Ana Rodríguez. La vista es un sentido que, como le pasa a menudo al ser humano, no cuida y valora lo suficiente hasta que lo pierde. La edad es un factor que juega en nuestra contra en este sentido, pues son muchas las personas cuya visión se deteriora con el paso de los años. El más común de los trastornos oculares asociados a la edad es la llamada degeneración macular, una patología a la que trata de buscar soluciones la bióloga onubense Conchi Lillo.
Nacida en Minas de Riotinto, esta investigadora y profesora del Departamento de Biología Celular y Patología de la Facultad de Biología -Instituto de Neurociencias de Castilla y León- de la Universidad de Salamanca, explica que la degeneración macular suele aparecer a partir de los 60 años, siendo una patología que destruye lentamente la visión central y aguda, dificultando la lectura y la visualización de detalles finos. La enfermedad está causada en su origen por el daño del epitelio pigmentario (capa de células pigmentadas que aparece en el exterior de la retina que nutre sus células visuales), que conlleva la muerte secundaria de los fotorreceptores (células fotosensibles que permiten la visión) y, en los casos más severos, una proliferación anómala de vasos sanguíneos que irrigan la mácula (capa de tejido sensible a la luz que se encuentra en el centro de la retina).
Asimismo, las células del epitelio pigmentario tienen la función diaria y continua durante toda la vida de reponer ciertas funciones de los fotorreceptores, agentes protagonistas en la visión. El desgaste prolongado que con el paso del tiempo sufren estas células del epitelio se refleja en la acumulación de una serie de detritos, o depósitos de basura, que son incapaces de eliminar por sí mismas y que forman un entorno tóxico que afecta seriamente a su funcionamiento, llegando a ocasionar su muerte.
«Además del factor edad como agente fundamental en el desarrollo de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), también hay algunos genes responsables de que una persona pueda llegar a expresar o no esta patología. No obstante, los factores ambientales, como la fotoexposición del ojo sin protección adecuada, o los malos hábitos de salud que derivan en la acumulación de toxinas en nuestro organismo son los más determinantes. En este sentido, la ingesta de ácidos grasos, el colesterol y el consumo de tabaco y alcohol acumulados en sangre produce una toxicidad excesiva en todas las células, inclusive en las del epitelio pigmentario, afectando a su correcto funcionamiento. Nuestros ojos también se ven afectados», explica la bióloga. Por todo ello, y aunque no se pueda prevenir, es aconsejable mantener una dieta saludable y evitar la exposición excesiva de los ojos al sol, además de acudir frecuentemente al oftalmólogo si se tienen antecedentes familiares.
Por otro lado, a pesar de ser tan frecuente, la degeneración macular no tiene a día de hoy cura definitiva, sólo tratamientos paliativos, pudiendo llegar, dependiendo de su progresión, a causar la ceguera parcial o total de la persona que la padece a corto o medio plazo. Por este motivo, un buen diagnóstico es esencial y, una vez que es detectada, hay algunos tratamientos, sobre todo vitamínicos, para el tipo de la DMAE seca, e intervenciones con láser y antiangiogénicos (que previenen la proliferación de vasos sanguíneos en la retina), en el caso más severo o DMAE húmeda.
Para avanzar en esta enfermedad, la onubense lidera la investigación ‘Validación de un modelo de cultivo de epitelio pigmentario humano para el estudio de la DMAE y el ensayo de terapias farmacológicas’, que tiene una duración de tres años y que comenzó en enero de este 2016.
El estudio, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y el Instituto de Salud Carlos III a través de la convocatoria del Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS), cuenta con una dotación económica de 120.000 euros y su objetivo final es validar una herramienta con la que poder hacer ensayos de los fármacos actuales, y futuros, utilizados en la clínica de la DMAE. «Esta herramienta nos permitiría ver cómo actúan los fármacos en el desarrollo de la patología. Y aún más, a partir de entonces sería posible comprobar de primera mano cómo afecta el fármaco a la estructura celular del epitelio pigmentario, tipo de célula especialmente afectada cuando hay DMAE, así como la sintomatología y los posibles efectos secundarios y, todo ello, evitando la experimentación directa en el paciente», afirma Lillo.
El punto de partida de la iniciativa se encuentra en la tesis doctoral de Antonio Escudero, estudiante del laboratorio de la onubense, que ha logrado estabilizar por primera vez con éxito una línea de cultivo de células de epitelio pigmentario humanas, en vivo, que mantienen las mismas características reales que en su entorno natural en el ojo y que las hacen idóneas para la experimentación. A partir de esta línea de cultivo, y con el suero de diferentes pacientes diagnosticados con DMAE, el equipo va a tratar de determinar si existe algún tipo de biomarcador de la patología en ellos.
