Mari Paz Díaz. Hay días en los que la vida se nos antoja como subir una pesada cuesta arriba. Miramos atrás y pensamos en aquellas cosas que no salieron bien, en las oportunidades que no llegaron o dejamos escapar, en los sueños que no se cumplieron… Nadie dijo que vivir fuera fácil, desde luego. Sin embargo, a veces no nos damos cuenta de lo afortunados que somos, con nuestras carencias, con nuestros defectos, con nuestros miedos, pero afortunados. Porque todo depende del prisma con el que se mire. Lo sabe muy bien Rafael López, un enfermero onubense de 35 años que, en la actualidad, es supervisor de Pediatría y Neonatos del Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva.
La historia de Rafa comienza prácticamente como la de cualquier otro adolescente. Estudiante con muy buenas notas en Los Maristas de Huelva, siempre tuvo claro que quería ser marista, por lo que parecía que iba a decantarse por la carrera de Magisterio. Sin embargo, un amigo suyo contrajo leucemia y cuando fue a visitarlo a Sevilla pudo comprobar el trato y el cuidado que le dispensaban las enfermeras. Una de ellas le comentó que, aunque era médico, había estudiado después Enfermería, porque era una profesión que enamoraba, puesto que es la persona que está más cerca del paciente. Aquellas palabras cambiaron su vida.
Tras hacer la Selectividad decidió que elegiría la carrera de Enfermería. No tenía problema con la nota, tanto que estaba segundo en las listas de admisión de unos estudios a los que no es fácil acceder por la alta demanda existente. Así que fue a matricularse. Ese mismo día conoció a una chica que le preguntó dónde podía presentar los papeles. Se llamaba Rosalía. Ella era cordobesa y había acudido a Huelva con sus padres para matricularse en esta misma carrera. Casualmente, en un principio, la joven no había obtenido plaza en la Onubense, pero la primera persona de la lista de admitidos -también una estudiante de Los Maristas- había rechazado la plaza, porque su deseo era hacer otra carrera. Así que quedó libre una vacante que fue para ella, para Rosalía Maestre Moreno.
El destino hizo que Rafa y Rosalía cayeran juntos en la misma clase, de tal forma que fueron entablando una amistad que pronto se tornó en amor. Se hicieron pareja, al mismo tiempo que Rafa se iba enamorando de aquella profesión. Así que, una vez que terminaron sus estudios, iniciaron una vida juntos. Ambos se fueron a trabajar a Italia, Lisboa y, finalmente, a Talavera de la Reina (Toledo), siempre eligiendo destinos en los que podían trabajar con niños.
Una vez asentados en Talavera decidieron casarse. De nada le valieron los comentarios de familiares y amigos que les decían que eran muy jóvenes. Ellos tenían claro que querían estar juntos. Tenían 26 años. Entonces, él trabajaba en el área de Neonatos y ella en la UCI de Adultos y Maternidad como interinos.
En 2008, Rosalía se quedó embarazada. Ella siempre había tenido muchos deseos de ser madre, así que la noticia fue una gran alegría para ambos. En principio, incluso, se quedó embarazada de dos, pero uno de los embriones se malogró a las pocas semanas. Estuvo sangrando varios meses, con desprendimiento de placenta y amenaza de aborto, pero se aferró a su deseo y se puso un tratamiento de hormonas para que todo saliera adelante. En agosto dejó de sangrar.
Todo parecía ir bien, así que aprovechando que eran interinos se compraron un piso en Talavera. A los pocos meses, el 17 de diciembre, nacía Manuel. El pequeño ingresó en la Unidad de Neonatos debido a un problema respiratorio, pero al poco tiempo, el día 20 de diciembre, ya estaba toda la familia en casa. Sin embargo, sólo pudieron estar una noche los tres juntos. «Al día siguiente, Rosalía se levantó muy cansada. Le dolía la espalda. Pensé que era debido a que había estado dándole el pecho al niño. Pero, como los dolores no remitían, me la llevé a Urgencias del hospital de Talavera en el que trabajábamos. Una vez en el centro comprobaron que había sufrido una hemorragia interna muy grande, por lo que se la llevaron corriendo al quirófano. Tuvo que ser operada a vida o muerte», nos cuenta Rafa.
