Redacción. En este 2016 se cumple el centenario de la muerte del poeta Rubén Darío, uno de los autores más influyentes en la primera etapa poética del Nobel Juan Ramón Jiménez, con quien el moguereño mantendría una estrecha amistad hasta la muerte del autor nicaragüense.
Por este motivo, la casa-museo de Moguer ha presentado esta mañana varios documentos de gran interés que nos confirman la relación de afecto y admiración mutua que mantuvieron los dos genios literarios. El director de la Fundación del Nobel, Antonio Ramírez y el concejal de Turismo José Antonio Rodríguez presidieron el acto en el que la documentalista del centro de estudios juanramoniano, Rocío Berrocal explicó el contenido de los materiales que se exponen en la vitrina principal de la casa-museo.
En 1889 el entonces joven Juan Ramón descubrió la poesía de Rubén Darío a través de unas revistas que le envió Villaespesa y desde ese momento se convirtió en rendido admirador del “príncipe de las letras castellanas”. Poco más tarde ambos invitarían al moguereño a alistarse en la gran causa modernista por lo que Juan Ramón reunió todos sus poemas y salió para Madrid desbordante de ilusión, como queda claro en este texto del autor de Platero “«¡Rubén Darío! Mi casa blanca y verde se llenó toda, tan grande, de estraños espejismos y ecos májicos. El patio de mármol, el de las flores, los corrales, las escaleras, la azotea, el mirador, el largo balcón de quince metros, todo vibraba con el nombre de Rubén Darío… Yo, modernista; yo llamado a Madrid por Villaespesa con Rubén Darío; yo, dieciocho años y el mundo por delante, con una familia que alentaba mis sueños y que me permitía ir adonde yo quisiera. ¡Qué locura, qué frenesí, qué paraíso!»
Después de aquel primer encuentro la amistad entre ambos duraría ya hasta la muerte de Rubén Darío, y después se conservaría viva en la memoria de Juan Ramón. Y aunque los dos poetas eran de carácter y condición muy diferentes, ya que Darío se entregaba a los placeres mundanos y Juan Ramón los rehuía, sin embargo, estas diferencias les acercaban, ya que Jiménez veía en Darío al gran artista y al hombre bueno y noble en sus aspiraciones, y Darío descubrió en Jiménez, además del genio poético, un idealismo muy alto y una profunda humanidad que no todos habían advertido.
Tras su muerte Rubén Darío era evocado en muchas ocasiones por Juan Ramón tanto en charlas literarias como en conversaciones, recordando siempre con ternura las anécdotas y vivencias de la intensa amistad que mantuvieron durante más de 25 años.
Al cumplirse ahora el centenario de la muerte del poeta nicaragüense, la casa-museo de Moguer muestra algunos de los documentos más representativos de la relación entre ambos, como las primeras cartas que se cruzaron, un ejemplar de la revista Helios, donde colaboró Rubén Darío a instancias de Juan Ramón, el poema mecanografiado y anotado de Juan Ramón dedicado a su amigo cuando se enteró de su fallecimiento, algunos poemas del nicaragüense que conservaba Juan Ramón y que después donó a la Biblioteca del Congreso de Washington, una singular foto de Darío vistiendo uniforme militar, o los bocetos de su proyecto para reunir en una obra toda la documentación de su relación con Rubén Darío, así como algunos libros de Rubén Darío que conservaba Juan Ramón en su biblioteca, entre otros objetos de enorme interés, como la edición del libro La Caravana pasa con la dedicatoria que el poeta hispanoamericano le hizo al moguereño.