Texto: Carlos Arroyo / Fotografías: Sergio Borrero.
Plaza de Toros de Valverde, con tres cuartos de entrada en los tendidos en tarde calurosa, se lidiaron toros de Los Millares, faltos de fuerza y descastados, nobles, sobresalió el sexto que se tuvo en pie, para los diestros,
Posada de Maravillas, de nazareno y oro, estocada, oreja; estocada, ovación
Ginés Marín, de rosa palo y oro, estocada, oreja; estocada, oreja
David de Miranda, de grana y oro, pinchazo hondo, estocada baja, pinchazo y estocada, oreja; cuatro pinchazos y tres descabellos, ovación.
La tarde estuvo condicionada por la mala condición de la corrida de Manuel Ángel Millares, y no por que los animales tuvieran malas intenciones, ya que fueron nobles y colaboradores, si no por su alarmante falta de fuerzas, que hizo que las faenas se fueran diluyendo con animales moribundos. Cuando la emoción no existe, la fiesta no existe, y eso es lo que ocurrió en líneas generales en la única tarde de la Feria de Valverde. Además, hubo una decisión antirreglamentaria, ya que el presidente devolvió a los corrales al quinto toro de la tarde ante las protestas del público asistente durante la faena de muleta, una vez que se derrumbó el animal, cuando por todos es sabido que la devolución a los corrales sólo se contempla en los dos primeros tercios de la lidia. Veremos qué consecuencias puede traer esta decisión presidencial.
El lote que más opciones tuvo fue el de David de Miranda, aunque también hay que decir que fue el torero que más expuso y que más hizo por triunfar, poniendo el de Trigueros la emoción que le faltaban a las embestidas de los astados. En su primero, recibe al toro en el tercio con verónicas templadas. Quita por escobinas con su habitual quietud y comienza la faena por estatuarios. El toro flojea y pierde las manos, pero David lo va afianzando por el pitón derecho a base de temple y aplicando distancias y alturas. Baja la faena en el pitón izquierdo, donde el toro tiene menos recorrido. El toro se va apagando y el torero va acortando las distancias, terminando la faena literalmente entre los pitones del astado. El calvario de la espada comenzó en este toro, ya que David acabó con él en el cuarto intento, quedando todo en una oreja. El sexto de la tarde fue el toro que más ayudó en la faena de muleta. Tuvo más vida y fue el más encastado de la corrida. Se movió al principio soltando la cara, pero el torero de Trigueros lo fue metiendo en la muleta, y el toro respondió con clase y largura, aprovechando David la profundidad de las embestidas para bordar el toreo al natural. De nuevo emborronó todo lo realizado con el mal uso de la espada, donde además en uno de los intentos sufrió una voltereta, perdiendo los máximos trofeos.
El resto de la tarde se puede resumir en toros muy parados y faltos de fuerza y los toreros cuidando las embestidas de los mismos. Faltó emoción. Ginés Marín apencó con el lote más descastado de la tarde, y demostró buenas maneras, aunque le faltó profundidad a sus faenas ante la alarmante invalidez de los astados. Paseó una oreja de cada oponente por el buen uso de la espada y por la generosidad del palco presidencial. También cortó una oreja en su primero Posada de Maravillas en el primero de su lote en faena aseada fundamentada en el pitón derecho. En el segundo, el toro se paró pronto y la faena se fue diluyendo ante la tardanza del animal en las embestidas. La estocada dio paso a la petición similar a las anteriores, pero esta vez el palco no accedió a la concesión del trofeo, y quedó todo en una ovación.
Galería gráfica de la corrida de toros (Sergio Borrero):