Antonio José Martínez Navarro
Se agrega a la historia de los relojes públicos el instalado en el nuevo Palacio Municipal sito en la Gran Vía.
Recordaba un funcionario destinado a nuestra ciudad en su madurez el fuerte impacto que le produjo su llegada a Huelva en el alba de los años cuarenta. Descendió en la Estación de Sevilla y, todavía con la maleta en la mano, descubrió la cercana casona que había pertenecido a Matías López y en donde se desarrollaba una febril actividad industrial y, tras recorrer unos cientos de metros, se encontró en el Bar “Astoria” donde percibió que estaba en el cogollo de la vida económica de la provincia Estuvo callejeando y los idus lo llevaron al viejo Ayuntamiento de la calle Puerto, todavía en el culmen de su actividad y quedó desconcertado. ¿Cómo podía tener una capital como Huelva una Casa-Ayuntamiento semejante?
Por el crecimiento que experimentaba la ciudad, siempre estuvo latente, sobre el tapete del Cabildo, la reforma urbana de la Ciudad. Estos logros, este sentir del onubense, con el transcurrir de los años, se fueron plasmando y verificando. En 1891, la comparsa “Los colonizadores” aireó una letrilla, muy mala por cierto como literatura y peor como poesía, pero muy oportuna y acertada con la realidad, que decía:
“Huelva tú serás el encanto
de toda la nación,
cuando te pongan
tu bonita Exposición.
Y una Plaza de Abastos
que van a hacerte
para dar descanso a tus mujeres.
la cárcel, y el cuartel
para los soldados;
y un Ayuntamiento
que ya está aprobado;
con dos torres muy altas
y en cada una un reloj.
Entonces si que estará bonita,
esta Huelva superior”.
La visión del “poeta” fue casi exacta en su pronóstico. Así, la Exposición o Fiestas conmemorativas del IV Centenario se celebraron al año siguiente en nuestra ciudad. La plaza de abastos se inauguró en 1904, en el Paseo de Santa Fe; la Cárcel se hizo realidad en 1932; el Cuartel del Carmen, quince años más tarde (1945) y el Ayuntamiento en 1949. En lo que se equivocó el “pitoniso” fue, como veremos más adelante, que si bien adivinó que el Palacio Municipal tendría dos torres, los dos relojes quedaron a la postre convertidos en uno solo, tal como podemos observar mirando la fachada de nuestro magnífico Ayuntamiento.
Pero sepamos, a través de las páginas del diario “Odiel ”del jueves 24 de agosto de 1950 sobre las características del nuevo reloj municipal:
<<…El reloj del nuevo Palacio Municipal ha sido construido en Miranda de Ebro. Su maquinaria, sistema Morez, está reconocida, en relojería monumental, como la mejor por su robustez y exactitud en la marcha. Todas sus ruedas son de bronce de la mejor calidad, excepto los accesorios auxiliares. El carrillón es marca Westminster, y el sistema de toque montado sobre cinco campanas, cuatro de ellas para los cuartos y la obra para las horas.
Las notas sol, fa, mi, sol, se dejarán oír en el primer cuarto; en el segundo, las de mí, sol, la, si-mí, la, sol, mi; en el tercero, sol, mi, fa, si-si, la y los del cuarto, mi, sol, fasi-mi, fa, sol, mi-sol, fa, mi, si-si, fa, sol, mi.
La campana para dar las horas pesa seiscientos kilos; la campana, sí, doscientos cuarenta; la mi, ciento diez; la fa, ochenta y cinco y la sol, sesenta; en total, mil noventa y cinco kilos de bronce.
Las agujas y los números, que también son de bronce, han sido dibujados por los arquitectos Sedano y Herrero.
Irán montadas las campanas sobre un cuadrado de viguetas de hierro y tendrá cuerda el nuevo reloj para una semana…>>.
