Ana Rodríguez. Emilio Gutiérrez Caba recala este 27 de agosto en la provincia de Huelva para recoger un nuevo reconocimiento a su larga trayectoria profesional. El actor recibirá el máximo galardón honorífico que concede el Festival Internacional de Cine Bajo la Luna – Islantilla Cinefórum, el Premio ‘Luis Ciges’ 2016, una distinción que ha sido entregada en pasadas ediciones a los actores Mercedes Sampietro, Miguel Rellán, Ángela Molina, Assumpta Serna, Santiago Ramos y Ana Fernández, así como al director Benito Zambrano.
Cabe destacar que este galardón, que el actor vallisoletano recibirá durante el transcurso de la Ceremonia de Clausura del Festival de Islantilla, pone en valor la labor de personalidades fuertemente implicadas con el cine como medio de expresión artística, siendo en este caso especialmente merecido dada la amplia labor en la industria del celuloide, el teatro y la televisión que ha llevado a cabo a lo largo de su vida Emilio Gutiérrez Caba.
Un hombre que prácticamente estaba predestinado a dedicarse al mundo de la interpretación pues, además de proceder de una estirpe de artistas, su propio nacimiento tuvo lugar en el marco de una gira de teatro. Creciendo entre bambalinas, no es de extrañar que ingresara en el Instituto San Isidoro de Madrid para realizar estudios teatrales, llegando incluso a trabajar en el laboratorio de una productora cinematográfica antes de que despegara su carrera como actor.
Tras protagonizar emblemáticos títulos de cine como La caza, de Carlos Saura (1966), o Nueve cartas a Berta, de Basilio Martín Patino (1966), creó su propia compañía de teatro junto a María José Goyanes, con la que llevó a escena los montajes Olvida los tambores, Olivia y La profesión de la señora Warren, entre otros, que consolidaron su carrera teatral.
Pero Gutiérrez Caba no ha parado de trabajar, siempre ante las cámaras o subido a un escenario. Sobre las tablas hemos podido verlo, por ejemplo, en La mujer de negro, César y Cleopatra, El príncipe y la corista, La muerte y la doncella, o El sí de las niñas; en televisión ha participado en los últimos años en las series Seis Hermanas, Chiringuito de Pepe, Gran Reserva y Amar en tiempos revueltos, entre otras; y en la gran pantalla, donde su cosecha se acerca al centenar de títulos, en películas tan conocidas como la reciente Palmeras en la Nieve, Anacleto: Agente secreto, Escuela de seducción, La petición, La colmena, ¿Qué he hecho yo para merecer esto!, La guerra de los locos, Boca a boca, Sin noticias de Dios, Cinco metros cuadrados o La Comunidad.
Precisamente por esta última cinta de Álex de la Iglesia recibió en el año 2000 el Goya al Mejor Actor de Reparto, premio que repitió al año siguiente gracias a su papel en El cielo abierto, de Miguel Albaladejo. Posteriormente, en 2007, fue nominado de nuevo por La torre de Suso, de Tom Fernández.
Pero además, ha sido merecedor de cuatro premios de la Unión de Actores, dos a la Mejor interpretación protagonista de teatro (El sí de las niñas, La mujer de negro), uno a la Mejor interpretación secundaria de cine (La Comunidad) y otro al Mejor actor protagonista de televisión por Gran Reserva. También posee un Premio de la Academia de Televisión a la Mejor interpretación masculina protagonista (Gran Reserva), dos Medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos, un Premio Max al Mejor actor de reparto (A Electra le sienta bien el luto) y un Premio ACE (Nueva York) al Mejor actor de reparto por La Comunidad.
A estos galardones, que son sólo algunos de los que ha recibido, se sumará esta semana el ‘Luis Ciges’, un premio que le hace especial ilusión como nos comenta el actor en esta entrevista:
– El próximo 27 de agosto recogerá el Premio ‘Luis Ciges’ 2016. ¿Cómo se siente tras la concesión de este reconocimiento?
– El que te concedan un premio, y en un formato como el de Islantilla, es muy gratificante y se siente una emoción y un cariño especial porque te honren con este título, casi honorífico, de reconocimiento, sobre todo para el colectivo de intérpretes, ya que este Festival tiene muchas motivaciones para nosotros. En este sentido, no sé cómo lo sienten directores, productores, etc., pero supongo que a todo el colectivo del cine le gustará su formato y se sentirá reconocido en este tipo de festival.