Al parecer, la hemorragia había sido provocada debido a que Rosalía padecía desde siempre una enfermedad denominada neurofibromatosis, una dolencia benigna que genera tumores en los nervios y partes blandas. Una enfermedad que llevaba bastante bien, pero que se había complicado durante el embarazo y el tratamiento de hormonas. La gravedad de la situación provocó que la familia de ella y de él se fuera urgentemente a Talavera desde Córdoba y Huelva, respectivamente. Ella había entrado en coma.
Rafa recuerda con lágrimas aquellas horas que no olvidará jamás: «Tuve la oportunidad de estar en la UCI gracias a que mis compañeros de trabajo hicieron una excepción conmigo en aquellos momentos tan duros, para que pudiera estar con ella mientras estaba en coma. Mientras, a Manuel lo ingresaron en Neonatos».
Rosalía despertó del coma el día 22 de diciembre. Había sido una rotura de vena, un problema vascular que parecía solucionado. Pronto le darían el alta, pero al ser las Fiestas Navideñas les dijeron que esperaran un poco para que hubiera un poco de más tranquilidad. De hecho, Rafa, que no se había separado de ella ni un momento, aprovechó para ir un rato a casa. Pero nada más llegar le llamaron del hospital. Rosalía se había mareado. Corrió de nuevo a verla y al llegar se temió lo peor. Nada más entrar, la jefa de la UCI le dijo «Rafa ya está aquí». Rosalía lo miró y le dijo «Te quiero». Unos instantes después de estas palabras, la joven fallecía a causa de una aneurisma de aorta. Era el día de Navidad. Tenía 28 años.
No es fácil todavía para Rafa hablar de este tema, pero aún así ha querido contarlo con el objetivo de que su ejemplo pueda servirle a otras personas que puedan encontrarse en una situación similar o en algún momento en el que piensen que no serán capaces de superar una situación, de seguir adelante.
Según recuerda, «enterramos a Rosalía en Córdoba el 28 de diciembre. Yo me quedé en Talavera con mi niño hasta el Viernes de Dolores, pero después decidí cerrar aquella casa. Hubo mucha gente que se portó muy bien conmigo, pero yo estaba en una situación muy complicada, casi no me daba cuenta de nada de los que sucedía a mi alrededor. Fueron unos años de los que no me acuerdo muy bien. Rosalía había estado a mi lado prácticamente toda la vida y, ahora, de repente, se había marchado». El hospital le declaró no apto para trabajar, así que el 29 de septiembre de 2010 regresó a Huelva. Después salieron nuevas plazas del SAS en Andalucía y decidió confirmar su plaza. Hasta ese momento había estado de baja, por lo que tuvo que pedir el alta voluntaria.
Se incorporó al Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva, donde le recibió la jefa de Enfermería, Cati Barrientos, a la que le contó su historia, porque no quería volver a Maternidad. «No me sirvió de nada, porque pensó que lo mejor era precisamente volver a la UCI de Neonatos. Así fue, estando dos años tras los cuales me pidió que cogiera la supervisión de la unidad, donde me encuentro todavía. Me comentó que nadie como yo sabía lo difícil que son algunos momentos. Que cuidara de la gente. Hoy en día sigo dando altas y sigo llorando porque a veces pienso que no he tenido la suerte de que esto no me haya tocado a mí», nos dice emocionado.
