Cómo ha cambiado el mundo del juego: la historia de William Lee Bergston

Redacción. Los tiempos cambian, y lo hacen en todos los sentidos y en todas las direcciones. Cambian las culturas y las fronteras, los amores, las nacionalidades, los nombres de los países y hasta las ciudades. Y, como en este mundo, pues también cambia el mundo del juego. Vaya si ha cambiado.

De lo más parecido que había a los jugadores profesionales de póker de los años 60 hacia atrás, aquellos hombres mitad jugadores mitad cowboys que se cruzaban el Mississippi y todo Estados Unidos buscando las mejores partidas de cartas, hemos pasado en poco más de 50 años a jugadores que, en muchas ocasiones, se hacen ricos desde su casa y a través de su ordenador. Casi nada.


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Y es que los cambios no han llegado ya solo al póker, sino que han tomado (y por asalto) otro característico sector de este mundo como son los juegos de casino tipo, por ejemplo, la ruleta. Un juego, el de la ruleta, que fue uno de los más simbólicos que nunca haya tocado un casino y en el que miles y miles de jugadores se han jugado sus dólares, euros, pesetas, libras o lo que fuese con tal de ver caer la pequeña bola en el número por el que ellos rezaban. Con su ruido característico, el de la bolita rebotando en cada prominencia de la ruleta, entre las fronteras de cada número y de cada color, el ritmo decreciente de su recorrido, el final… todo un ritual que, sin embargo, también está llegando a su fin.

Ya son numerosas las webs de casinos online que permiten disfrutar de este juego en forma virtual o en vivo a través del ordenador, e incluso muchas otras webs se dedican ahora a estudiar este juego y a ofrecer los mejores consejos para jugar a la ruleta.


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El viejo juego y la historia de The Phantom Gambler

Y, sin embargo, toda esta nueva oleada del juego online que llega hasta la casa de uno sin problema alguno y que contiene, dispersada entre miles de páginas web, las mejores formas de jugar a cada disciplina, con todos sus trucos, tácticas, etc, ha acabado un poco con el juego más espontáneo, arrebatado y quizás loco que caracterizaba a algunos apostadores de antaño.

Nunca más habrá, quizás, un nuevo personaje como The Phantom Gambler. ¿Que quién era The Phantom Gambler? Pues, básicamente, uno de esos apostadores en vías de extinción. William Lee Bergston, tal y como era conocido realmente, llegó en 1980 al Binion’s Horseshoe de Las Vegas con un maletín que contenía 777.000 dólares. Lo apostó todo a una tirada de dados, ganó, y se fue por donde había venido sin dejar rastro.

Pero lo mejor es que volvió a aparecer cuatro años después, en marzo de 1984, y colocó una apuesta por casi medio millón de dólares de la misma forma que la que le había dado el gran premio de años atrás. Y volvió a ganar. Y a los pocos meses volvió a aparecer, y esta vez sí perdió. Y poco después apareció, muerto, suicidado, en su habitación del hotel de Las Vegas.

Tiempo después se supo que William Lee Bergston sufrió numerosos problemas en su vida, que antes de su primera apuesta tenía previsto ya suicidarse si no la ganase, pero que tras hacerse con ella se fue a viajar con su amante por todo el mundo hasta que se le acabó el dinero, y ahí fue cuando volvió a Las Vegas otra vez. Hasta que murió.

Cierto es que, quizás, no volverá a haber otro como William Lee Bergston. Y, probablemente, sea mejor así. A veces, la nostalgia es simplemente una compañera muy engañosa.

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