– ¿Conocía de antes el Festival de Islantilla?
– Sí, claro, y lo consideramos muy valioso porque está trabajando sobre una serie de cuestiones interesantes, sobre todo una parcela de cine español que no hacen otros festivales y eso, para unos cuantos de nosotros, es muy importante.
– ¿Había estado con anterioridad en este certamen?
– No he estado. He estado en Islantilla, hice una función de teatro en Niebla y Huelva, El sí de las niñas, y en ese momento me pude acercar. Viniendo de un lugar tan inhóspito socialmente hablando como es Madrid, encontrar un sitio como éste es agradable, coincide con la concepción de la vida que tengo cuando estoy ‘fuera de combate’, ya que cuando no trabajo vivo en un pueblo en la Costa Brava con 20.000 habitantes. Así que Islantilla está más cercana a este tipo o concepto de lugar donde vivir que busco. Ciudades como Madrid para mí ahora mismo no me resultan interesantes.
– ¿Pasará unos días en Islantilla con motivo de la entrega del Premio? ¿Piensa hacer algo especial?
– Sí, estaré un par de días en Islantilla, no sé lo que voy a hacer, cada día es una aventura nueva a pesar de que siempre sea la misma. Seguramente veré el mar, que este año aún no lo he visto y es probable que me encuentre a algún amigo.
– Después de tantos años y reconocimientos, ¿siente usted que pertenece a una generación que ha creado escuela?
– No creo que hayamos creado escuela, algo que sí hicieron las generaciones anteriores. Hoy día no se crea escuela, estamos en un enorme desconcierto que le pasará factura a las generaciones futuras. Yo me he mirado en otros espejos, trabajé con los mejores en su momento, con buenos directores y actores que me enseñaron muchas cosas. La gente ahora no tiene oportunidad porque el formato es distinto y no hay la misma calidad que hace años. Si antes hacíamos vino, ahora hacemos vino casi cerveza, lo cual es peligroso para el vino y para la cerveza.
– ¿A qué se refiere con eso del cambio de formato?
– Ha cambiado el formato teatral y el del cine. Nosotros teníamos una práctica constante y un modelo de gente al lado y ahora no hay comunicación con los compañeros más jóvenes, no intentan acercarse a nosotros, no nos preguntan, siguen sin saber quiénes son los que hicieron escuelas de interpretación en España, algo que hace 50 años se podía entender pero hoy no hay excusas con Internet. Estos jóvenes se miran en el espejo norteamericano que no tiene que ver con nosotros, en vez de mirar a sus abuelos. En realidad, los jóvenes tienen lo que la sociedad española quiere que tengan, una crítica a la sociedad que no está generando nada. Dentro de las generaciones jóvenes hay excelentes intérpretes, pero las oportunidades que tienen son muy escasas porque el medio no las fabrica, ni tampoco la sociedad que les rodea. Van a castings, pero no se forman estando en contacto con el público. Tiene que sobrevivir y eso es muy grave para el producto final. El nivel de calidad del producto ha bajado, aunque eso no quita que los haya.
– Por otro lado, creo que tiene nuevas películas por estrenar…
– Dos en concreto. El hombre de las mil caras, del sevillano Alberto Rodríguez y Brava, de Roser Aguilar.
– ¿En algún momento le ronda por la cabeza la idea de jubilarse?
– Planteármelo me lo planteo muchas veces, pero ahora no puedo porque tengo que trabajar, porque están las cosas tocadas del ala.
– ¿En qué otros proyectos está trabajando ahora o se presentan de cara a septiembre?
– Estoy derivando hacia la dirección, la dramaturgia. Este año he dirigido una función de teatro, La mujer de negro, con la que además he estado en Huelva y provincia. En la vida siempre hay que tener muchas cosas en la cabeza, lo que no se puede es tener ninguna. Además, no es una cosa nueva, en el mundo del teatro y del cine hay quien ha sido actor y luego, según su capacidad de trabajo y la edad que tenga, se ha pasado a la dirección. El año que viene hay un par de ellas, forma parte de nuestra forma de ser.
– Por último, si desea decir algo a los onubenses…
– Un abrazo muy grande a Islantilla y agradecer esta distinción y el cariño con que tratan el cine, tanto la gente de Islantilla como de los lugares cercanos que fomentan este Festival. Esas hogueras mantienen el fuego sagrado que es el del cine, y es necesario mantenerlas para poder encender en ellas una pequeña antorcha que nos ilumine.
Muchas gracias