Al día siguiente, en el “Perfil del Día” del diario Odiel, Montero Escalera decía muy jocosamente al respecto:
<<El nuevo reloj. Gracias al reportaje que publicó ayer Montero conocemos datos muy curiosos sobre el reloj del nuevo Ayuntamiento. En lo que más ha parado su atención la gente es en la música. Se ve que el reloj sabe más solfa que un sochantre. Es un reloj que cantará las horas pero que en un momento dado puede cantar “Angelitos negros”, “La Raspa” o cualquier otra cosa de moda. Las campanadas del nuevo reloj se oirán a diez leguas a la redonda. Ya están listos los vecinos de la calle Enmedio. Acaso el reloj pueda por sí solo lo que no han conseguido varias Gestoras que se sucedieron en el Municipio: prolongar la Gran Vía hasta el puesto de Paco Isidro.
Y conste que todo esto no implica censura, sino para broma por aquello del do-re-mi-fa de las campanas. Debemos alegrarnos de que Huelva cuente con un magnífico Palacio Municipal y un magnífico reloj. Los de San Pedro y la Concepción están los pobres demasiado mohosos y confunden lamentablemente las tres de la tarde con las seis de la mañana. Saber uno en la hora que vive es cosa que importa mucho y la realidad es que estábamos todos a la “una de Valencia”>>.
En el diario “Odiel” del día 24 de agosto de 1980 nos cuenta su desaparición:
<<Hace treinta años fue instalado en el Ayuntamiento un nuevo reloj. Este había sido construido en Miranda del Ebro. Era mecánico de carrillón o sonería.
Nada del otro mundo, pero siempre era agradable oír sus campanadas de cuartos, medias y horas enteras. Sonido que dicho sea de paso donde mejor se oía era dentro del Ayuntamiento, ya que no fue debidamente instalado y al encontrarse a sólo un metro de altura su música era demasiado suave.
No anduvo nunca tan exacto como el de la Puerta del Sol. Era necesario ponerle en hora cada cierto tiempo, porque atrasaba y adelantaba con demasiada facilidad.
Por estas fechas, aquel viejo reloj cumpliría el 30 aniversario de su instalación.
No pudo ser. Hace dos años, la Corporación del Ayuntamiento decidió que ya estaba bien, que ya había dado todo el servicio de que era capaz de ofrecer y fue desmontado.
En su lugar fue colocado un reloj nuevo, con todo tipo de ventajas. Unos impulsos electrónicos lanzados desde un mando a distancia, permiten a las aguas deslizarse.
Las horas son exactas, no hace falta corregir constantemente sus atrasos y adelantos. Pero, no tiene campanas.
Mientras tanto aquel viejo reloj de carrillón descansa hoy en un almacén, como si de un funcionario jubilado se tratara>>.
El miércoles 31 de octubre de 1956 Montero Escalera se mostraba irónico en su “Perfil”:
<< -El reloj de San Pedro continúa mudo. Señala la hora, pero no da las campanadas.
-Tenga usted paciencia. Primero hay que acabar con las obras de reforma de la plaza y luego…se hará otra cosa>>.
Huelva tenía magníficos escritores se llamaran “Duende de la Placeta”, Montero Escalera o “Flery”. Este último el día 7 de julio de 1957 se mostraba defensor del Reloj de la iglesia de la Concepción:
<<Llamada telefónica. / ¿El Sr. Flery…?/ Al aparato.
Es nuestra interlocutora del otro lado del hilo, una simpática muchacha…
-Pues somos todo oído y obediencia, inmediatamente nos haremos cargo de su justa demanda. Lástima no fuéramos relojeros o fabricantes de esos alocados aparatos para tener el honor de satisfacer personal y plenamente su requerimiento.
-Dígalo, por favor, en su “Pulso”. Porque la verdad es que ese endiablado reloj de la Concepción, inservible tanto tiempo, me trae bastante desconcertada, ya que necesariamente tengo que consultarle varias veces al día…
-Por nuestra parte queda usted complacida. Ya estamos ante las cuartillas, estilográfica en ristre.
Cierto y, más que cierto, evidente. Aquel enorme ojo de la torre de la Concepción ha perdido toda la gracia de sus guiños que nos hacía apretar el paso o permitía nuestro estancamiento en los escaparates. Desde hace muchos días sólo sirve para chasquear a los confiados transeúntes que instintivamente levantamos la vista hacia él con vano empeño inquisitivo.
