R.Fdez.Beviá. Cuando aún queda en aguas de la Ría la estela dejada por en crucero ‘Braemar’, que ha visitado Huelva el pasado fin de semana, con 800 pasajeros; y hoy está prevista la llegada del Thomson Majesty, con 1.500; iniciamos la serie ‘El Puerto, corazón de Huelva’ trasladándonos ochenta años atrás y comprobando que el interés de la sociedad y la economía onubense por ser escala de cruceros no es algo novedoso -aunque afortunadamente impulsado en los últimos dos años- sino que respondía a unas necesidades y anhelos ya manifestados en tiempos tan lejanos como los de la Segunda República.
La primera ocasión en la que un crucero de lujo recaló en nuestra capital, fue en 1935, dando la primera oportunidad para que turistas de esta naturaleza pudiesen conocer nuestros atractivos.
Concretamente el 20 de septiembre de ese año, a las siete de la mañana, el crucero`Kraljica Marija’ largaba anclas donde hoy se encuentra el puente hacia el muelle exterior, enfrente de La Rábida y a la vista del embarcadero que estaba situado al lado del monumento a Colón.
La visita fue fugaz, pero permitió a sus cuatrocientos pasajeros de primera clase repartirse entre los que se desplazaron a Sevilla y los que se quedaron en la capital onubense y sus alrededores. Aquellos, no obstante, tuvieron la oportunidad de pasearse por la ciudad a la vuelta de su excursión sevillana. El ‘Kraljica Marija’, ‘Reina María’ en castellano, era un notorio representante de la época dorada de los trasatlanticos. Construido en Belfast, en 1906, tenía 160 metros de eslora, un desplazamiento de algo más de 17.000 toneladas, y podía dar cobijo inicialmente a 1.200 pasajeros -300 1ªclase, 100 2ªclase, y 800 3ªclase-, aunque una remodelación en 1926 redujo su capacidad de alojamiento en beneficio de un aumento en su lujo, quedando habilitado definitivamente para 400 exclusivos pasajeros de primera clase.
Curiosamente, su velocidad de crucero, 17 nudos, coincidía con la del citado ‘Braemar’, última nave de esta naturaleza que ha atracado en Huelva, ochenta y un años después. La bandera del Kraljica era yugoslava. Constituía todo un símbolo y orgullo para su país, siendo el buque de mayor dimensión entonces en su marina mercante. Antes había navegado bajo tres sucesivos pabellones, británico, canadiense, y británico. Su primer nombre fue el RSM ‘Araguaya’, y operó en la célebre Royal Mail Lines inglesa. Realizaba entonces travesías entre Inglaterra y Sudamérica.
En la primera guerra mundial pasó a ser gestionado por el gobierno canadiense, como buque hospital, volviendo una vez acabada esta a enarbolar el gallardete de la Royal Mail.
El Kraljica Marija disponía de un gran comedor, salón social, salón de fumar, salón de juegos, cafetería, un bar, un hospital para doce personas, una imprenta, una biblioteca, y un estudio fotográfico, entre otras comodidades para sus privilegiados viajeros. Las cabinas eran todas con baño, y el buque contaba con varias lanchas rápidas para el desplazamiento de sus pasajeros. También, como el ‘Titanic’, disfrutaba de una orquesta de música propia.
En 1940, cinco años después de pasar por Huelva, este trasatlántico de lujo fue vendido a la Compagnie Generale Trasatlantique francesa, rebautizado ‘Savoie II’. La razón estaba en el conflicto bélico europeo y en el riesgo que suponía el que el barco fuese apresado por alemanes o italianos. Casi de inmediato fue requisado por la Marina Nacional Francesa precisamente para transporte de tropas en la citada II Guerra Mundial. Durante el desembarco anglo-norteamericano en el norte de África, fue hundido en aguas de Casablanca el 8 de noviembre de 1942. Posteriormente fue reflotado y varado para su desguace en aquella tierra marroquí.
Para que un trasatlántico como el Kraljica Marija llegase a Huelva, algo complicado ahora y máxime entonces, fue clave la figura del director general de la compañía armadora, el Lloyd Yugoeslavo, Bozo Banac, un reconocido admirador de España. Para los pasajeros resultó muy relevante la visita a La Rábida, acompañados por un experto, el señor Vucetic, que había sido comisario general del pabellón de Yugoeslavia en la Exposición Universal de Barcelona de 1929. También tuvo protagonismo el cónsul alemán de Huelva, Luís Clauss, por su condición de consignatario y por la nacionalidad germana de un importante numero de pasajeros del buque.
Reproducimos un extracto de la valoración realizada en la prensa local al día siguiente de que zarpase el buque: ‘Nos consta que los turistas extranjeros han salido muy gratamente impresionados de haber tocado en el puerto de Hueva, y es esta nuestra primera satisfacción. Registramos con verdadera complacencia también que, al fin y después de algunos años de gestiones por parte de personas que, sin ser de Huelva, quieren mucho a Huelva, justo es que lo consignemos, se ha conseguido que arribe a nuestro puerto el primer trasatlántico con los primeros centenares de turistas… se ha dado, desde luego, un gran paso en el movimiento turístico de nuestra ciudad‘.
Muchos años se ha tardado, nada menos que ochenta desde aquel día de septiembre de 1935, en cristalizar el impulso a una dinámica tan necesaria para esta ciudad y provincia. Sin duda, un acierto de la gestión del Puerto onubense y de otros agentes vinculados a la cuestión, el perseguir con ahínco que Huelva pueda constituirse en escala de cruceros.
2 comentarios en «El primer trasatlántico de lujo que arribó a Huelva en su historia, hace ochenta años, en tiempos de la Segunda República»
Enhorabuena Ramón por otro magnífico artículo de nuestra historia!
Que interesante y refrescante historia.