Alicia de Navascués Fernández-Victorio. Jesús de Haro, portavoz del círculo Patrimonio Cultural de Podemos en Huelva vierte unas acusaciones muy graves sobre la intervención, calificándola de “despropósito” y que “ha destruido todo atisbo de originalidad y respeto al principio arqueológico de reversibilidad». Quien hace estas afirmaciones es el arqueólogo que ha llevado a cabo la segunda intervención arqueológica de apoyo a la restauración del edificio, y no el “encargado de la supervisión científica del castillo” como con total arrogancia se atribuye a sí mismo el autor de las descalificaciones.
En primer lugar, destaco la falta de rigor periodístico de los medios que se han lanzado a publicar esta noticia sin contrastar las distintas versiones sobre el tema, máxime cuando se hacen acusaciones tan serias. Me refiero a que no recogen las opiniones del arquitecto redactor del Proyecto y Director de las Obras, ni de la Consejería de Cultura que ha aprobado toda la intervención y a la que echo en falta con una contundente respuesta a tales críticas. Ha faltado rigor igualmente en la actuación del grupo político que se ha conformado con la visión parcial del arqueólogo. Éste no es responsable en absoluto de las obras que se han llevado a cabo, no está cualificado profesionalmente para ello, no está al tanto de los criterios que han guiado la intervención.
Conviene aclarar diversas cuestiones que se obvian en la noticia publicada y que sin duda causan alarma a la sociedad. El Castillo de San Marcos de Sanlúcar de Guadiana está declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Monumento. No es por tanto un yacimiento arqueológico como La Orden-Seminario, Saltés o Turobriga. Cuando se interviene en su conservación, como en la del Museo del Prado, o en la Catedral de Sevilla, se hace con criterios arquitectónicos, y no arqueológicos. Sólo están capacitados para intervenir en la restauración de estos edificios los profesionales de la Arquitectura. En determinadas intervenciones se considera conveniente realizar estudios arqueológicos previos como apoyo a la restauración arquitectónica para investigar o confirmar la existencia de distintos periodos constructivos de los que se pueda tener constancia previa a través de diversas fuentes (planos, textos y otros documentos). En el caso del Castillo de Sanlúcar el arquitecto redactor ya contemplaba dos campañas arqueológicas en los estudios preliminares, una previa a la redacción del Proyecto que sirvió para determinar junto con otros factores los criterios de intervención. Y una segunda campaña durante la ejecución de las obras de restauración, que fue la ejecutada por Jesús de Haro. Los trabajos de arqueología han supuesto una fase necesaria pero muy minoritaria en toda la ingente labor abordada. La restauración del Castillo de San Marcos se ha tratado sin duda de un ejercicio de Arquitectura, que además se ha desarrollado conforme a una metodología modélica en todo su proceso.
A diferencia de las obras de consolidación de las estructuras de un yacimiento arqueológico que sólo ha de servir para ser contemplado y comprendido por los visitantes, la conservación de un monumento supone ejecutar las obras necesarias para garantizar su preservación estructural y constructiva en las mejores condiciones, manteniendo los valores inherentes que le ha hecho merecedor de ser declarado BIC, y hacerlo apto para el uso al que se destina, lo cual supone en algunas ocasiones adaptar determinados espacios, introducir elementos contemporáneos para su adecuada interpretación o incorporar otros imprescindibles como la dotación de instalaciones eléctricas, de protección contra incendios, TICs, elementos para la seguridad de las personas usuarias, para la eliminación de barreras arquitectónicas, etc. En cualquier caso, estas actuaciones están sujetas a criterios de intervención en el patrimonio establecidos en convenios internacionales y recogidos en el Ley 14/2007 de Patrimonio Histórico de Andalucía, criterios conocidos y puestos en práctica por los arquitectos y arquitectas que llevamos años comprometidos en la conservación del patrimonio. No olvidemos que todo ello se hace además bajo la supervisión continuada de la Consejería de Cultura.
En el caso del Castillo de Sanlúcar de Guadiana una de las intervenciones más notables, y sin duda sorprendente, ha sido la recuperación de los revestimientos originales de los muros. Esta operación era necesaria para garantizar la durabilidad de las fábricas y por coherencia con la técnica constructiva de las fortificaciones abaluartadas. Así se ha hecho en otros casos similares en los fuertes de Castro Marim o Paymogo. En este contexto podría interpretarse la acusación que hace Jesús de Haro sobre la “destrucción de todo atisbo de originalidad”, “dando lugar a un castillo completamente nuevo y poco identificable en su contexto original”, lo cual, además de ser absolutamente falso, demuestra su total desconocimiento de los criterios arquitectónicos de restauración en este tipo de elementos patrimoniales.
