Miguel Mojarro. Todos los casinos, por exigencias de las normas que en su origen existía, tienen un libro de actas y un texto que regula su actividad como sociedad legalmente organizada: Son los Reglamentos o Estatutos.
En Azoteas, hemos realizado un trabajo de análisis de estos documentos, de cuyos resultados daremos información en su momento, una vez que tengamos finalizada la estructura y redacción adecuadas.
Pero hay algo que podemos anticipar, como es el afán que algunas Directivas ponen en la búsqueda y desempolvado de estos documentos que, en sus casinos, son la norma reguladora de su existencia. Aunque algunos no lo sepan o no les preocupe su presencia en los archivos de su entidad.
Pero existen. Están guardados y a la espera de que se les pida intervenir en la resolución de problemas internos. Pero hay quien ya pregona su valor histórico y patrimonial, sacando a la luz sus páginas amarillentas.
Cortegana, el «Casino de Abajo», ha desarrollado en los últimos meses un extraordinario trabajo de recuperación de lo físico y de lo patrimonial. Al tiempo que se han restaurado partes importantes del edificio (Por ejemplo las losas históricas que le dan acceso) y se ha recuperado la memoria histórica y legal que regula su estatuto.
Magnífico el ejemplo de este Casino serrano, que está dando pasos importantes hacia la recuperación de sus valores y su patrimonio.
Y no menos magnífico el afán de la Directiva de un casino del llano, Trigueros, que nos ha dado el «alegrón» de investigar y localizar reglamentos que hablan de épocas diferenciadas en su historia. Dos reglamentos localizados y puestos a disposición de quienes quieran conocer los avatares de su evolución.
Mil ochocientos noventa y uno y mil novecientos sesenta y tres, son fechas que vieron el nacimiento de sendos estatutos, de los que haremos un detenido análisis en próximos artículos. Serán curiosos los aspectos que analicemos, tanto en este Casino como en otros de nuestra provincia.
Pero también hay otras agrupaciones que, sin ser casinos, se inyectan en vena inquietudes culturales que las convierten en imprescindibles actores en nuestra historia actual. Porque gracias a ellas, la otra historia, la que se olvida, recupera protagonismo y valor.
Son las asociaciones culturales, que junto al placer de vivir su actividad preferida, dejan escritos, imágenes, encuentros, celebraciones, … , que son el mejor escaparate en el que reivindicar nuestro derecho a tener historia.
Una de estas asociaciones, Lieva, ha plantado sus reales en ese lugar llamado Sierra, porque nadie se atreve a llamarlo paraíso. Llamado queda. Junto a nuestra envidia, porque Lieva está donde nosotros quisiéramos estar a veces.
Lieva nos envía datos de uno de sus trabajos preferidos: Recopilar e investigar documentos y referentes del patrimonio serrano. Porque tal es el conjunto de casinos que ese lugar están y han estado.
Lo desagradable de este trabajo suyo es tener que hurgar en los años pasados, para recuperar valores de algo que se fue: El Casino de Galaroza, desaparecido hace escasos años.
Por eso tiene especial valor la recuperación que Lieva hace de un documento como el Reglamento de este Casino, que al menos deja constancia de su historia y sus valores sociales.
Cortegana, Cartaya, Trigueros, Galaroza, … , son ejemplos de lugares casineros con una historia social escrita en magníficos documentos patrimoniales: Los Estatutos o Reglamentos.
Azoteas avanza en el estudio de estas joyas, para ponerlos pronto en el escaparate cultural de la realidad actual de los casinos de Huelva.
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