Luís Biedma Pérez. Tardes de verano, recién comenzados los años sesenta. Una chiquillada de variopintas edades corremos tras el balón en un improvisado campo de futbol, construido una y otra vez en un descampado, rodeado de casas, que existía en un lateral de la calle Sagasta. Mis recuerdos me dicen, que tras el inacabable partido, recuperábamos el aliento sentados en la acera, frente a aquella interminable bodega que parecía engullir toda la calle. Esas son mis primeras sensaciones de la que llamábamos la Bodega de Domecq.
El tiempo ha avanzado, inexorable, pero cada vez que paso junto a ella mi vista se recrea contemplándola. Desde aquellos lejanos tiempos, con el paso de los años, sólo logré recoger un retazo de información aquí, otro allá, de personas que la habían conocido trabajando en sus vendimias y elaborando sus vinos. Un día pude ver documentos que mostraban su nacimiento y desarrollo. Y es esa pequeña historia la que hoy os cuento para que todos podamos valorar la suerte que tenemos de que aún permanezca con nosotros y no perdida en el olvido, como le ocurrieron a tantas otras bodegas que no supimos o no quisimos proteger.
Nos encontramos en el último cuarto del XIX, época de esplendor del negocio vinatero local. La filoxera ha dañado gravemente los viñedos franceses pero el elevado volumen de comercialización de sus vinos por todo el mundo hace necesario un continuo abastecimiento de mostos para poder seguir elaborándolos. La compra de los mismos en el extranjero se convierte así en una prioridad y nuestro Condado aparece como uno de sus puntos de extracción. Es en estos años cuando a una exportación selectiva y de alta calidad realizada por algunas empresas bollulleras se unirá otra exportación masiva de nuestros mostos al vecino país, aprovechando la favorable coyuntura que se presentaba.
Por aquellas fechas las dos familias que se disputaban, a nivel local, el predominio en la comercialización de nuestros vinos, eran los Penillos y los Neble. Continuaremos nuestra historia centrándonos en la primera de ellas.
Los hermanos Penillos, desde la muerte del padre y fundador del emporio familiar, don José María Penillos Ruíz, ocurrida recién traspasada la mitad del XIX, han mantenido unido el capital heredado mediante la creación de una Sociedad familiar para la gestión de dichos bienes. Su cabeza visible era don José María Penillos y Pichardo. Dotado de grandes dotes para las actividades comerciales, aunaba los esfuerzos por engrandecer el patrimonio heredado por la familia con otros negocios particulares fuera del ámbito de la Sociedad creada con sus hermanos. Sus negocios eran múltiples y variados. En el ámbito vinícola poseía bodegas en diversos puntos de nuestra localidad como las de la calle Rociana, San José o San Vicente en donde elaboraba una amplia gama de vinos, aguardientes y vinagres. Para ello se abastecía tanto de su propia producción, que era considerable, como por compra de uva y mosto a otras bodegas menores y a un entramado de pequeños productores en régimen de inquilinato.
Aprovechando los aires favorables que impulsaban el negocio del vino, don José María Penillos decide embarcarse en una nueva aventura comercial. El 22 de enero de 1885 se reúnen con él, en su domicilio familiar de la calle Labradores, su sobrino don Miguel Ayala y Penillos y don Esteban Romero Moreno, vecino de Bollullos y dedicado a la comercialización de vinos. Los tres firman el acta notarial que dará lugar al nacimiento de la nueva Sociedad “Romero Ayala y Compañía”, creada para la elaboración, compra y venta de vinos de todas clases tanto en España como en el extranjero.
La empresa creada se propone establecer depósitos, almacenes y dependencias comerciales no sólo en Bollullos sino en lugares fuera de ella, y muy especialmente en Sevilla, Huelva y Paris. La financiación para poner en funcionamiento la Sociedad, unas 150.000 pesetas de la época, será aportada en su totalidad por don José María Penillos que se convierte en el socio capitalista, dejando la gestión en manos de los otros socios. Esta actividad la realizará principalmente don Esteban Romero, como socio industrial y gerente, sin aportación de ningún capital. Su función será dedicarse a las operaciones comerciales de la Compañía con la ayuda de sus hermanos don Nemesio y don Gregorio Romero y Moreno que se encargarían de gestionar los establecimientos comerciales que se crearan tanto en España como en el extranjero. El tercer socio, don Pedro Miguel de Ayala y Penillos, aportará a la Sociedad el uso y disfrute de sus bodegas denominadas “La Obra”, situadas en la parte alta de la calle Rociana, con todas sus dependencias, oficinas, lagares, prensas para uva y orujo, depósitos y pozas para caldos, calderas de aguardiente y arrope y todos los útiles de bodega. A lo que se uniría el uso de ciento cincuenta y nueve vasijas de diversos tamaños con una cabida equivalente a doscientas veinticinco botas de extracción. [1] Don Pedro Miguel de Ayala Penillos, una vez constituida la Sociedad delegará su puesto en la misma en su hijo don José Ayala Mathieu, quien pese a su juventud (pues sólo tenía veintidós años) ya se había introducido en el negocio del vino de la mano de su padre y de su tío don José María Penillos. Transcurridos tres meses éste otorga a su sobrino un poder notarial para administrar la mayoría de sus bienes y entre ellos su participación en la Sociedad, quedando así como el principal responsable y hombre fuerte de la misma y delegando a un papel secundario la gestión de los hermanos Romero. [2]
Desde el comienzo de la nueva aventura comercial los socios se habían propuesto la construcción de una nueva bodega que se hacía necesaria dado el volumen de negocios que esperaban manejar en la Sociedad, ampliando así de forma notable las capacidades que tendrían con sólo la bodega de “La Obra”.
