A.R.E. Los árboles son seres vivos que pueden contar historias. Tal vez no con palabras, pero en su madera albergan mucha información de interés que, sabiendo cómo interpretarla, puede revelar datos importantes para el estudio de nuestro pasado. En torno a esta idea nace la dendrocronología, una ciencia que «estudia las variaciones anuales de crecimiento en la madera«. Así la define una experta en la materia, la doctora en Patrimonio por la Universidad de Huelva Marta Domínguez Delmás, quien actualmente colabora con la Onubense en una interesante investigación relacionada con esta materia. Se trata de un proyecto National Geographic Waitts, al frente del cual en la UHU se encuentra la ingeniera de Montes y profesora del departamento de Ciencias Agroforestales Reyes Alejano Monge.
Ambas están inmersas en esta investigación financiada por la National Geographic Society que le fue concedida a Reyes Alejano Monge el pasado 2014. El nombre del proyecto de exploración es ‘Pinos milenarios y patrimonio cultural andaluz para conocer mejor las interacciones hombre-medio ambiente en el oeste del Mediterráneo’ y su objetivo es conocer nuevos datos sobre las masas de pinos salgareños (Pinus nigra Arn. sp. salzmannii) milenarios en las sierras andaluzas y el empleo de sus maderas en distintos edificios históricos andaluces (cronología, origen de sus materiales, etc.), es decir, aplicar la dendrocronología y la dendroarqueológica a la investigación del patrimonio histórico y natural de Andalucía.
Para entender mejor esta iniciativa, es preciso conocer con mayor profundidad qué es la dendrocronología. Como se ha dicho, se trata de una disciplina»que se ha establecido en distintas partes del mundo como el método más preciso para la datación absoluta de piezas de madera (pre)históricas«, explica Domínguez Delmás. Y añade la doctora: «estudia las variaciones anuales de crecimiento en la madera, las cuales son causadas principalmente por las condiciones climáticas y ecológicas de la zona en la que crecen los árboles, y también en parte por intervenciones antrópicas, por lo que las series de anillos en la madera representan registros anuales del entorno natural e histórico en el que crecieron los árboles».
Dentro de la dendrocronología, «la especialidad de dendroarqueología estudia los patrones de anillos de maderas históricas y prehistóricas para anclarlos en el tiempo e inferir una amplia gama de información”, explica la doctora Domínguez Delmás. «Las aplicaciones de esta ciencia en disciplinas relacionadas con el patrimonio cultural material (arqueología, historia del arte, historia de la arquitectura) son por tanto muy diversas. Más allá de la datación exacta de la madera puede obtenerse también información sobre la procedencia de la misma (‘dendroprocedencia’), la selección de especies, el tipo de bosque del que se sacaron los árboles, el transporte y comercio de la madera, así como sobre formas de procesarla. Además, incluso cuando no se consigue datar la madera de forma absoluta, la datación cruzada relativa entre muestras de numerosas piezas de la misma estructura permite identificar fases constructivas, así como definir espacios temporales de ocupación de asentamientos antiguos, o deducir cómo se organizaba el abastecimiento de madera«, explica Marta Domínguez Delmás en su tesis doctoral.
Según la doctora, para poder aplicar la datación dendrocronológica absoluta y la dendroprocedencia se requieren cronologías de anillos de referencia para las especies arbóreas específicas que se están investigando y además dichas cronologías de referencia deben abarcar el período temporal de las muestras que se investigan, así como la zona de donde se extrajo la madera.
Sobre todos estos aspectos habla Domínguez Delmás en su tesis doctoral, realizada en el seno de la UHU: ‘Historia forestal, abastecimiento de madera y anillos de crecimiento: una aproximación dendroarqueológica al estudio del patrimonio cultural en la Península Ibérica’, una investigación que desarrolló entre 2012 y 2015 orientada a estudiar el patrimonio histórico construido con madera en la Península Ibérica.
