Evelyn Morales/Psicóloga del Centro Kambalaya. En muchos momentos de nuestra vida nos encontramos molestos por algo que ha pasado, dolido por alguna cosa que nos han dicho o algún gesto que hemos visto… y a pesar de que no siempre nos salga, tendemos a pensar que la mejor forma de solucionarlo es hablando.
Desde mi punto de vista, como profesional de la psicología, y como persona que también pasa por esto constantemente, creo que es cierto que hablando se entiende la gente, ¿pero siempre estamos en el momento de poder hacerlo de forma efectiva?
Hablar, en sí, puede ser muy ventajoso, puede hacernos entender qué está pasando, pero a la vez puede perjudicarnos si no tenemos la disposición o no estamos en el momento de querer un acercamiento. Hay varios puntos que deberíamos tener en cuenta si queremos hablar para encontrarnos mejor o solucionar un determinado problema:
– Cuando hablamos con otra persona es importante hablar en primera persona, desde lo que sentimos nosotros mismos. En Psicología esto se conoce como Mensajes Yo. Cuando utilizamos este tipo de mensajes estamos expresando nuestros sentimientos, nuestros deseos y preferencias (“Yo me siento…”, “Yo opino que…”, “Me gustaría…”). Así no estamos culpando al otro, le hacemos saber de una forma respetuosa lo que sentimos y nuestras diferencias o desacuerdos.
– Hablar sin atacar a la otra persona, sin hacer juicios sobre ella. Esto supone entender que la otra persona, como cualquier otra, siente, padece y puede tener errores (Empatía). Si al hablar juzgamos a la persona en lugar de hablar sobre lo que ha hecho o dicho, es posible que nos encontremos con un ataque como forma de defensa.
A pesar de que podamos no ver las cosas desde el mismo punto que ella, el Respeto es fundamental.
– Evitar generalizar diciendo palabras como “Siempre”, “Nunca”, “Jamás” … (“Siempre haces lo mismo”, “Nunca me tienes en cuenta”, “Jamás voy a entenderte”). Cuando utilizamos este tipo de adverbios nos estamos olvidando de todas las veces en las que la persona ha hecho las cosas de otra forma, sin molestarnos o dañarnos, y esto puede provocar que la otra persona se sienta agredida y reaccione de una forma atacante.
– Es muy importante hacernos responsables de aquello que nosotros mismos hayamos podido hacer o decir que le haya hecho daño a la otra persona. Dar por hecho que nosotros no hemos hecho nada y que todo ha sido por “culpa” de la otra persona, nos aleja de la realidad, ya que siempre ponemos parte de nosotros en lo que está pasando. Si queremos un acercamiento o una solución, lo más aconsejable es hacernos responsables de lo nuestro y pedir disculpas por ello.
– Los silencios pueden ser hirientes, tanto como las palabras; la pasividad es una agresividad muy dañina. Si no queremos que como defensa nos ataquen, evitemos callar para hacer daño o para vengarnos de la otra persona.
– Y, por último, recordemos en todo momento cuál es nuestro objetivo con esa persona y enfoquémonos en él. Si nuestro objetivo principal es un acercamiento o solución, no podemos olvidarnos de él, debemos intentar que nuestros comportamientos vayan encaminados a conseguirlo.
Evelyn Morales, psicóloga del Centro Kambalaya