Benito de la Morena. Dudaba sobre el interés del tema que hoy pretendo comunicarles, porque ya estarán cansados de tanto desatino e incertidumbre y repetirse no es conveniente, por eso había preferido expresarles, de forma sesgada, mis pensamientos sobre las causas de que la selección española de fútbol no haya superado el aprobado y cosa curiosa, tras la reflexión previa que siempre realizo, me he dado cuenta que puede valer para todos los espectros de la vida y por eso he decidido publicarlo.
Una persona es joven si la mente le acompaña, también se puede ser un “viejo” de 30 años y no darse cuenta; pero si es una persona “mayor” y no evoluciona, lo normal es que fracase creyendo que el éxito le sonríe.
El caso es que resulta difícil saber cuándo debe uno relegarse a una posición menos protagonista y dejar el testigo a gente que vienen con ideas renovadas, con otro ímpetu, con mayor claridad de mente y compromiso personal, pues hay un momento en la vida en que se anquilosan nuestras ideas, al igual que nuestros músculos; pero como el poder mediático nos sonríe y la fama nos precede, sucede que ese ego personal, pequeño si cabe, pero real, que todos llevamos dentro, nos impide darnos cuenta de cuando es el momento de relegarse al segundo y maravilloso plano de la vida donde también se puede disfrutar.
Y el caso es que, a mi entender, esto que comento es aplicable a todos los sectores, incluidos los equipos de futbol, pero también las empresas, sindicatos, viejos roqueros y sectores de opinión político social. Recientemente el entrenador de la selección española de futbol, tras la decepcionante imagen ofrecida por su equipo, ha anunciado su retirada y esperemos que ello de paso a las nuevas revelaciones que llevan años esperando a demostrar su valía; en un importante Banco nacional ha desembarcado la nueva sabia, pero solo tras el deceso del fundador; en un sindicato tradicional ya se ha iniciado un ligero cambio y algunos grupos políticos nacionales vienen con jóvenes promesas, aunque necesiten tiempo para consolidar y convencer; pero algo se nota en el ambiente y es que la juventud pide que se tomen medidas para renovar al strablishmen que fue legalmente instituido y eso nadie lo duda, pero que fue seleccionado por unos intereses que hoy ya son caducos y necesitan remodelación.
Renovarse o morir, ese es el dilema, pues resulta complejo pensar que una sociedad pueda cambiar cuando a sus dirigentes les queda una media de quince años de vida. Solo aquellos que tienen un horizonte de 40 años, son los que pueden promover iniciativas, crear esperanza, inducir ilusiones, y los que ya estamos en la gloriosa tercera edad, deberemos saber aceptar que existe una segunda y maravillosa fila desde la que se puede dar opiniones, pero no tomar decisiones, pues eso ya corresponde a la nueva generación.
Otra cosa es que sepamos elegir adecuadamente a los nuevos dirigentes de todos los diferentes sectores sociales, políticos, económicos… pero al margen de que la decisión sea más o menos acertada, para mi está claro que los líderes deben ser gente que tengan un futuro prolongado por el que luchar y si no aplicamos esta premisa, tendremos el riesgo de fenecer imbuidos de ego y presunción y arrastrando tras de sí a mucha gente sana, pero simple, que solo sabe confiar.
1 comentario en «Renovarse o morir»
Algunos artículos se leen por encima, de arriba abajo y no de izquierda a derecha. Pero los de Benito son de los que leo desde la primera a la última palabra, sin hastío.
Y de vez en cuando, me sorprendo por su sencilla profundidad, que hace pensar en esas cosas obvias en las que nunca nos paramos.
Hoy añade un aspecto nuevo a sus valores: Desde su «veteranía», hacer un análisis realista y objetivo de los efectos de la edad en el rendimiento personal.
Tal posición pregona muy claramente la juventud de su talante y su inteligencia.
Uno se declara «benedictino», no por afecto personal, que también, sino por militancia en sus inquietudes.
No sé que fue primero.