La base para la realización de la misma la obtuvo gracias a su trabajo como investigadora principal en el proyecto ‘Filling in the blanks in European dendrochronology: building a multidisciplinary research network to assess Iberian wooden cultural heritage worldwide’, una actuación promovida por la Agencia Holandesa de Patrimonio Cultural y la Fundación Ring que contó con financiación de la Organización Holandesa para la Investigación Científica -a los holandeses les interesa sufragar estos proyectos en nuestro país porque existen pecios hundidos en sus aguas, probablemente españoles, que no pueden datar por medios dendrocronológicos al no tener cronologías de referencia- y que agrupó a un equipo internacional y multidisciplinar de arqueólogos subacuáticos, ingenieros de montes, historiadores y dendrocronólogos para promover la dendrocronología histórica en la Península.
Este método de datación e investigación no está demasiado extendido en nuestro país (sí en Europa Central, incluso a nivel comercial), siendo por ello los trabajos de las doctoras Domínguez Delmás y Alejano Monge bastante pioneros en España. De hecho, el proyecto que ahora abordan en el seno de la Universidad de Huelva puede decirse que es una continuación del que coordinara la experta en Patrimonio para la Organización Holandesa de Investigación Científica.
La idea surgió en 2008, cuando ambas científicas se conocieron en el congreso europeo de dendrocronología Eurodendro en Austria. Reyes Alejano había estado analizando con anterioridad la población de árboles más antigua que tenemos en España -algunos superan los 1.000 años- el Pinus nigra o pino salgareño que se encuentra en el sueste del país (Aportaciones de la paleobotánica a la interpretación del área natural de Pinus nigra Arn. ssp. salzmannii en las Sierras Béticas). En la zona «hay distintos enclaves de bosques viejos que han sobrevivido porque en la parte más alta la topografía es complicada y era difícil cortar la madera y sacarla. Actualmente están protegidos», explica la profesora de la UHU.
Por entonces, Domínguez Delmás era investigadora y dendroarqueóloga principal de la Fundación Ring en los Países Bajos. «Hablando las dos se nos ocurrió un proyecto común que consistiría en sacar las cronologías de las masas viejas de Pinus nigra de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas, que usaríamos para datar maderas históricas en edificios de Andalucía», narra Alejano Monge.
Así pues, una vez concluido el proyecto holandés en 2011, solicitaron en 2013 un proyecto National Geographic Waitts, que la Sociedad Geográfica Nacional americana les concedió al año siguiente. Entonces se trasladaron a las sierras del sureste peninsular para analizar los anillos de crecimiento en los árboles más longevos de España extrayendo muestras con barrenas de Pressler. Éstas ofrecerían una especie de «huella digital» de cada árbol, información que permite a los investigadores estudiar la evolución del clima, realizar reconstrucciones climáticas y crear cronologías de referencia. En suma, «estas cronologías sirven para las dataciones de madera, lo que es en sí la dendrocronología», detalla Alejano.
El siguiente paso fue realizar muestreos de madera en diferentes edificios de la geografía andaluza. En concreto, esta tarea se ha llevado a cabo en distintas construcciones históricas de Granada, Huéscar (Granada) y Úbeda (Jaén).
En lo que se refiere al método de trabajo utilizado, de cada edificio se han sacado muestras de vigas de diferentes cubiertas y techos en distintas zonas de la construcción. Las barrenas obtenidas tienen forma cilíndrica y son de unos cuatro o cinco centímetro de largo por uno de grosor, no habiendo afectado en absoluto su extracción a la resistencia o integridad de las vigas muestradas.
Las vigas de las que salen las muestras se enumeran, caracterizan, fotografían e identifican para saber a qué punto concreto del edificio corresponde el material que, posteriormente, se lleva al laboratorio. El material se estudia en una mesa de análisis dendrocronológico, la cual dispone de un sistema de medición que permite marcar dónde empieza y acaba cada anillo. El resultado de la medición de la anchura de todos los anillos es un gráfico final en el que aparecen reflejados los valores de crecimiento de cada año.
