Ana Rodríguez. Cuenta la leyenda que en la víspera del Día de Todos los Santos, por la noche, los espíritus acuden a las casas de sus familiares a visitarlos. Si encuentran una vela encendida en su memoria, el espíritu se va y no perturba la paz de sus allegados pero, si no, les molesta y provoca horribles pesadillas. Por historias como ésta, la fecha del 1 de noviembre está ligada a brujas, duendes y almas errantes, pues hablar de la muerte es hacerlo también de lo desconocido y del halo de misterio que rodea al más allá. ¿Habrá vida después de la vida? Muchas personas aseguran haber tenido contacto con individuos fallecidos, incluso hay lugares que parecen estar ‘encantados’, pues son espacios en los que dichas experiencias acontecen o han acontecido de forma recurrente. Veamos algunos de estos casos en la provincia onubense.
Si hablamos de fantasmas o espíritus en Huelva capital, la mente se nos va irremediablemente al antiguo edificio del hospital Manuel Lois, derribado hace unos años. Fernando García Rodríguez, investigador de fenómenos anómalos con gran experiencia dentro de la Parapsicología práctica, ha estudiado en profundidad el tema de las apariciones en esta construcción. Al respecto comenta que “quizá la leyenda más popular que circula por todos los lugares del mundo sea la de la aparición de ‘La dama de blanco’. Sin entrar en detalles de esta historia popular, su origen en el desaparecido hospital Manuel Lois viene de supuestas apariciones que algunos de los chavales que lograron colarse en su interior decían haber visto cuando se encontraban entre la tercera y la cuarta planta. En la mayoría de las ocasiones divisaron una figura femenina provista de un ropaje blanco o azulado que recorría los pasillo del hospital. Se dice también que algunos de los miembros del servicio de Urgencias que trabajan a las espaldas de este hospital llegaron a escuchar llantos y quejidos de una mujer que les hizo padecer crisis nerviosas”.
Sin embargo, García asegura que “los sonidos que se escuchaban eran sólo las exageraciones de la leyenda urbana y ninguno de los médicos fue presa de ningún ataque de histeria ni tuvo que solicitar la baja médica por estos motivos tan fantasmales”. También desmiente la presencia de espíritus en el interior, algo que jamás se ha probado: “lo más parecido que existe en la realidad con ‘La dama de blanco’ es que hubo un tiempo en que alguna monja hacía las labores de ayuda con algunos pacientes y originariamente se la veía ir de una habitación a otra”.
Sin embargo, a este respecto el experto ha recabado un testimonio interesante que se remonta a un paciente que se encontraba hospitalizado. Como afirma García, “recibió por la noche la visita de esta monja en su habitación y le tomó la temperatura y observó su estado de salud. A la mañana siguiente, cuando el médico realizaba las correspondientes visitas, este hombre le dijo que se encontraba bien, y que ‘la hermana’ ya le había diagnosticado su estado pocas horas antes. En ese momento el médico se le quedó mirando fijamente y le confesó que aquello no podía haber sido posible, puesto que aquella monja a la que se refería ya había fallecido”. Así pues, quitando este testimonio, que “bien podría tratarse de un sueño”, Fernando García atribuye los fantasmas del Manuel Lois a la exageración popular.
Damos ahora un salto y nos ubicamos en otro lugar de la capital onubense: la plaza de La Merced. Allí se encontraba un antiguo convento mercedario en el edificio donde hoy se ubica la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad de Huelva, otro de los puntos donde varias personas aseguran haber tenido encuentros con personas fallecidas. El catedrático Juan José García del Hoyo fue decano de esta Facultad en torno al año 1992, cuando La Merced acababa de ser restaurada y la UHU ocupó este espacio. Él afirma que jamás vio nada raro, pero sí hubo personal de la Universidad que se quejó de los sucesos que allí acaecían de noche, llegando algunos incluso a dejar el trabajo por “no poder con aquella situación”, comenta García. En una ocasión, les indicaron a las limpiadoras del turno de noche que tuvieran sólo las luces encendidas de la sala donde estaban trabajando para ahorrar energía y éstas dijeron que no las apagaban por miedo a la monja con dos niños de la mano que se les aparecía en los pasillos. La afirmación es aún más desconcertante si cabe habida cuenta de que las empleadas eran de origen egipcio y desconocían los viejos usos del edifico de La Merced.
También en la Facultad de Empresariales, los vigilantes nocturnos veían cómo las luces de la centralita de determinados teléfonos se encendían y apagaban sin que hubiera nadie en esos despachos que, curiosamente, estaban ubicados en lo que antaño había sido el mortuorio. Según el catedrático, “aquello sería sugestión, al ser un edificio grande y de noche se puede tener cierto miedo o psicosis. También por su pasado, pues el actual campus de La Merced era un convento mercedario en el siglo XVII, luego cuartel de caballería, la sede de la Diputación y antes que ahora un hospital”. El caso es que, con el tiempo, los supuestos fantasmas dejaron de mostrarse y las quejas del personal desaparecieron. Un detalle curioso que comenta García del Hoyo es que, durante las últimas reformas, la constructora encontró a media altura dentro de las columnas como pequeños nichos llenos de nueces, “que no sabemos a qué corresponderían. Puede que fuera un sistema antiguo de construcción pues el edificio tiene más de 300 años”, afirma.
