Ana Rodríguez. Alicia de León-Sotelo y Vidosa tiene 22 años, es estudiante de Ingeniería Mecánica en la Universidad de Huelva y una aficionada a la fotografía y a viajar. Posee un expediente brillante, tanto de cuando estudiaba en el Colegio Colón Hermanos Maristas como actualmente en la Onubense, donde ha obtenido varias matrículas de honor. Pero la joven tiene algo más, algo que no se puede cuantificar ni conseguir con horas muertas de estudio… Alicia tiene talento.
Y es precisamente eso lo que le ha valido ser una de las ganadoras de la III edición del programa #talentage, una iniciativa de capacitación profesional de la Fundación Cruzcampo que tiende puentes entre universitarios andaluces y empresas de éxito de la comunidad autónoma. Así pues, la onubense ha sido premiada por poseer cualidades muy bien valoradas hoy en día en el ámbito de los recursos humanos y de la cultura corporativa, como son el liderazgo, la capacidad de pensamiento crítico, la creatividad o la proactividad.
Gracias a sus habilidades personales, la joven ha obtenido una de las 14 becas de prácticas profesionales remuneradas que ha concedido el programa, que la han llevado al departamento de Operaciones de Persán (participa en #talentage a través de su Fundación), una compañía líder nacional en su sector, el de los productos del hogar, además de la fábrica más grande de Europa y la segunda del mundo dedicada a esta actividad. Desde el 11 de marzo, Alicia compagina terminar sus estudios, de los que sólo le restan dos asignaturas y el proyecto final del Grado, con la oportunidad laboral que le ha brindado #talentage y que está resultando una gran experiencia.
«Estoy muy contenta», afirma la universitaria y añade: «Dentro del departamento de operaciones, estoy en mantenimiento de fabricación, lo que me permite pasar mucho tiempo en fábrica ya que cuando hice las entrevistas dije desde el primer momento que no quería estar todo el día en la oficina. Así que estoy encantada, aprendo mucho, me explican todo lo que necesito saber y tanto mi responsable como mis compañeros me tratan de lujo. Mi trabajo consiste en administrar equipos e instalaciones, gestionar tanto acuerdos de mantenimiento como de personal interno y externo, negociar con proveedores, dar apoyo técnico al personal de mantenimiento, ayudar en la puesta en marcha y búsqueda de mejoras, elaborar planes de mantenimiento, listas de repuestos y gestionar el mantenimiento asistido por ordenador, conocido como GMAO, identificar, proponer y solucionar puntos críticos. Al ser una fábrica tan grande, todos los días hay algo nuevo y eso me permite aprender cada día más».
Quizá uno de los aspectos más llamativos de la onubense sea, en sí, su profesión. La mecánica no es una rama en la que tradicionalmente se hayan introducido muchas mujeres. Sin embargo, la joven tenía claro desde pequeña que lo suyo eran los números y, cuando tuvo que echar los papeles para el Grado, optó por seguir los pasos de su padre, que es ingeniero industrial superior especializado en Mecánica. «Él había roto la tradición familiar, pues sus abuelos y su padre eran médicos. Tras él fuimos mi hermana, que es ingeniera química, y yo», señala de León-Sotelo.
Si bien se encontró con pocas féminas en la Facultad, unas cinco de cada 100, Alicia se dio cuenta pronto de que no había errado en su decisión. Definitivamente las máquinas eran su fuerte, mucho más que las estructuras, la otra gran rama de sus estudios.
Sus ganas de pasar de la teoría a la práctica, la animaron a solicitar en 2015 unas prácticas, que obtuvo a través de una beca del Banco Santander, en la empresa onubense Seabery. Fueron tres meses en los que se integró en el área de I+D+ i de la entidad, realizando, entre otras labores, reparaciones, informes, labores de optimización y parametrizaciones de modelos reales en 3D. Incluso la joven llegó a llevar a cabo en este tiempo un proyecto propio, el diseño de una mesa para testear cómo responde el simulador de soldadura de Seabery a vibraciones similares a las que puede verse sometido, por ejemplo, en un viaje (exportan el producto hasta a 44 países). La mesa, que se encuentra en el departamento de Calidad, se sigue utilizando a día de hoy cada vez que un equipo termina de montarse y pasa todos los controles establecidos, antes de ser embalado y enviado.
A pesar de esta primera experiencia profesional, Alicia se lo pensó bastante cuando a su correo electrónico de la UHU llegó un email informando de la convocatoria del programa #talentage. «Estaban buscando gente con talento y los requisitos iniciales eran tener idiomas y buenas notas. Yo me estaba preparando el First Certificate para presentarme en diciembre. Estuve a punto de no echarlo por no tener todavía el título, pero al final me animé», recuerda la joven. Y menos mal, porque a finales de diciembre me llegó un correo indicándole que estaba dentro del proceso de selección.
Así, más tarde tuvo que adjuntar su certificado de notas y el título de inglés, del que aún no disponía al haberse examinado hacía sólo unos días de la prueba oficial. Finalmente, hizo una entrevista telefónica en inglés y fue seleccionada, junto a otras 119 personas de entre los 1.300 candidatos que se presentaron a la convocatoria, para la entrevista personal en Sevilla. «Cuando entré aquel día en la ESIC -Escuela de Negocios hispalense y partner académico de la Fundación Cruzcampo- estuve a punto de darme la vuelta, porque vi allí gente muy preparada. Al final me animé y comencé con la dinámica de grupo y luego con las entrevistas en inglés y personal en español. Salí muy contenta», explica la onubense.