«Las muestras de madera que sacamos de los edificios suponen una pequeña parte, son unos pocos anillos que luego tenemos que encuadrar en las cronologías de referencias que tenemos y que hemos sacado de los bosques de la Sierra de Cazorla y Segura. Ello nos permite datar las muestras con total exactitud, eso es lo bueno de la dendrocronología», explica Alejano Monge. Y es que en las maderas de 900 años de los Pinus nigra hay años muy característicos y el programa informático del que disponen busca, entre otras, esas coincidencias para saber a qué años corresponde la madera. En este sentido, es necesario matizar que la madera analizada tiene que ser de la misma zona en que se han hecho previamente las cronologías y «pertenecer a la misma especie de árbol, aunque a veces existen buenas correlaciones entre distintas especies», apunta la profesora de la UHU.
En este sentido, Reyes Alejano Monge pone de relieve que uno de los factores que las llevó a solicitar este proyecto fue que en Andalucía se dan condiciones muy buenas para llevar a cabo el mismo. Por un lado, que los árboles más viejos de la Península se encuentran aquí y, por otro, que tenemos una historia rica y larga, con edificios históricos grandes y con maderas antiguas bajabas desde la Sierra de Cazorla por el río Guadalquivir, hecho contrastado con datos desde el siglo XI. «Está bien documentado que, durante siglos, los pinares de salgareño de las montañas de Cazorla y Segura han proporcionado madera para la construcción de edificios o la fabricación de utensilios en pueblos cercanos y en ciudades como Jaén, Córdoba o Sevilla, situadas kilómetros río abajo en el valle del Guadalquivir. Los ríos han sido tradicionalmente utilizados como vías de conexión entre los bosques en las montañas y los pueblos y ciudades en los valles», relata en su tesis doctoral Marta Domínguez Delmás a este respecto.
Actualmente, la investigación ‘Pinos milenarios y patrimonio cultural andaluz para conocer mejor las interacciones hombre-medio ambiente en el oeste del Mediterráneo’ se encuentra en fase de análisis y aún no se pueden adelantar dataciones definitivas. Y es que el proyecto justo acaba de terminar y el equipo está elaborando los resultados del mismo, unos datos que se darán a conocer probablemente este verano a través de un artículo científico de carácter divulgativo que publicarán, entre otras, la revista National Geographic.
Sobre los resultados de la investigación, Alejano Monge afirma que «pueden ser muy espectaculares o no. Se trata de componer un puzzle y a lo mejor resulta que las maderas que hemos muestreado son de otras zonas, porque estamos viendo que había un comercio de madera mayor de lo esperado. Y es que también hay que tener en cuenta que muchos de estos edificios tienen varias reconstrucciones».
En este proyecto National Geographic Waitts, además de la profesora de la UHU y de la investigadora Marta Domínguez Delmás, que actualmente trabaja como investigadora Marie Curie en la Universidad de Santiago de Compostela, también están implicados Tomasz Wazny, del Laboratory of Tree-Ring Researchio de Anillos de árboles de la Universidad de Arizona, en Estados Unidos; Ignacio García González, de la Universidad de Santiago de Compostela y Javier Vázquez Piqué, de la Universidad de Huelva.
Se compone, pues, la iniciativa, de un equipo multidisciplinar e internacional de expertos que está desarrollando en nuestro país esta nueva herramienta de datación histórica que además permite identificar las especies con las que se construyeron los edificios y hacer un seguimiento de la imbricación entre recursos naturales, ecología y uso de las especies en el patrimonio histórico. Por ello, podemos hablar de la evolución de dos líneas paralelas de investigación, una histórica y otra centrada en la ecología y gestión de estos bosques viejos, que está contribuyendo a identificarlos y conocer su estructura y la capacidad de reproducción de los árboles de cierta edad, entre otros muchos aspectos, haciendo en todo momento hincapié en la necesidad de protegerlos y conservarlos.
En suma, este estudio de la Onubense está permitiendo abrir nuevas líneas de investigación poco exploradas hasta ahora en España, logrando profesionales como Marta Domínguez Delmás y Reyes Alejano Monge que la dendrocronología aporte su granito de arena al conocimiento de nuestro patrimonio histórico y natural.