En Huelva, Rafa ha iniciado una nueva vida con su hijo Manuel, que el próximo mes de diciembre cumplirá 8 años. Él es un niño feliz que cada día acude al Colegio Funcadia, donde estudia 2º de Primaria, y que, a pesar de no haberla conocido, tiene muy presente a su madre. Tal y como explica su padre, «él es un niño muy alegre y desde chico lo he llevado al cementerio en La Carlota para que conozca la historia de su madre. Nunca le he ocultado nada, así que lo ve con naturalidad. Me pregunta mucho y me dice que su madre está en una estrella. Él lo tiene muy interiorizado».
Manuel ha heredado la enfermedad de su madre, una Neurofibromatosis que, salvo algunos problemas leves, no le causa mayores complicaciones. El caso de Rosalía fue distinto al complicarse con las hormonas durante el embarazo. A pesar de ello, Rafa sí ha tenido algún que otro susto con su hijo, como sucedió de nuevo durante la Navidad de 2013, cuando Manuel tuvo que ser ingresado en el hospital a causa un síndrome de Guillain Barré grave a consecuencia de un rotavirus, de una gastroenteritis previa. Fue dado de alta el mismo día de Navidad.
Padre e hijo han vivido sin pretenderlo una dura experiencia vital que, sin duda, les ayudará para superar muchos momentos difíciles. Pero, además, su historia también ha cambiado el funcionamiento del hospital onubense.
Sí, porque después de que Rafa se diera cuenta de lo difícil que era para los familiares el no poder entrar en la UCI y en la Unidad de Neonatos, tenía claro que las cosas debían cambiar. Él se había sentido un privilegiado por ser enfermero durante la enfermedad de su mujer. Así que tenía claro que había que abrir la UCI a los padres. Una idea que pudo poner en marcha en el Juan Ramón con la complicidad de la directora Fátima Aburto. Por su impulso, la Unidad de Gestión Clínica de Pediatría del Complejo Hospitalario Universitario de Huelva incorporaba en el área neonatal del Hospital Juan Ramón Jiménez una novedosa línea de cuidados con una apertura permanente a los padres basándose en la evidencia científica que demuestra que el contacto con el recién nacido afianza los vínculos emocionales familiares y protege el neurodesarrollo del bebé.
Un programa de apertura en los cuidados dirigido a los padres de los menores recién nacidos y prematuros que se encuentran hospitalizados en la Unidad de Cuidados Intensivos y en Neonatología del Hospital Juan Ramón Jiménez que ha sido reconocido con un premio a nivel nacional por haber conseguido humanizar aún más este área. Tras este reconocimiento, este enfermero asegura que «me siento muy orgulloso de que, por mi dura experiencia, por lo menos, haya podido traer a Huelva una práctica que ha tenido este reconocimiento. Así que, ahora, sólo puedo dar las gracias a Cati y a todas las personas que me dieron la oportunidad de tener esta responsabilidad, con la que he podido hacer las cosas de un modo diferente. Mientras yo esté aquí, así será, porque mi deseo es ayudar a las personas». Es más, Rafael López también es vicepresidente de la Asociación Andaluza de Psicología y Educación Perinatal y ha sido designado Responsable de la Estrategia de Cuidados de Andalucía para la Humanización de la Atención Pediátrica.
Junto a su trabajo, Rafael disfruta cada día de forma intensa de su hijo, al que lleva un fin de semana cada quince días a Córdoba, para que también disfruten de él la familia de su madre. En este tiempo, ha tenido la oportunidad de superar lo que sucedió, aunque lo tenga siempre muy presente. Reconoce que, con esta experiencia, «uno descubre muchas cosas, mucha gente que está y otros que desaparecieron de mi vida. Soy consciente de que en esos años pasados me portaba muy mal con la gente, porque no quería ver a nadie, no entendía por qué me había pasado eso. Muchos se fueron y otros se quedaron conmigo. Así que, con el tiempo, se cambia la perspectiva, aprendes a mirar a la gente de otra forma, a empatizar como profesional con los pacientes de una manera muy distinta. Me ha servido para mejorar como profesional y como persona». Todo un ejemplo que ha recogido Javier Márquez en su blog ’12 Razones Para Luchar Contra el Cáncer’, al ser todo una muestra de las ganas de vivir.