El reloj de marras quedose parado en las nueve y media para sobresalto angustioso, si era de mañana, de muchos dependientes y empleados de casas comerciales, a los que hacía creer que llegaban media hora más tarde, al cumplimiento de sus habituales ocupaciones; y, si era de noche, para engañar a las mocitas, dándole la seguridad de ser temprano para terminar el paseo con las consiguientes regañinas después por parte de las mamás al llegar aquellas a casa.
Y cuando el reloj se hartó de tomar el pelo al vecindario, dio un saltito y, satisfecho y orondo, se puso en las doce para asustar a las amas de casa, haciéndoles creer que la hora del almuerzo se les había echado encima y que la pelotera conyugal era inevitable.
Pronto dará otro brinco y se plantará en las cinco, para estropear la siesta de graves señores.
No está bien cuando déjese entrever con lo dicho. La vida requiere más formalidad, y más consideración, y más respeto. No es serio que el reloj de la Concepción continúe a estas alturas y todavía chanceándose con sus manecillas de la humanidad tranquila y paciente… si es que está loco, o ya dio de sí cuanto podía dar, porque todo tiene su fin en este mundo, a la chatarra con él, y venga un reloj nuevo y bueno que ande al compás del tiempo y haga sonar las horas en sus momentos oportunos. Porque sépalo el Ayuntamiento, o quienes tengan arte y parte en el asunto, el reloj de una torre constituye un servicio tan importante como los demás servicios públicos. Al menos, todos ellos están sujetos a sus horas, esto es, a cuando él lo determina y señala>>.
Transcurrió un año y el reloj de la Catedral seguía en las mismas condiciones en que estaba. Así, en las páginas del diario “Odiel” del día 6 de noviembre de 1957 Montero Escalera decía:
<<Rueda el tiempo que es vida y muerte de las horas ambiciosas. Rueda la mente loca en su afán de un algo indefinido. Rueda el eje que mueve el trajín diario que todo lo crea y lo devora y ruedan también las manecillas del reloj de nuestra Catedral sobre una esfera quebrada, hace ya tiempo. Por esta época, hace ya un año, hubo de vibrar este “Pulso”, sacudido por igual motivo. Hoy, lo mismo que entonces, las saetas del referido reloj continúa desgranando segundos imprecisos sobre un cristal roto que se resiste, por la abulia, a perecer>>.
El día 3 de enero de 1959 la plaza de San Pedro ya estaba remozada y se convertía en una de las más bonitas y hermosas de Huelva. Pero “Flery” seguía quejándose del estado del reloj de la citada iglesia:
<<…La cuestión es tan vieja que ya se ha hecho constante, hasta el punto que el vecindario de aquella popular barriada se ha habituado –trabajo ha costado- a no levanta la vista hacia el artefacto que ocupa la turbia esfera del reloj inservible de la esbelta torre parroquial. Mas, como todos los años suelen comenzarse con el buen síntoma de las buenas rectificaciones –año nuevo, vida nueva- , es posible que el arreglo del reloj de marras o su sustitución por otro nuevo –quizás esto fuera lo más práctico-entre de lleno en el capítulo de obras nuevas y mejoras de carácter municipal. ¡Lo bien que lucirá un reloj con esfera “visible” y hora exacta en dicho lugar ahora que se aproximan las fiestas de San Sebastián!…>>.
El día 5 de abril de 1959 aparecía en el diario “Odiel” una pregunta que un colaborador le hacía el genial “Flery”: ¿Quiere usted decirme a través de su “Pulso” para que sirven los relojes públicos de las torres de Huelva? Éste contestaba:
<<…No es grave el aprieto que nos pone. Pues para lo mismo que pensaba usted al escribir aquellas dos líneas y espera sean contestadas por nosotros. Para nada. Porque un reloj que no señala la hora es, simplemente un trasto inútil y esto es lo que acontece con los relojes de las parroquias de San Pedro –éste desde hace mucho tiempo- y de la Concepción, más recientemente. Cada uno ha atornillado sus manillas en la hora y minuto que el azar quiso, y ya sólo sirven para chasco de quienes lo consultan, aunque en el pecado lleven la penitencia, porque no se libran de su correspondiente “roción “quienes se tienen o se calculan culpables de su “perenne” inutilidad.
Y conste que el reloj de la espadaña de la Santa Iglesia Catedral, lleva camino de seguir a sus “hermanos”, en cuanto que acabe de vaciársele el “ojo”, ya roto y caído el cristal de la mitad de su esfera.
