de protección con engasado a fin de proteger y consolidar la estructura externa del cartonaje para poder manipularlo evitando riesgo alguno en el traslado. Han sido ocho días de intervención complicada que han requerido una gran experiencia técnica y gran resistencia física.
Una vez engasado, se elabora una caja de madera, la cual, tuvimos que hacerla desmontable para poder ir introduciéndola pieza por pieza. Cuando la caja se ensambló y se comprobó su resistencia, el espacio sobrante en la caja se rellenó con espuma de poliuretano y el cartonaje fue extraído. En este proceso la complejidad estuvo en el ángulo con el que había que sacarlo, ya que el pozo de la tumba no era lo suficientemente ancho como para poder albergar el cartonaje y poder ser alzado en posición horizontal. Actuación que llevaos a cabo con éxito. Actualmente nos encontramos retirando las capas de engasado a la espera de realizar una radiografía para poder analizar el estado de conservación del interior del mismo, y así llevar a cabo la intervención más conveniente».
Según explican, “el yacimiento ha demostrado tener una riqueza arqueológica extraordinaria, que abarca un arco cronológico superior a los 1500 años y que aporta materiales e informaciones de las dinastías XI, XII, XVIII y XIX, así como de principios del Tercer Período Intermedio y de Época Baja”.