Abandonamos la capital y nos acercamos hasta la carretera que une la N435 con Berrocal. Allí se encuentra la antigua aldea de Membrillo Bajo, un caso tan terrorífico que hasta el programa Cuarto Milenio, conducido por Íker Jiménez, se interesó por lo acontecido en la misma. El onubense Ignacio Garzón -gestor cultural aficionado a la investigación de misterios y autor del libro De Tartessos a Marte– cuenta que en este lugar nueve milicianos falangistas protagonizaron una cruenta matanza durante la Guerra Civil, acabando con la vida de casi todos los habitantes de la aldea, que rondaban el centenar. En el documento audiovisual que emitió Cuarto Milenio entrevistaban a uno de los pocos supervivientes de aquel acontecimiento, así como a diversos vecinos que aseguraban haber visto figuras antropomórficas por entre las ruinas del poblado, ruidos de movimientos entre las piedras, además de luces extrañas.
Garzón afirma que los mismos “rumores sobre presuntos hechos se repite en diversas localidades de la geografía nacional, como Belchite u otras, que también se han despoblado por culpa de una matanza”. La curiosidad por averiguar si hay algo de verdad tras estas historias ha empujado a muchas personas, la mayoría de ellas aficionadas a los misterios, a realizar psicofonías y tomar imágenes en busca de alguna prueba. Una de ellas es Francisco Pérez, maestro jubilado además de autor de varios libros como Huelva: guía para visionarios, Grial o El juego de la oca.
En una ocasión, Pérez acudió con un grupo de amigos a la Peña de Arias Montano, “hace 15 años colocamos un magnetófono de casete con cinta virgen dentro de las cuevas de la Peña de Alájar. Las dejamos en un sitio sin contaminación acústica del exterior y volvimos al día siguiente para recogerla. Cuando la escuchamos se oían de forma ocasional ruidos de tambores y voces”. También nos cuenta su experiencia en este sentido el almonteño Rafael Díaz: “antes de meterme en política, en los años 70, pertenecía a un grupo del que también formaban parte el profesor Manuel Osuna Llorente, el meteorólogo Julio Marvizón, el médico Enrique Vila y el locutor Antonio José Alés. Hacíamos investigaciones de campo y nos encontramos con muchas cosas interesantes”.
Uno de sus experimentos fue recogido por Julio Marvizón en el libro El Condesito. “Fue una noche que pasamos haciendo psicofonías y fotos con una película de infrarrojos en una finca situada entre Almonte y Rociana que se llamaba ‘El Condesito’. Registramos varios sonidos y una foto en la que salía el busto de un ser”. Además, como en toda la geografía, en la provincia de Huelva existen historias en torno a fantasmas y seres míticos. Una de ellas nos la refiere Ignacio Garzón, es la de las marimantas. «En la Sierra tenemos una leyenda que no sólo se da en esta zona sino también en diversos puntos de la provincia y en el sur de Extremadura. En algunas ocasiones, en un día desapacible, al caer la noche o ya de madrugada, un ser pasea por las calles cubierto con una sábana blanca y un farol en la mano. A este personaje mítico en Aracena lo llaman la marimanta, aunque en otras zonas como La Palma del Condado o Valdelarco lo denominan pantasma«.
Sin embargo, la explicación que se da a las mismas es mucho más terrenal que espiritual. «Se dice que eran personas que intentaban espiar a alguien y usaban ese atuendo para no ser reconocidos. Algo muy torpe por su parte. También se comenta que era propio de personas que frecuentaban prostíbulos o que tenían relaciones extramaritales y que empleaban este sistema para evitar ser pillados en sus correrías. Finalmente, está la hipótesis de que podría ser la manera de asustar a alguien que no te cae bien», afirma Garzón. Espíritus, almas, fantasmas… la mayoría de sus avistamientos tienen explicaciones plausibles basadas en la lógica y la razón, a pesar de que hay espacios en los que su presencia es más frecuente que en otros, quizá porque las características de los mismos –lugares oscuros, grandes, con usos vinculados a la muerte, en los que han sucedido trágicos acontecimientos, etc.- den pie a la imaginación del ojo que mira. En cualquier caso, vaguen por la tierra o estén en un lugar mejor, el 1 de noviembre es un gran momento para recordar a todas las almas, poniendo el énfasis en lo que nos aportaron sus vidas y no en el vacío que dejaron con sus muertes.