Con lo mal que suenan –no los relojes porque quedaron mudos- sino los comentarios que inspiran sobre todo a los forasteros que vienen a Huelva>>.
Los relojes públicos de Huelva siempre han llevado (nos imaginamos que a los de las demás ciudades les habrá ocurrido algo parecido) etapas de funcionamientos felices y otras con el cartel puesto de “averiado” (diario “Odiel” del 12 de abril de 1959):
<<Y dale con los relojes de nuestras esbeltas y airosas torres parroquiales. ¿Qué no nos echan cuentas? Bueno, y, acaso, ¿no tenemos todos los días que llenar el hueco del “Pulso”?
Pero no, no seamos esta vez tan pesimistas. Los relojes de San Pedro y de la Concepción van a reanudar su marcha, conjunto y de común acuerdo, aunque no siempre lo estuvieron, sienten ya el hastío de estar parados y están molestos de escuchar tantas cosas “agradables” como les dicen.
Pronto, con las fresquitas del verano, ya estarán funcionando. Y, para entonces el de San Pedro, con esas dos horas y diez minutos, justas y cabales, de sus manecillas, se habrá puesto en movimiento para no alterar el horario de tantas siestas. Ni el de la Concepción con su atornillado once y veinte, contribuirá, como ahora, a posibles desavenencias conyugales que suelen darse cuando los almuerzos no están listos a su hora, ya que, consultado aquel reloj, todavía era temprano…>>.
En la sesión municipal del 22 de mayo de 1970 observamos que en los años sesenta llevaban el cometido de velar por los relojes públicos José Medel Ortega, Oficial Administrativo y Juan Castro González, Encargado de Servicios Varios del Excmo. Ayuntamiento:
<<…Dada cuenta de moción del Sr. 4º Teniente de Alcalde Delegado de Personal, por la que somete a la consideración del Pleno que habiendo desaparecido las causas que motivaron el acuerdo adoptado en sesión celebrada el día 30 de enero de 1964, sobre el establecimiento de una gratificación al amparo de lo establecido en el número tres artículo segundo de la Ley 108/63 de veinte de julio, visada por la Dirección General de Administración Local, con fecha dos de junio del mismo año a favor de José Medel Ortega, Oficial Administrativo –autor de una historia sobre el Recreativo de Huelva, añadimos nosotros- y don Juan Castro González, -célebre por las figuras de la Cabalgata de los Reyes Magos y padre de nuestro amigo Juan Carlos Castro Crespo, seguimos añadiendo- encargado de Servicios Varios, en la cuantía de cuatro mil ochocientas pesetas anuales, por el cometido de encargarse de Relojes públicos, por haber quedado las referidas gratificación subsistentes, puesto que en la aplicación del Derecho 3.215/69 de diecinueve de diciembre, no afectaba a los mismos, por unanimidad de los señores concurrentes, se acordó anular las referidas gratificaciones concedidas a favor de los funcionarios anteriormente citados y dar cuenta de este acuerdo a la Dirección General de Administración Local a los efectos procedentes…>>.
En el diario “Odiel” del 10 de julio de 1977 se pretendía que una ayuda que facilitaba el Instituto Nacional de la Vivienda se destinase a reparar el reloj de la iglesia de la Concepción:
<<Ayuda Pro Reloj. Días atrás supimos de una ayuda de un millón de pesetas para distintas iglesias de nuestra provincia, procedente del Instituto Nacional de la Vivienda. Y digo yo, ¿no habría nadie que diera una ayudita para arreglar el reloj de la iglesia de la Concepción? Podemos apostarnos algo, a que por su enclave sería uno de los más consultados de la capital>>.
Tras un período sin funcionar el sábado 21 de junio de 1997 el reloj de la Concepción volvía a funcionar. Al día siguiente, Eduardo J. Sugrañes daba la noticia en el diario “Huelva Información”:
<<El reloj de la parroquia de la Concepción volvió a funcionar ayer a las doce de la mañana, hora del ángelus, después de bastante tiempo inactivo.
A la puesta en marcha del reloj acudió el Obispo de Huelva Ignacio Noguer Carmona, y el alcalde Pedro Rodríguez, así como el párroco Antonio Bueno.
