Benito A. de la Morena. El otro día un joven camarero de un “restaurante de carretera” cercano, me demostró su falta de cualificación profesional, ante sus improvisadas quejas sobre las condiciones de su trabajo, a cerca de la explotación a que estaba sometido por el horario irregular, dentro de una confianza que no le habíamos ofrecido.
Mientras, se le caían las tazas por llevar demasiado llena la bandeja, nos dejaba los vasos en la mesa para que nosotros nos lo repartiéramos y nos insinuaba que nos levantáramos pues siempre llegaba tarde a casa. El remate fue cuando el dueño nos presentó la cuenta con más de un treinta por ciento de exceso. La reflexión no fue solo para “juzgar” a esas personas, más bien a nosotros mismos por no haber pedido la carta para evaluar precios previamente. Pagamos el exceso de confianza y eso sí, nos prometimos no volver.
Un cúmulo de desatinos que denotan el porqué es imprescindible fomentar la cultura del emprendimiento y facilitar la iniciativa empresarial y que justifican el creciente desempleo de un país como España y una Comunidad como es Andalucía. Si extiendo esta reflexión a la cultura del subsidio en la que estamos acomodados, puedo entender fácilmente que el desarrollo en nuestro provincia haya sido prácticamente nulo y que estemos perdiendo opciones debido a una idiosincrasia popular excesivamente localista, con muy poca proyección de futuro y demasiado ensimismada con sus playas, el choco y la luz de Huelva. Una sociedad que no sale de su región, que no conoce Europa, que está acomodada y en la que se ha aceptado, de forma generalizada, eso de “vivir el momento” y “no pensar en el futuro”. Lo malo es que el futuro llega y nos pilla como nos pilla.
Con esa perspectiva acomodaticia, no es de extrañar que Galicia se haya llevado uno de los proyectos que sobre desarrollo de drones se pretendía instalar en nuestra provincia; tampoco me sorprende que no se haya reconvertido el sector químico y estemos cerrando industrias sin preocuparnos de que a esas multinacionales ya no les interese invertir aquí. La flota pesquera ha desaparecido y el astillero también, la expansión minería prometida parece ser un bluf y si miramos hacia el sector agrícola, comprobamos que emplea a extranjeros mientras nosotros preferimos seguir cobrando el desempleo y vivir de una economía sumergida y sin obligaciones.
Por eso y algo más, entiendo la postura del joven camarero, aunque me levanté triste y sin desear volver a ese restaurante al que, hace tiempo, solía acudir pues su estilo era de gente emprendedora, creativa y honrada.
Regresé a casa y retomé el tema de lectura del informe “España 2033” sobre crecimiento inteligente que ha elaborado el Grupo PWC, que me ha enviado mi amigo David, y en el que se destaca que: • “Las habilidades y aptitudes del profesional van a adquirir una mayor relevancia en un futuro próximo. • Será fundamental: adaptabilidad, flexibilidad, autoaprendizaje, capacidad de innovar, creatividad, habilidades de comunicación e interrelación, capacidades analíticas, manejo de nuevas tecnologías, y competencias interculturales. • España tiene carencias en idiomas y conocimientos especializados relacionados con profesiones operativas, así como en innovación, espíritu emprendedor, adaptabilidad y flexibilidad • La formación recibida en los Centros formativos no se adapta bien a los nuevos requerimientos y que, a causa de todo esto, España debe cerrar esa brecha para garantizar la empleabilidad de sus ciudadanos. ¿Creen ustedes que permitiremos al Gobierno aplicar dichas medidas?
1 comentario en «Una reflexión sobre la situación laboral actual»
Con Don Benito de la Morena tengo vínculos de afecto, amistad y admiración. Pero a veces pasa la raya roja (Como de dice ahora) de lo inaudito.
Esta vez he leído tres veces su artículo y cada lectura me afirmaba en mi sensación de que estaba leyendo el pensamiento de alguien que camina más allá de la normalidad y sabe sintetizar esencias de una realidad que no siempre percibimos. Esa es su primera lección.
Dice Don Benito:
«… Una sociedad, que está acomodada y en la que se ha aceptado, de forma generalizada, eso de “vivir el momento” y “no pensar en el futuro”. Lo malo es que el futuro llega y nos pilla como nos pilla».
Hubo un tiempo en el que la profesionalidad de los empleados y dueños de la hostelería tenía fama en toda España: Sevilla, Cádiz, eran ejemplos reconocidos y pregonados de buen hacer y de profesionalidad.
Nunca un camarero de Madrid, … , o de cualquier otro sitio de España, había alcanzado cotas de saber estar y cumplir de manera admirable su trabajo. Por eso eran admirables y admirados.
Yo llegué a conocer un bar en Triana, en el que los camareros se jubilaban allí y el dueño (Un tal Manolo) comentaba: «A estos no los dejo marchar, aunque tenga que repartir con ellos mis beneficios.»
Un bar que todavía existe y al que muchos vamos a degustar sus excelentes tapas de arroz y disfrutar del magnífico servicio de los empleados.
Hoy solamente quiero ponerme al lado de Don benito, compartir su percepción laboral de lo que se lleva y llorar con él la apatía acomodaticia que tanto daño está haciendo al Sur.
A nuestro Sur.