Después de aquel exhaustivo y duro proceso de selección, a Alicia le comunicaron que era una de las 40 finalistas del programa y que tenía que asistir a unas jornadas de capacitación que se celebrarían en Sevilla entre el 3 y el 5 de febrero. En ellas les enseñarían a cultivar aptitudes extracurriculares de liderazgo, resolución de conflictos y habilidades de comunicación. Como recuerda la universitaria, «los profesores eran profesionales cualificados al máximo nivel y nos impartieron talleres de creatividad aplicada, cómo hablar en público, inteligencia emocional, técnicas de liderazgo, redes sociales y, por último, cómo potenciar nuestra marca personal. Todas ellas competencias que son importantes al margen del currículum, habilidades propias de cada persona».
Al margen de estos módulos, la joven tuvo que realizar, junto a sus otros compañeros finalistas, un trabajo grupal y pasar por nuevas entrevistas, esta vez con responsables de Recursos Humanos de Persán, pues los participantes más afortunados -sólo 14 de 40- podrían disfrutar de unas becas de prácticas remuneradas de entre seis meses y un año de duración en determinadas empresas (Heineken, Persán y Supermercados MAS).
El pasado 10 de marzo llegó el momento de la verdad. Fue la entrega de premios de esta tercera edición del programa, en la que Alicia supo que había obtenido una de las 14 becas. «Todavía no lo tengo asimilado. El día del premio no me lo creía. Ahora que me he visto en Sevilla, trabajando, ya tomo conciencia del proceso, pero cuando estás dentro no te das cuenta de la magnitud que tiene», reconoce la estudiante.
Y es que la joven está especialmente contenta porque no sólo han tenido en cuenta a la hora de elegirla su expediente académico -todos los seleccionados eran brillantes- o sus conocimientos de idiomas, sino, y sobre todo, sus habilidades: «hasta ahora siempre había dudado de que las buenas notas por las que se caracterizaba mi vida académica me sirvieran para algo. Ahora siento que esta beca es un reconocimiento también a todo mi esfuerzo, a todos estos años de carrera, pero si hay algo de lo que me siento orgullosa en #talentage es que si he ganado la beca no ha sido sólo por mis notas, sino por tener algo que venía conmigo, de serie«.
En este sentido, Alicia cree que en ella han podido valorar su extroversión, su capacidad de implicación y de gestionar personas, su responsabilidad y perfeccionismo. Así, ella confiesa que «no ganamos por las notas, sino por nuestras aptitudes. Cuando estábamos en los talleres e iban explicando yo me daba cuenta de que muchas de las cosas que nos indicaban yo ya las hacía. Otras no, de otras tomé apuntes para mejorar e incluso para abandonar ciertas prácticas».
En relación a cómo aprender estas habilidades, Alicia recomienda a todos los universitarios de Huelva que se apunten al curso en estas competencias que imparte la UHU a través de la Cátedra de la Fundación Cruzcampo pues en ella se enseñan esas habilidades extracurriculares que «no te lo enseñan en la carrera pero que el día de mañana te van a hacer falta», pone de relieve.
Ganar esta edición de #talentage le ha abierto a la onubense las puertas de Persán, una empresa donde no es fácil entrar y que somete a sus candidatos a largos y duros procesos de selección. La joven valora mucho esta oportunidad y hasta el próximo 28 de septiembre, al menos, piensa disfrutar de este empleo y aprender todo lo que pueda. Además, el programa cuenta con un 70% de inserción laboral, una cifra que crea expectativas muy positivas para los 14 becarios de esta edición.
De cara al futuro, Alicia tiene muy claro que desea continuar formándose, aunque sea compatibilizándolo con un empleo, y realizar el Máster en Ingeniería Industrial. Pero por ahora su objetivo está fijado en aprobar las dos asignaturas que le queda del Grado y de las que se examinará el próximo mes de junio.
Finalmente, la joven ha manifestado su profundo agradecimiento por la oportunidad que le ha brindado a la Fundación Cruzcampo y Persan, pero también a la Universidad de Huelva y el Colegio Maristas por haberla formado, y a las personas que tanto han confiado en ella, en especial a sus padres, su hermana, su novio, sus amigos, así como a su abuelo, José Vidosa, conocido en Huelva por levantar el concesionario de Nissan. «Yo era su ojito derecho y, aunque falleció hace dos años, sé que sería la persona que estaría mas orgullosa de mí. Esto se lo dedico a él que siempre ha sido para mí un ejemplo de esfuerzo y de superación, no he conocido a una persona más trabajadora y luchadora», afirma la onubense.
En suma, Alicia es un ejemplo de cómo el trabajo duro sumado a las capacidades innatas pueden llevar a alguien tan joven como ella a ser una de las universitarias andaluzas con más talento, cualidades que, asegura, no están reñidas con vivir lo que te ofrece la vida y disfrutar siempre las personas.