El reloj vuelve a poner la armonía de los toques de las campanas en la céntrica calle de la Concepción. Aunque hay que destacar que además de dar lo clásico de un reloj de estas características, como las horas, los cuartos y las medias, el de esta iglesia, por su especial advocación a la Inmaculada Concepción, primer templo con este titular en toda España, tendrá la melodía del “Ave María” popular y tocará en las horas del ángelus, a las ocho de la mañana, a las doce del mediodía y a la siete de la tarde.
Sin duda, un toque especial éste del reloj de la parroquia de la Inmaculada de Huelva>>.
Reloj de la S. I. Catedral
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Debemos aclarar que la iglesia de la Merced fue elegida por su trayectoria histórica y su belleza como Catedral al ser desgajada la diócesis onubense de la Archidiócesis de Sevilla el 26 de noviembre de 1953 y se estrenó como catedral de Huelva el día 15 de marzo de 1954.
Sabemos con exactitud que en febrero de 1890 existía un reloj en la fachada de la Merced si atendemos que en la sesión municipal del día 1’ del citado mes, se le quería instalar el de la iglesia de la Concepción. Ignoramos lo que pudo ocurrir después. En la sesión del 20 de enero de 1910 se designa por el Ayuntamiento al concejal don Ramón Pardo para que gestionara de la Diputación Provincial la instalación de un reloj público en la iglesia de la Merced:
<<…Designar al Sr. Concejal don Ramón Pardo para que gestione cerca de la Excma. Diputación Provincial autorice la instalación de un reloj público en la iglesia de la Merced, así como para que dicha Corporación contribuye a los gastos que ocasione esta mejora que redunda en beneficio de la comodidad del vecindario…>>.
Esta referencia sobre la instalación del reloj en la iglesia de la Merced queda confirmada en la sesión del día 27 de agosto de 1910:
<<…Se acordó que pase a informe de la Comisión de Hacienda un escrito de don José Vélez pidiendo se le abone la cantidad de dos mil pesetas a cuenta del importe total del reloj que ha de instalase en la iglesia de la Merced…>>.
En la sesión municipal del día 10 de marzo se aceptaban todas las condiciones entre Ayuntamiento y Diputación Provincial:
<<…Aceptar las condiciones establecidas por la Comisión Provincial por virtud de las cuales dicha Comisión acepta la instalación de un reloj público en la iglesia de la Merced, cuyo costo y su colocación subvencionará el Ayuntamiento con un cincuenta por ciento sin que en ningún caso tenga ulterior intervención el Ayuntamiento en lo que pueda afectar a dicho reloj pudiendo libremente la Comisión Provincial ordenar lo que se refiera a emplazamiento, orientación y demás en todo tiempo, pero entendiéndose que el emplazamiento y orientación ha de hacerse en forma que los vecinos puedan disfrutar de las ventajas de la instalación de dicho reloj…>>.
A través de Oficios y Minutas número 197, del A. M. H., quedamos enterados de la urgencia de esta colocación en la iglesia de la Merced en la que el Gobernador se dirige al Alcalde, en 30 de marzo de 1910, en la forma siguiente:
<<…La Comisión Provincial con fecha 22 del actual me comunica el siguiente acuerdo: “Dada cuenta de una comunicación del Sr. Alcalde de esta capital trasladando acuerdo de la Corporación por el que se aceptan las condiciones acordadas por este cuerpo en sesión de 28 de febrero último para la colocación de un reloj en la fachada del Palacio Provincial; previa declaración de urgencia y sin perjuicio de dar cuenta en su día a la Excma. Diputación, esta Comisión Provincial ha acordado autorizar al presidente para que lleve a efecto las gestiones necesarias a fin de adquirir el reloj expresado y ordene lo que estime oportuno para que se lleve a efecto la instalación del mismo…>>.:
Montero Escalera sin ser relojero “tocaba” todos los relojes. Así, el día 12 de diciembre de 1956 decía del reloj de la Catedral:
<<Las doce campanadas del tiempo llueven sobre los hombres implacables como un trasunto de las horas idas. De ahí el que las manecillas del reloj cuando llegan a alcanzar el cenit de la esfera, después de un viajar inmenso por los espacios infinitos de lo eterno, se fundan en una sola, empeñadas en detener el inquieto afán de los duendecillos que las hacen girar carcomas, hambrientas, de vida y de años.