Por otro lado, Jesús de Haro se empeña en remarcar el origen medieval del Castillo de Sanlúcar de Guadiana obviando que sin duda por su configuración actual se encuadra de forma irrefutable con la tipología de fortificación abaluartada de la arquitectura militar de época artillera. Ya el arquitecto redactor, por tratarse de un experto en la materia como comentaré más adelante, advirtió la posible prexistencia de estructuras medievales, que han sido constatadas en sendas campañas de investigación arqueológica en el interior de las actuales baterías. Pero como ha sucedido a lo largo de la historia con muchos edificios, los elementos originales fueron reutilizados, modificados, sustituidos o revestidos por otros más resistentes para adaptarlos a las nuevas artes de la guerra. En el castillo restaurado se ha integrado algunos restos del antiguo castillo medieval para que puedan ser contemplados por los visitantes. Lo demás ha quedado suficiente documentado y archivado para su consulta. ¿Por qué ha de darse más valor al periodo medieval aún a costa de no completar o distorsionar la recuperación del fuerte moderno? En el caso de la Giralda ¿tendría sentido desmontar el campanario renacentista de Hernán Ruiz el Joven para dejar a la vista la fábrica almohade de la antigua mezquita sevillana? Además, la buena práctica en intervenciones arquitectónicas en el patrimonio permite la introducción de elementos contemporáneos que ayuden a comprender e interpretar el bien, de forma que las obras ejecutadas en el siglo XXI pasan a formar parte de la propia historia del edificio, plenamente reconocidas y encajadas en su contexto cultural.
Finalmente, aunque no se nombra en el artículo, el autor del Proyecto y Director de la Obra de Conservación del Castillo de San Marcos es Guillermo Duclos Bautista, Doctor Arquitecto, con una larga trayectoria en intervenciones en el patrimonio onubense que han sido reconocidas con diversos premios (Monasterio de La Rábida, Monasterio de Santa Clara de Moguer, edificio de la Unión y el Fénix y Colegio de Aparejadores en Huelva, entre otras). Es especialista en Arquitectura Militar, en especial en fortificaciones de época artillera. Es autor de trabajos pioneros de investigación científica sobre esta materia, publicados y con reconocido prestigio en ámbitos nacional y transfronterizo. Su producción científica ha servido de base para el Plan de Arquitectura Defensiva de Andalucía en la provincia de Huelva y para posteriores trabajos de otros investigadores onubenses (“Huelva tierra de castillos” de Juan Luis Carriazo Rubio, entre otros). A este respecto, resulta sorprendente que Jesús de Haro no recoja en la bibliografía referida al Castillo de Sanlúcar las publicaciones de Guillermo Duclos y sin embargo sí mencione la posterior obra de Carriazo, o que tampoco mencione que los diversos planos y dibujos en los que se ha basado su trabajo arqueológico partan de los trabajos de investigación y en los dibujos del arquitecto. Resulta muy difícil creer que un profesional con la trayectoria, experiencia y conocimientos de Duclos cometa los errores tan graves denunciados por de Haro, y sobre todo con el beneplácito de la Consejería de Cultura que en última instancia tiene encomendada las competencias en materia de patrimonio. A este respecto conviene recordar que en el círculo de Patrimonio Cultural de Podemos en Huelva existen varios arqueólogos e historiadores que trabajan o trabajaban en la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía en el transcurso de la intervención, y no se les conoce ni una sola sugerencia en contra de la restauración del Castillo de Sanlúcar de Guadiana, hasta ahora.
Espero que estas palabras sirvan para eliminar la alarma social que hayan podido suscitar las graves acusaciones vertidas sobre la Restauración del Castillo de San Marcos y contra el profesional principal responsable de ella. Dichas críticas no se corresponden con la realidad, adolecen de rigor puesto que son opiniones personales no contrastadas con versiones de otras partes interesadas y no tienen fundamento por cuanto son emitidas por una persona que carece de cualificación profesional para valorar una intervención arquitectónica. Como firme convencida que soy del trabajo en equipo de especialistas de distintas disciplinas para conseguir la mejor investigación, conservación y puesta en valor del patrimonio, lamento profundamente la irresponsabilidad que supone un ataque de este tipo. Hago un llamamiento al respeto mutuo entre todos los profesionales que nos consideramos comprometidos con el paisaje cultural, en este caso onubense.
Alicia de Navascués Fernández-Victorio, arquitecta especialista en restauración del patrimonio.