Entre otras lecciones, este onubense asegura que «uno se acostumbra a disfrutar al máximo el tiempo del que dispone. Porque el tiempo que estemos aquí hay que saber disfrutarlo. Merece la pena vivir. Rosalía vivió su tiempo con mucha intensidad, siendo muy feliz y haciendo lo que quería. Era la mujer más dulce y más cariñosa del mundo. Ella me ha regalado a Manuel, que es lo mejor que tengo. Así que ahora me conformo con lo que tengo y con la gente tan maravillosa que se quedó y que me he encontrado en este tiempo. A todos, gracias».
9 comentarios en «La empatía de Rafa López, cuando un enfermero sabe lo que significa perder lo que más quieres»
Felicidades Mari Paz, eres única plasmando la sensibilidad de las historias y, está es altamente sensible y merecedora de muchas cosas….por otra parte un abrazo a Rafael por la entereza, ejemplo y dedicación.
Enhorabuena Rafa por tan merecido premio, yo he tenido la suerte de tenerlo como supervisor en pediatría y como persona es un ejemplo a seguir…
Manu puede saber que su madre era un cielo y una maravillosa persona. No puedo ni leer el artículo de los recuerdos que me trae, pero desde luego Rafa debe utilizar toda su historia para ayudar a los demás que es su Ilusiòn.
Me ha emocionado mucho esta historia,enhorabuena Rafa,con personas como tù,el ser humano cobra grandeza,todo un ejemplo de superaciòn y profesionalidad.
Increíble historia, y que bien narrada, me bebía las lágrimas mientras leía, son muchos recuerdos los q me trae, aunque mi historia tuvo un final feliz. Tiene mucho mérito la fuerza de Rafa y su humanidad, porque que duro es, que tu hijo está luchando por vivir, y sólo visitarlo 15 minutos por la mañana e igualmente por la tarde. GRACIAS RAFA, debería de existir muchas personas como tú.
La semana próxima mi niño cumple 12 años y damos gracias cada día.
Que historia mas triste y bonita me emocione al leer todo,mis hijos viven en Huelva y tienen un niño y una niña y que cariño le tienen,sin conocerle les mando un abrazo para usted y su hijo,ya va a cumplir 12 años y estará muy orgulloso de sus padres.la vida es un poco cruel a veces ,pero ánimo.Mari Carmen Lopez.
Hace once años perdí en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla a mi primer hijo, y casi pierdo a mi esposa. Dios me regaló después dos trastos guapísimos a los que quiero con locura. Gracias también a haber pasado por malos momentos, descubrí a los profesionales de enfermería a los que tanto debo. Desgraciamente, yo descubrí está maravillosa profesión demasiado tarde y ni he podido cumplir mi sueño. Pero si de algo estoy seguro es de que hay que ser de una pasta muy muy especial para tratar a tantas personas enfermas y no perder la sonrisa. Gracias a Rafael, otros padres podrán tener a sus hijos en todo momento, algo que yo no pude con mis tres hijos. Enhorabuena, Rafa…
Es una persona muy valiente y buena lo conozco poquito pero tenemos una gran amiga en comun Cinta Solves y se de su historia. He coincidido con el en varias ocasiones y me parece una persona integra. Muchas felicidades por la labor que haces en el hospital con tus compañeras y sobre todo con los enfermmos ya que es un gran profesional.
Tuve la suerte de conocerles a los.
Rosalia era una persona superdulce muy trabajadora y muy buena gente.Rafa también siempre alegre y dispuesto a cualquier cosa en el trabajo,la vida le hizo sufrir desde muy joven,pero su hijo puede estar muy orgulloso de el,y su madre allá donde estè guiara sus pasos.
Enhorabuena Rafa por ese premio,y un fuerte abrazo.