Junto al reloj es cierto que se nace y se muere, pero se muere más que se nace, si se tiene en cuenta la acusada abulia de las generaciones que se suceden en este mundo, cada vez más viejo para el que no habrá un resurgir el día del juicio final.
Motiva lo que antecede la rotura del cristal del reloj de nuestra Catedral. La esfera se halla partida, en forma de cuadrante, de las doce a las tres. Las agujas resbalan por ella temerosas de caer en el vacío. No importa esto, pero sí el que la esfera, rota, se venga toda al suelo con peligro para los viejos que toman el sol en los porches del templo y para los que atraviesa el atrio para rezar a Dios>>.
En el apartado “Punto y Hora” del diario “Odiel” se ponía en atención a los lectores de que el infalible reloj de la Merced estaba sin funcionar (20 de octubre de 1965):
<<.Reloj parado. Desde hace unos días vemos observando que el reloj de la Merced (Santa Iglesia Catedral) se encuentra parado.
El hecho nos ha extrañado; el reloj de la iglesia de la Merced es sin duda alguna el más regular y exacto de nuestra ciudad. Pocas veces al año se para y cuando ello sucede prontamente se repara la avería para que siga siendo el pulso de las horas onubenses en la plaza y “bario de las bellas palmeras” como dijera el poeta.
¿Las lluvias? ¿Algún serio trastorno? La cuestión es que desde el sábado las manecillas del reloj juega un extraño correr por la esfera sin que ellas estén de acuerdo con la luz solar y con el paso del día y de la noche.
Mucho nos alegraríamos que al salir estas letras, nuestras palabras fuesen solo un recuerdo y estuviese en marcha. El reloj de la Catedral rige la vida de un sector populoso de nuestra Huelva, ya que al estar situado sobre alta y esbelta torre, en un sector bajo de la capital, su sonido se extiende por toda la Vega, Molino y barriada de las Colonias.
La cuestión cae dentro de las atribuciones del Cabildo catedralicio y sabemos que muy pronto tendrá solución, si ya hoy no la tiene.
El punto y hora –que no es la hora en punto- de la actualidad de hoy, ha querido tocar este tema que creemos es de necesidad para muchos onubenses>>.
El diario “Odiel” de fecha 10 de marzo de 1977 informaba sobre la instalación de la nueva esfera en la Santa Iglesia Catedral:
<<La hora nueva. En la catedral ya se ha colocado la esfera del nuevo reloj, que marcará las horas nuevas de la historia del remozado templo>>.
El misterio del reloj de la Catedral no había nacido en albores muy remotos, ni mucho menos. Y no se sabía si intervenía un solo autor o varios, pero el hecho parecía dedicado a la exégesis no ya de un texto bíblico sino a la confabulación que imprimía una misteriosa luz al caduco reloj. Y cada mañana a todo aquel que pasaba por las cercanías de la Catedral le era imposible huir de la impresión misteriosa que producía ver encendido un reloj que estaba en un edificio que había quedado cerrado a raíz del célebre terremoto de hacía unos años. Este misterio llamó la atención al reportero del diario “Odiel” quien lo trasladaba a dominio de los lectores el día 2 de abril de 1972:
<<… ¿Quién enciende el reloj de la Catedral? Desde aquel tristemente recordado primero de marzo de 1969, la Santa Iglesia Catedral queda cerrada como consecuencia del terremoto, el reloj ha venido marcando fijamente una hora durante estos últimos tres años. Pues bien las agujas parecen ser han dado un pequeño salto de quince minutos y ahora marcan las seis menos cuarto. Esto por sí solo no es curioso, sino lo más es que ahora por las noches, alguien enciende el reloj de la Catedral, que naturalmente sigue parado. ¿Cuál es el motivo? No lo sabemos. Pero el caso es digno de anotar en esta miscelánea local. ¿Lo encendieron el pasado Miércoles Santo…y se olvidó apagarlo? La cuestión es que todo quien pasa por las noches por la Plaza de la Merced, mira el reloj, creyendo que por fin se arregló y la decepción continúa al ver que se encuentra parado, pero encendido. El hecho no tiene mayor trascendencia, pero quizás venga bien y dé pie a quien corresponda para que se le dedique un poco de atención al mejor reloj público que había en la ciudad. Y que hace tres años está parado, aunque ahora, algún espíritu burlón le dé por encenderlo por las noches>>.