En la zona denominada San Sebastián, desde el año de la fundación de la Sociedad, comienzan a comprar una serie de terrenos donde se principia a construir las nuevas Bodegas que se comunicarían con las de “La Obra” en la calle Rociana formando así un amplio conjunto bodeguero. El lugar estaba bien estudiado pues estaba situado entre los caminos de Almonte y Rociana y cercano a la carretera de nueva construcción que unía La Palma con Almonte. El lugar situado en la periferia del casco urbano era muy accesible tanto para los que llevaran la uva a los lagares de la bodega como para aquellos que llevarían sus vinos para comercializarlos. [3]
Para poder realizar el proyecto habían mantenido una serie de contactos con miembros de la Corporación Municipal y una vez llegados a un acuerdo es cuando se realiza la compra de una serie de parcelas en el lugar donde pensaban edificarla a José María Moreno Gómez, Fernando Delgado Carrasco, María Josefa Carrasco Espina, José María Moyano Delgado y al socio Pedro Miguel Ayala Penillos. En la sesión extraordinaria de la Junta Municipal de Asociados del Ayuntamiento de Bollullos celebrada el 17 de noviembre de 1886, presidida por el Alcalde don Juan Balbuena López, se dio lectura a un escrito presentado por don José Ayala en representación de la Sociedad “Romero Ayala y Compañía” por el que hacían donación a favor del vecindario de un pedazo de terreno de su propiedad en el sitio llamado San Sebastián, con objeto de que se abriera una nueva calle para el servicio público, a condición de que el Ayuntamiento comprara o expropiara a los actuales poseedores las pequeñas parcelas de tierra contiguas al terreno cedido para dedicarlas a la apertura de la nueva calle. La Junta aprobó la propuesta por unanimidad informando que la nueva vía urbana recibiría el nombre de Sagasta. [4]
La nueva bodega, situada en el número tres de la nueva calle Sagasta, tenía una extensión de siete mil quinientos doce metros cuadrados, lindando por la izquierda con bodegas de Don José María Penillos y Don Pedro Miguel Ayala y por la derecha con corrales y bodega de nueva construcción de Doña Rosario Monís Sánchez. La bodega estaba compuesta, cuando se construyó, de tres grandes naves unidas entre sí y con los edificios de la bodega de “La Obra”, formando un cuadrilátero con un gran patio en el centro y en el mismo un muelle para carga y descarga. Su fachada se realizó en ladrillo visto con un muro almenado que corre por toda la extensión de la misma y con una gran puerta de entrada adornada con grecas.
Una vez terminada la bodega en 1886, la Sociedad hizo instalar en ella ocho cubas de roble de gran cabida para depósito de mostos, colocándolas de un modo permanente. También instaló un molino para prensar uva, varias prensas para extraer mostos y desecar lías, dos calderas para elaborar arropes y una para la destilación de alcoholes de vino.
En 1887 ya habían establecido un depósito de vinos en el mercado central de Paris en Les Halles, bajo el título de “Vins D´Espagne”, según sabemos por una letra girada desde dicho establecimiento parisino a las oficinas de “Romero Ayala y Compañía en Sevilla”, donde también tenían un almacén de vinos. [5]
Desde finales del mismo año de su construcción la Sociedad comenzó a sufrir pérdidas considerables que llevó a la disolución de la misma el 18 de Julio de 1891. [6] Aunque no he encontrado documentación sobre las causas de este fracaso, todo apunta a una mala gestión de la empresa debido a la bisoñez de Don José Ayala, que con las manos libres para dirigirla, creó unas expectativas que superaron de manera amplia la realidad existente. Sea como fuere la empresa se disolvió y don José María Penillos, en pago del metálico que aportó a la Sociedad, recibe en propiedad el edificio bodega construido en la calle Sagasta con todos sus útiles, máquinas, accesorios y vasijas, valorados, según tasación realizada al efecto, en unas 80.000 pesetas, quedando satisfecho con el acuerdo pese a las considerables pérdidas sufridas. El socio don José Ayala retira de la Sociedad los edificios denominados “La Obra” con todos los útiles y vasijas contenidas en ella que había aportado a la Compañía. El señor Esteban Romero, que no aportó nada, dio su conformidad al acuerdo de disolución. Ese mismo día, don José María Penillos presta a don Esteban Romero y a sus hermanos, residentes en Paris, ciento veinte mil pesetas en vinos y metálico para que puedan continuar con el negocio del vino ahora que la Sociedad se había disuelto. [7] Este hecho nos demuestra que tenían confianza en seguir obteniendo ganancias con la comercialización de vinos si se realizaba una buena gestión comercial.
