A.R.E. Hablar de flamenco en Huelva ha sido en las últimas décadas hacerlo de su fandango y del máximo exponente del mismo, según muchos entendidos, Paco Toronjo. Pero ¿siempre ha sido este palo el rey en nuestra tierra? El onubense Diego Carrasco afirma que no, una negativa fruto de cinco años de investigación y cuyos datos más interesantes serán expuestos por su propio autor este 28 de octubre a partir de las 21.30 horas bajo el título ‘Huelva… más allá del fandango’ en la Tertulia Flamenca de Las Colonias, de la que Diego es socio desde hace una década.
En esta conferencia, Carrasco reivindicará la historia del flamenco en Huelva, pronunciará los nombres de grandes olvidados que se dedicaron a este arte, tanto profesionales como aficionados anónimos, abordará los palos que cantaban, cómo lo hacían, cómo fueron sus carreras y pondrá sobre la mesa datos que desmentirán fechas y creencias dadas tradicionalmente por válidas.
Y es que, la gran aportación de este estudioso del flamenco son sus fuentes. Como él mismo explica: “hasta hace unos 30 años, toda la investigación flamenca se hacía por transmisión oral y eso es como el juego del teléfono, que al último no le llega ni el 10% del mensaje original. Había muchos errores, en los cantes, fechas, carreras artísticas, dónde se movieron, a quién escucharon, estilos, atribuciones de cante…”. Por este motivo, y quizá influido por su profesión -Diego es licenciado en Derecho y funcionario de carrera- quiso buscar documentos que certificaran o desmintieran esas creencias populares.
Para ello acudió a archivos municipales y provinciales en busca de padrones y registros, y a distintas fuentes bibliográficas, como las hemerotecas, analizando los diarios La Provincia (1880 – 1937) y Diario de Huelva (1908 – 1942), correspondientes a la época en la que ha centrado su estudio, finales del siglo XIX y principios del XX.
En este sentido, el onubense ha querido seguir los pasos de investigadores del flamenco como José Luis Ortiz Nuevo, Blas Vega o Eugenio Cobo, quienes en los años 80-90 cambiaron en sus respectivas ciudades el tradicional método de estudio de este arte, la ya citada tradición oral, por los ‘papeles’, logrando modificar teorías anteriores gracias a sus rastreos en prensa y archivos. “En Huelva esto prácticamente no se ha hecho, por eso se piensa que sólo ha existido Paco Toronjo y el fandango y aquí se han cantado muchas cosas. Sí es verdad que el fandango flamenco lo crearon entre varios cantaores de Huelva, pero Huelva era flamenca antes y lo sé porque hay pruebas”, reconoce convencido Carrasco.
Así, Diego habla de los documentos que ha localizado, y que van más allá de lo que alcanza la memoria: “mucha gente piensa que antes de que Antonio Castillo Melero, que era de Barbate, llegara a Huelva en los años 30, aquí no se cantaban todos los palos, y no es verdad”. Recortes de periódicos y otras fuentes bibliográficas halladas por el onubense demuestran que en la capital profesionales como Rengel o Rebollo, y también aficionados, se arrancaban por soleás, seguiriyas, serranas, tangos, malagueñas… “Antonio Mairena decía, sin ir más lejos, que Rengel era el mejor cantaor de serranas que ha habido nunca”, afirma el investigador.
Uno de los documentos que Carrasco aportará en su charla en esta línea son recortes de la prensa onubense del año 1923, en el que se celebró en la plaza de toros de Huelva un importante certamen de cante organizado por la Hermandad de los Judíos. En la parte de profesionales, fuera de concurso, participaron destacadas figuras como Manolo Caracol, que por aquel entonces tenía 14 años, Vallejo, Manuel Torres, Manuel Centeno, Rafael Ramos ‘Niño Gloria’, La Perla de Triana y Don Antonio Chacón. En el concurso, se enfrentaron aficionados de Huelva que cantaron por soleas, seguiriyas, malagueñas, taranto y fandango, ganando Antonio Rengel (con 19 años) por el primer palo. “Venció por solea, no por fandango”, apostilla Diego, “y al año siguiente lo hizo Antonio Garrido, otro gran aficionado de Huelva que pocos conocen, y también fue por solea”.
Asimismo, el investigador también ha localizado en la prensa noticias que hablan de los distintos espacios, tabernas y cafés cantantes, a los que la gente acudía para entonar uno u otro palo. “Me interesa la gente, el ambiente, los sitios donde se cantaba. Tuvimos muchos cafés cantantes, yo tengo registrados entre 15 y 20 entre finales del siglo XIX y principios del XX. Uno era el del sevillano Silverio, de 1885, en la calle Tendaleras; otro era el ‘Salón la Concha’, aunque le decían el café / baile de Perico ‘Sochantre’, en la calle Gran Capitán, por el que pasaron grandes cantaores entre 1910 y 1912; o el Café Novedades en la calle Béjar”, explica Carrasco.
En todos estos establecimientos, muchos de ellos desconocidos hasta ahora, profesionales y aficionados se daban cita para deleitar al público, cuyas principales aficiones por entonces eran el flamenco, en su abanico de palos, y los toros.