En la Nochevieja de 1996 los vecinos de La Merced se disponían a recibir el año ante el reloj de la catedral. Para lograr este objetivo, ya habían conseguido que el citado reloj las campanas marcarán hasta las 24 horas. El sábado 28 de diciembre de la citada datación el extraordinario periodista del diario “Huelva Información” J. Enrique Morán decía:
<<La Asociación de Vecinos de La Merced está dispuesta a establecer una tradición en Nochebuena: que los onubenses acudan al reloj de la catedral de La Merced para que allí, al son de las doce campanadas y con las consiguientes uvas, reciban el nuevo 1997. Para ello ya se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento que habilitará iluminación adicional para dar una mayor relevancia al siempre emocionante momento.
Hace ya algunos años, la anterior Corporación local intentó que los onubenses recibieran el nuevo año delante del edificio del Ayuntamiento. Fue un intento fallido. Sin embargo ahora ha surgido una nueva iniciativa tanto por quienes la quieren poner en marcha, como por el emplazamiento.
Por lo que respecta al primer aspecto, la idea de recibir el nuevo año en la calle y en concreto, delante de un reloj, ha surgido de la junta directiva de la Asociación de Vecinos de la Merced, como señaló uno de sus miembros, Antonio Sánchez. La iniciativa ha sido posible, entre otras cosas, gracias a la reparación del reloj de la catedral de la Merced “uno de los pocos relojes que funcionan en esta ciudad”, en palabras de Sánchez.
Una de las primeras cosas que se les ocurrió a los integrantes de esta asociación fue compartir la idea con los responsables del Ayuntamiento. Sánchez dijo que la propuesta había tenido allí una buena acogida y de hecho, la colaboración desde la Corporación local, a través de la Delegación de Infraestructura, se va a materializar en la instalación de dos focos que permitirán una mayor visibilidad del reloj de la fachada del templo. El segundo paso que la asociación de vecinos dio fue la de transmitir la idea entre los establecimientos del barrio “y parece que la idea ha levantado cierto interés y hay bares que estarán abiertos en Nochevieja”.
Sin embargo, la invitación de la asociación no sólo es para los vecinos del barrio sino que se extiende a todos los onubenses.
Asimismo, han hablado con el párroco de La Merced para que el reloj marque la hora hasta la medianoche lo que ya es una realidad ya que hasta hace unos días, la campana sólo marcaban hasta las veintitrés horas>>.
En los primeros días de 1997 se creyó conveniente cambiar el sonido tradicional del Big Ben londinense, que se había estrenado unos meses antes, por un sonido diferente, nada más y nada menos que el soniquete del fandango de Huelva. Todas estas vicisitudes musicales del reloj de la S. I. Catedral quedaban perfectamente comunicadas a los lectores del diario onubense “La Voz”, en su edición del miércoles 21 de enero de 1997, por la periodista Maite Rosado:
<<…Las campanas de la catedral de la Merced de Huelva tendrán un toque más personalizado a partir del mes que viene cuando se cambiará el toque tradicional del Big Ben londinense por la musiquilla del soniquete del fandango tradicional de Huelva.
El toque rememorará concretamente un fandango del cantaor onubense Paco Isidro que dice:
“Cuando salí de mi Huelva
Volví la cara llorando”…
y que es popularmente conocido por todos los onubenses.
Según nos dicen fuentes confidenciales de “La Voz”, el soniquete del fandango que emitirán las campanas del Cabildo onubense respeta la primera y tercera parte de este fandango típico de Huelva.
La propuesta se ha llevado a cabo a través de una idea que ha partido de la Academia de Bellas Artes, Buenas Letras y Ciencias de Huelva, propuesta por un conocido etnógrafo onubense que al pasar por la Plaza de la Merced y escuchar el toque, no se le ocurrió otra cosa más original que grabar en un carrillón el toque del fandango de Huelva. La idea ha sido muy bien acogida por la iglesia que ha aceptado sin inconveniente el cambio del toque. El objeto de este cambio del toque de campanas, ya aprobado por el Obispado y que se llevará a cabo el mes que viene, obedece al deseo de personalizar el toque de campanas de la catedral de Huelva, dándole un toque no sólo original sino personal a la capital onubense.