Con todo, según explica la bióloga, «lo que pretendemos averiguar es si hay signos tempranos de la enfermedad antes de que pueda manifestarse en el ojo, ya que llegados a ese punto, ya es demasiado tarde para una intervención temprana. Si encontramos un biomarcador de la patología, idealmente, y mediante un análisis de suero sanguíneo, podremos determinar si el paciente tiene predisposición a sufrir la patología antes de que la desarrolle. El suero que utilizaremos para el estudio proviene de pacientes del Servicio de Oftalmología del Hospital Clínico Universitario que presenten desarrollada diferentes tipos de degeneración macular con el fin de conformar una muestra fiable de los dos tipos de DMAE existente, seca y húmeda». Así, actualmente el equipo está reclutando pacientes para la obtención de los citados sueros, específicos de cada patología, y llevando a cabo la puesta a punto de los cultivos de epitelio pigmentario.
En definitiva, se tratará de exponer las células del cultivo realizado al suero del paciente y ver si desarrollan la patología que éste muestra. A la vez, se experimentará en los cultivos que presenten la patología con la farmacología utilizada en DMAE para determinar si el fármaco actúa a favor o en contra de la salud de estas células de epitelio pigmentario. «Nuestro fin sería, por un lado, validar esta herramienta para el ensayo de futuros fármacos para esta patología y, por otro, el poder ‘personalizar’ los tratamientos para cada paciente«, sentencia la científica.
En la investigación, dirigida por Lillo, también participan Almudena Velasco Arranz, del Instituto de Neurociencias de Castilla y León; Inés Franco, Lourdes de Juan, David Barreda, Rebeca Castro, Isabel Gómez y Mª Ángeles de Santiago, oftalmólogos del Hospital Clínico, todos ellos personal del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca.
Y es que fue en esta ciudad donde Conchi realizó sus estudios universitarios, ya que, a pesar de poder estudiar en Sevilla, tenía familia en Salamanca y se enamoró de la capital castellanoleonesa. Así pues, en 1991 abandonó su Riotinto natal, donde había estudiado en el colegio Virgen del Rosario y en el instituto de la Cuenca Minera y se marchó ‘al norte’ a hacer Biología, una carrera que escogió porque la asignatura del mismo nombre que daba en COU avivaba su innata curiosidad, incitándola a descubrir más cosas de las que aparecían en los libros.
Cuando cursaba cuarto de la licenciatura, solicitó una beca de colaboración para iniciarse en tareas básicas de investigación y así se incorporó como becaria en el Departamento de Biología Celular y Patología de la entidad salmantina. Tras finalizar la carrera, hizo su tesina en el mismo departamento, obteniendo además otra beca de investigación para realizar la tesis.
Finalmente, Lillo se doctoró en 2001, con premio extraordinario y continuó su labor investigadora en Estados Unidos, concretamente en The Scripps Research Institute, en La Jolla, California, donde realizó durante casi cinco años una estancia post-doctoral. Cuando regresó a España en 2006, se incorporó al mismo departamento en el que se había formado, esta vez con un contrato Ramón y Cajal destinado a la incorporación de doctores. Finalmente, en 2011 opositó a una plaza de profesor titular y desde entonces es docente en la Facultad de Biología de la Universidad de Salamanca.
Durante toda su trayectoria, la científica ha estado vinculada al estudio, a nivel básico, de las patologías visuales, sobre todo relacionadas con la degeneración de la retina, participando en diversos proyectos, tanto como investigadora principal como colaboradora.
En este sentido, Conchi Lillo recuerda que «cuando entré en el departamento a hacer la tesina y la tesis, se estudiaban los mecanismos que llevan a la degeneración y la regeneración en el sistema visual de peces (la regeneración del sistema visual es un mecanismo que no se da en humanos, y de ahí el interés de estudiar los peces o los anfibios, que sí lo regeneran). Cuando realicé mi estancia post-doctoral en Estados Unidos, comencé a trabajar con roedores y con los mecanismos de muerte de fotorreceptores de la retina, las células que nos permiten ver».
Finalmente, tras regresar a España continuó estudiando patologías visuales y se decantó por la degeneración macular porque afecta a la población de mayor edad (en España contamos con una tasa de población envejecida elevada) y por ello tiene bastante interés social y médico a la hora de encontrar tratamientos eficaces para estas patologías, facilitando todo ello las posibilidades de obtener financiación. «En suma, me dedico a la investigación de la degeneración macular porque estudiando diferentes proteínas que expresan las células del epitelio pigmentario en nuestro laboratorio, salió a la luz que podría haber una relación con sus funciones y eventos que ocurren en esta patología, por lo que decidimos solicitar la financiación de un proyecto relacionado con DMAE que nos fue concedido por el Ministerio de Economía y Competitividad», manifiesta la onubense.
Este estudio, aún incipiente, dará sus frutos durante los próximos tres años, siendo su fin y el deseo de la riotinteña encontrar soluciones a la degeneración macular asociada a la edad.
1 comentario en «La riotinteña Conchi Lillo lidera un proyecto para buscar soluciones a la pérdida de visión provocada por la edad»
Confiemos en los descubrimientos de la joven medico riotinteña.Gracias por dedicar la investigació pensando en personas mayores y menjorar su calidad de vida.Que Dios te ayude y te bendiga.