Pero además, la labor de investigación Diego ha servido para rescatar del baúl a artistas anónimos, que fueron muy conocidos en su época, aunque sus nombres no hayan tenido la difusión posterior que merecieran: “cantaores olvidados de Huelva que fueron, y lo sé por testimonios de prensa, grandes cantaores”, puntualiza Carrasco. Ejemplos como José Muñoz ‘El feo’, Manuel Mora ‘El comía’ o Antonio Garrido, quienes tenían sus respectivos trabajos y, aparte, cantaban y actuaban. Como señala el investigador: “en el aguaducho de la Plaza de las Monjas en 1898 se reunían aficionados de Huelva y se arrancaban por tangos y malagueñas y esto lo ha recogido en uno de sus libros Martínez Navarro”.
Otro de los aficionados del que posee mucha información el onubense es de José Pérez de Guzmán, un cantaor aficionado que pertenecía a las clases altas. La recurrente presencia de éste en la prensa la achaca el investigador a su origen, pues “la prensa estaba hecha por y para las clases dominantes, porque la gente humilde no sabía leer”.
Sin embargo, la afición por el flamenco no entendía de clases sociales, habiendo amantes del cante entre alcaldes, médicos, abogados… En esta línea, Carrasco recuerda que el presidente del jurado del certamen antes citado fue, en su edición de 1924, el juez y magistrado Manuel Siurot y también ofrece un curioso y desconocido dato, que Miguel Báez Quintero, el fundador de la saga de Los Litri, no sólo era un gran aficionado, sino que además cantaba bastante bien, al igual que el mozo de espadas de su hijo Manolo, al que apodaban ‘El Salao’.
A través de los testimonios escritos en prensa, Diego ha podido conocer cómo cantaban, dónde y qué palos estos no profesionales del flamenco de la época, pero no existen –al menos que se conozcan hasta la fecha- grabaciones de ellos. A los que sí hemos podido escuchar, porque sacaron sus discos, es a otros flamencos de entonces que hicieron carrera artística. Hablamos de José Rebollo, Antonio Rengel y Paco Isidro, en cuyas vidas también ha indagado Carrasco.
El investigador afirma que en los discos de estos cantaores “hay mucho fandango, pero también otros palos”. En esta línea, explica que en el siglo XIX, el fandango era un baile popular, parte del folklore, “que es la reminiscencia del pueblo”, y que gracias a estos artistas flamencos de Huelva, se modificó en el primer cuarto del siglo XX y se aflamencó para convertirlo en un arte, que cada cantaor hacía a su manera.
Posteriormente, en los años 20, Carrasco destaca que el fandanguillo o fandango de Huelva se instaló como una moda y el público, allá donde se cantaba, lo demandaba. Por eso los artistas comenzaron a interpretar, especialmente, este palo, porque lo solicitaban sus seguidores, alcanzando la enorme difusión que tuvo posteriormente. “Gente de fuera, sobre todo de Sevilla, venía a Huelva a escuchar fandangos. Los cantaores sevillanos, como Marchena o Vallejo, bebieron de los cantaores de Huelva, de Rengel y Rebollo”, reconoce el investigador.
Y hablando de Rengel, una de las creencias que Diego desmentirá durante su conferencia es la fecha de nacimiento de éste. Desde que Juan Gómez Hiraldo, informado por alguien de la familia del cantaor, la estableciera en 1904, no se ha cuestionado este dato. Sin embargo, Carrasco ha localizado el acta de nacimiento del artista, donde figura que nació el 27 de agosto de 1903. Algo similar pasa con Rebollo, cuyas fechas de nacimiento y muerte conocidas (1895-1938) tampoco son correctas según ha podido confirmar Carrasco… aunque quienes quieran saber las verdaderas tendrán que pasarse por la Tertulia de las Colonias el día 28.
“Las actas de nacimiento y defunción o el saber dónde vivían de verdad son pequeños detalles, lo importante son las transmisiones del cante, el saber con quién cantó, las atribuciones… en este sentido, la fecha de defunción, por ejemplo, es importante porque te permite saber a quién escuchó”, explica el onubense.
Por otra parte, Diego también reivindica en su trabajo la figura de Trinidad y Dolores Parrales Moreno, conocida esta última como ‘La Parrala’, pues a pesar de que ambas hermanas triunfaron en su época como cantaoras, sobre todo Dolores, que llegó a actuar en toda Europa, poco se sabe de ellas.
En suma, la afición al flamenco de Carrasco lo ha llevado a indagar, por sus propios medios y por amor a este arte, en los ‘papeles’ que se conservan sobre esta disciplina en relación a la capital onubense. Echándole paciencia ha logrado demostrar que “la historia del flamenco de Huelva es más de lo que la sociedad pensaba. Yo soy el primer defensor del fandango y de que ese arte lo crearon Rebollo, Rengel, Isidro, ‘El comía’… ellos fueron los pioneros, los primeros. Pero también hay que saber que antes del fandango Huelva ya era flamenca, que aquí se cantaban todos los palos”.
1 comentario en «El investigador Diego Carrasco reivindica el flamenco en Huelva más allá del fandango»
Quisiera información de toda la discografía de teresa real de huelva