En marzo de 1895 don José María Penillos, casi apartado ya de sus negocios, brinda una nueva oportunidad a su sobrino don José Ayala creando ambos una nueva sociedad por la que establecen comercio y fábrica de vinos, vinagres y aguardientes en las bodegas de la calle Sagasta. Es el primero de ellos el que aporta las bodegas y el capital para la nueva empresa dejando a don José Ayala para que la administre libremente, quedando como gerente del negocio. En él quedan incluidas también las bodegas de “La Obra” de la calle Rociana, propiedad de don Pedro Miguel de Ayala, pagándose por la nueva sociedad un alquiler establecido de antemano. No se fija un periodo determinado para su disolución, pues quedaría disuelta a petición de cualquiera de los socios. No hay lugar para ello pues el 30 de octubre de ese mismo año fallece don José María Penillos legándole la bodega de la calle Sagasta, junto con otros bienes, a su sobrino don José Ayala y Mathieu.
En el acta notarial donde recibe estos bienes, fechada en cinco de septiembre de 1896, es donde encontramos la descripción más completa de la bodega original.
“ Que hoy por las variaciones introducidas en la finca y haber cerrado la comunicación que tenía con otras bodegas es como sigue. Se compone de tres cuerpos ó naves de Bodega, en el primero a la derecha de su entrada existe un lagar con varias prensas y molinos para uvas. En el cuerpo ó nave central existen las ocho cubas ó conos de madera de roble para depósitos de caldos vinícolas y en la última nave hay una división formando un pequeño almacén con tinajas empotradas y un depósito de hierro para aguardientes. Estas tres naves rodean al patio central, enmedio del cual existe un muelle para la carga y descarga cobijado con techumbre de hierro y dentro del cual se ha edificado un local que se eleva á mayor altura que la techumbre del muelle y que encierra máquinas para la destilación de aguardientes. Además unidas al muelle hay cuatro albercas para aprovechamiento de las aguas. En dicho patio existe un pozo de agua clara con una bomba. A la izquierda entrando un pequeño patio unido al central por no haber división rodeado igualmente de tres cobertizos que sirven para taller de compostura de vasijas, cuarto para chismes, depósito de arropes y calderas para fabricarlos. Adosados á las naves de la bodega hay otros cobertizos de hierro y algunos árboles en el patio.” [8]
Don José Ayala, en diciembre de 1939, vende la bodega de la calle Sagasta al rico industrial y propietario palmerino don Salvador Noguera Pérez, quien ya había realizado algunas transacciones comerciales en nuestra localidad, principalmente compra y venta de fincas rústicas. La bodega es vendida junto con sus enseres, vasijas y maquinarias en 175.000 pesetas.
En los años cuarenta pasa la propiedad de la bodega a la empresa SANIVO, dependiente de Domecq, que explotó las instalaciones como destiladora y fábrica de alcohol hasta 1985. En esa fecha la Bodega es vendida a Frutos Maripi que desde entonces ha sido su propietaria hasta la actualidad. Dicha empresa desmanteló la torre de destilación, abrió una nueva puerta en la fachada e instaló en 1987 una central hortofrutícola con dos cámaras frigoríficas y una línea de limpieza y clasificación de frutos en una de las naves de la bodega, manteniéndose actualmente en funcionamiento.[9]
Acaban de cumplirse 130 años de su construcción y junto con la Bodega de las Carrionas y el conjunto bodeguero del final de la calle Almonte son las joyas arquitectónicas que nos quedan de las épocas de esplendor del negocio del vino en nuestra localidad.
[1] Archivo Protocolos Notariales de La Palma del Condado. 22 de Enero de 1885.Legajo 1707
[2] Archivo Protocolos Notariales de La Palma del Condado. 24 de Abril de 1885. Legajo 385.
[3] “La antigua destilería de Domeq en Bollullos”. Alba Espina y Fermín Seño Asencio. II Jornadas Patrimonio Industrial y de la Obra Pública. Cádiz. 2012.
[4] Archivo Municipal de Bollullos Par del Condado. Libro de Actas de la Junta Municipal de Asociados. Años 1886 y 1887. Acta de la sesión extraordinaria de 17 de Noviembre de 1886. Legajo 97.
[5] Archivo Protocolos Notariales de La Palma del Condado. 14 Septiembre 1887..Legajo 387
[6] Archivo Protocolos Notariales de La Palma del Condado. 18 de Julio 1891. Legajo 734.
[7] Archivo Protocolos Notariales de La Palma del Condado. 18 Julio 1891. Legajo 734.
[8] Archivo de Protocolos Notariales La Palma del Condado. 5 de Septiembre de 1896. Legajo 393.
[9] Archivo Municipal de Bollullos Par del Condado.. Legajo 666. Trece de febrero de 1987. Proyecto de línea eléctrica de alta tensión y centro de transformación.