Juan Carlos Jara. Volar. Volar sin esperar a que el viento te lleve. A ras de suelo, apreciando los detalles, pero también en las alturas, tratando de alcanzar lo inalcanzable, lo aparentemente tan lejano y complicado. Imagino que los sueños, cuando te mueves en silla de ruedas, pueden parecer a veces cimas inalcanzables y que incluso un sencillo sendero, de arena sin asentar, se convierte en un obstáculo insalvable.
Volar y no esperar a que el tiempo pase por tu lado, sin respuestas. Avanzar, buscar razones, disfrutar momentos, sentir… ¡Vivir! Su pequeño vehículo se le quedó pequeño para tanto afán de superación, para tanta ansia y tanto espíritu inquieto, para elevar unos sueños enormes, los suyos, al infinito. Y encontró un lugar, junto a toda esa gente que la quiere y que la impulsa, para gritar al mundo y expresar desde el corazón sus ilusiones, sus sentimientos y sus anhelos, dándole hermosa forma a todas sus inquietudes.
Leo que Lorena Bogado, esa joven heroína que se entremezcla con nuestra vida diaria en las calles de Huelva, va ya por el tercer libro publicado. Leo, preocupado y con ciertas dosis de estrés por no encontrar un tema para mi artículo de opinión, que esta onubense ilustre sigue volando mientras el resto nos afanamos en solucionar, como si no tuvieran sencilla solución, nuestros pequeños problemas cotidianos. Lorena vuela alto y tras mostrarnos su amanecer, sus cartas y su propio camino, prepara ya su cuarto libro mientras nosotros dejamos pasar los pequeños grandes momentos de nuestra vida. Permíteme, joven, que me descubra ante ti.