Esta personalización del toque de campanas está siendo muy bien acogida asimismo por las diferentes ciudades andaluza como una manera de identificar su cultura autóctona. De este forma, en un campanario de la ciudad de Córdoba, las campanas emitirán el sonido de unas soleares.
El carrillón, grabado por el prestigioso y reconocido Manuel Garrido Palacios, fue entregado en el Obispado el pasado día 10 de enero. Posteriormente se ha llevado a un estudio para perfeccionar el sonido.
Actualmente, el campanario del cabildo de la Merced de Huelva emite dos sonidos. A mediodía suena el Ave María y, por la tarde, el sonido tradicional del Big Ben de Londres. Las autoridades eclesiásticas han considerado oportuno este cambio por la melodía tan manida que emite el reloj del campanario.
A partir del mes que viene, el reloj de la Catedral, que se estrenó hace unos meses, emitirá a compás del fandango de Huelva>>.
El lunes 31 de marzo de 1997 se inauguraban los nuevos sonidos del reloj de la Catedral. Al día siguiente el diario “Huelva Información” le dedicaba unas palabras:
<<El reloj de la catedral de Huelva da desde ayer las horas por fandangos. La idea partió en su momento de Manuel Garrido Palacios, que se ha basado en el primer y último verso de un fandango popular, y fue acogido satisfactoriamente pro el Obispado. A la una del mediodía de ayer el nuevo sonido fue escuchado en buena parte de Huelva, ante la lógica expectación>>.
El diario “La Voz de Huelva”, en la misma fecha, también se hacía eco de que las horas en la capital habían empezado a contar el tiempo a ritmo de fandango antiguo:
<<Las horas en la capital serán más huelvanas que nunca, después de que el reloj de la catedral de La Merced comenzara ayer a contar el tiempo por fandangos. Esa es la intención del obispado onubense, para quien las horas, a partir de ahora, serán “horas de Huelva”.
A las trece horas se iniciaba una música que acompañará a los capitalinos al son de un fandango tan viejo que muchos no lo recuerdan ya que sonó reducido en sus tercios primero y último. El toque se interrumpió entre las doce de la noche y las nueve de la mañana para respetar el descanso de los ciudadanos. El etnógrafo onubense Manuel Garrido Palacios ha sido el promotor de una idea que ha podido realizarse gracias a la Academia de Buenas Letras, Bellas Artes y Ciencias de Huelva “con el propósito de dar un color local propio al anuncio de las horas”, según señaló el presidente de la Academia y responsable de prensa del Obispado, José María Roldán>>
Cuatro años más tarde decía José Fernández Salcedo en el diario “Huelva Información”:
<<…En definitiva, no se puede vivir sin los relojes. Toda persona que pase por nuestra Plaza de la Merced, se dará cuenta de la situación en que se encuentra el de la catedral. Se le han caído todos los números y las manecillas.
Pero se resiste a morir y sigue dando las campanadas, aunque con la esfera totalmente en blanco. Un reloj, característico de tan emblemática plaza, que deleitaba a propios y extraños, con un bonito fandango, al dar las horas, no puede permanecer en esas condiciones.
Para seguir así mejor parado. Y en este caso el dicho popular se haría realidad: Estás más parado que el reloj de la catedral”>>.
Desde hace quince años, los habitantes de aquel simpático y populoso barrio, saben valorar, con las doce uvas o sin ellas, la magia que a diario nos cede el entrañable reloj de la Santa Iglesia Catedral.
Tenemos que añadir a esta lista de “Relojes Oficiales” otros que también han ayudado a que el tranquilo transeúnte conociera la hora de inmediato: Estación de Autobuses de la Empresa Damas, Estación de Zafra y el simpático reloj de Joyería “París”, entre otros.
1 comentario en «Historia de los Relojes de Pared o Murales onubenses (y II)»
maravilloso trabajo de la historia de nuestra Huelva, gracias Antonio