Redacción. El Complejo Hospitalario Universitario de Huelva ha impulsado una nueva Unidad para Pacientes con Insuficiencia Cardiaca Grave con la finalidad de realizar un seguimiento más estrecho a los pacientes de mayor riego y peor pronóstico. Estas unidades monográficas han demostrado disminuir la cantidad de ingresos hospitalarios y mejorar el curso de la enfermedad, repercutiendo positivamente en la calidad de vida de estos pacientes.
La insuficiencia cardiaca es un síndrome derivado de la incapacidad del corazón para bombear la sangre adecuadamente y poder llevar el oxígeno y los nutrientes al resto del organismo, manifestándose principalmente por dificultad para respirar, edema en las piernas y cansancio. Es una enfermedad crónica muy prevalente, que afecta al 7 por ciento de la población española mayor de 40 años y constituye la primera causa de ingreso hospitalario y de mortalidad por encima de los 65.
Estos pacientes requieren de un manejo multidisciplinar en el que se encuentran implicados, en función del nivel de riesgo, los médicos de atención primaria, medicina interna, cardiología, urgencias y, en algunos casos, nefrología y neumología, además de los profesionales de enfermería, entre otros.
En la actualidad, se dispone de grandes avances terapéuticos para el abordaje de la insuficiencia cardiaca que permiten adecuar el tratamiento de cada paciente según el grado de evolución de su enfermedad. Éstos abarcan desde el tratamiento con medicamentos hasta el trasplante cardiaco y los dispositivos de soporte mecánico (‘corazones artificiales’) para los casos más extremos, pasando por el campo del diagnóstico por imagen, el uso de fármacos avanzados, procedimientos de cateterismos cardiacos y dispositivos para el tratamiento de las arritmias (resincronizadores y desfibriladores), entre otros.
Con todas estas posibilidades, la Unidad de Insuficiencia Cardiaca, viene a concentrar la atención sanitaria del grupo de pacientes con la enfermedad más avanzada y un mayor riesgo. El objetivo es realizarles un seguimiento estrecho, indicándoles el tratamiento más adecuado en cada caso, bien sea en consulta, hospital de día o en hospitalización convencional, según la complejidad, disminuyendo el número de ingresos y acortando la estancia, adelantándose a episodios de descompensaciones más graves que requerirían una asistencia de urgencia.
Es preciso tener en cuenta que se trata además de un grupo de pacientes que suelen presentar otras enfermedades asociadas (principalmente hipertensión arterial, diabetes, cardiopatía isquémica y fibrilación auricular), suponiéndoles cada recaída e ingreso hospitalario un empeoramiento de su estado físico y de su pronóstico, por lo que resulta fundamental prevenir las descompensaciones.
En este sentido, es de especial importancia el rol de la enfermería especializada que lleva a cabo la educación integral con el paciente, haciéndole partícipe en el adecuado control de los factores de riesgo, que constituyen una parte fundamental del tratamiento. Por ello, se realiza una vigilancia estricta del peso y la dieta, la tensión arterial, la frecuencia cardiaca, el abandono del tabaco y la realización de determinado ejercicio físico. Asimismo, se le instruye en los signos y síntomas de alerta, asesorándole acerca del dispositivo sanitario al que debe acudir, centro de salud o urgencias, en función de la gravedad de los mismos.
El cardiólogo de la unidad realiza un abordaje global del paciente valorando además cuándo el tratamiento médico no es suficiente y es susceptible de beneficiarse de un manejo más invasivo (cateterismo, implante de desfibrilador, trasplante cardiaco en centro de referencia…), coordinando la atención con las unidades especializadas para una adecuada resolución.