J.M. Jiménez Serrano. Las calles del centro de Zalamea se llenaron de los aromas de las juncias, mastranto y otras plantas aromáticas, que sirvieron de alfombra al paso del cortejo del Corpus que partió tras la misa desde la Iglesia de la Asunción.
La procesión realizó varias paradas en los altares o descansos que hermandades y particulares instalaron durante el recorrido.
La Hermandad de San Vicente Mártir instaló su parada en la Calle de la Plaza, instalando el descanso en el centro de la vía.
Varias paradas por las calles Fontanilla y Tejada hasta llegar a la estrecha calle Castillo, donde realizó una parada en la Casa Parroquial,donde la Agrupación de Fieles de la Divina Pastora , ubicó el sagrario de la ermita de esta advocación mariana.
Antes de entrar en el templo, el altar instalado por la Real Hermandad de Penitencia, sirvió de punto final al recorrido, para esta ocasión la cofradía eligió un cuadro de una Inmaculada de Murillo, para ocupar el espacio central del improvisado retablo.
Una celebración que goza en la localidad de un importante abolengo. Se celebraba con gran solemnidad antes de la Guerra Civil , cuando desfilaban todas las imágenes de la parroquia y la del patrón San Vicente. En la actualidad, mucho más sencilla, sigue ofreciendo un singular encanto.
La Banda de Música Don Justo Ruiz, que acompañó al cortejo , interpretó la marcha «Triunfal» a la entrada de la custodia en el templo.