Pablo Merchante, expresionismo desde Bollullos del Condado

R. M. Su primer reto artístico le llegó cuando, con diez años de edad, desde el centro escolar donde estudiaba en su localidad natal, Bollullos del Condado, le encargaron realizar «un Juan Ramón Jiménez a tamaño natural». Licenciado en Bellas Artes por la Facultad de Sevilla Santa Isabel de Hungría en la especialidad de pintura, el joven reconoce que la decisión de querer dedicarse plenamente al arte la tomó algo más tarde que otros artistas, «ya era mayor, tenía 26 años y fue después de estudiar música», asegura en una entrevista concedida a Huelva Buenas Noticias.

El onubense cuenta además con un Máster en Arte, Idea y producción cursado en la Universidad de Sevilla, formación que le ha permitido dirigir tres cortometrajes.

En junio viajará a Berlín para participar en una muestra colectiva coordinada por Musart-Berlin, organización vinculada a la Embajada de España en Alemania.

Por otro lado, recientemente, sus dibujos han ilustrado el libro del autor bollullero Diego Martín, Bollullos, cuadros de una infancia, un encargo éste último que, confiesa, ha sido uno de los más especiales que ha recibido. Hemos conversado con el artista para conocer todos los detalles de su trayectoria.

– Empecemos por algo que a muchos les cuesta hacer, definirse ¿Cómo calificarías tu arte?
– No quiero empezar siendo esquivo pero creo que es una cuestión que no me concierne a mí. Siempre que lo he intentado me ha sido difícil, no obstante, cuando he leído o escuchado algo sobre mi trabajo me ha parecido siempre más interesante de lo que yo hubiera aportado. De tal manera que prefiero que esta calificación la hagan los demás.

– Y todo tiene un origen, ¿recuerdas tus primeros coqueteos con el mundo artístico?
– Siempre me gustó dibujar. Cuando era muy pequeño pasaba horas dibujando, lo prefería a jugar con otros juguetes, pero para mí era solo eso, un juego. Mis amigos me llamaban ‘Palote Picasso’, era mi apodo unido a mi pasión por dibujar a todas horas. Recuerdo que de la dirección del colegio Reyes Católicos , -donde estudié- me pidieron que hiciera un Juan Ramón Jiménez a tamaño natural. Yo podía tener diez años y lo recuerdo como mi primer reto. Me lo tomé bastante en serio porque venía de los mayores. Creo que fue la última cosa que hice con cierto grado de responsabilidad artística.

– ¿En qué momento tuviste clara tu vocación?
– Ya era mayor, tenía 26 años y fue después de estudiar música. Muy azaroso y caprichoso todo. Pero lo tuve muy claro. Ahora cuando lo pienso creo que tomé la decisión adecuada en el momento adecuado. Eso de ahora o nunca, fue en ese momento y para siempre.

– ¿Crees que tu obra ha evolucionado con el paso de los años?
– Creo que la obra muta y se transforma. Que las ideas, los conflictos, la actualidad social y la situación personal influyen mucho en la decisión de temas, proyectos y formas. Además, en mi caso, si miras mis obras, es muy evidente ya que ha sido todo muy acelerado. Cuando empiezas tu vocación con una madurez las cosas pasan más rápidas. Parece que tienes menos paciencia y las ideas más claras, en la facultad me llamaban ‘El abuelo’.

– ¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?
– Varían según los proyectos. Además en mi caso son diferentes si hablamos de la teoría y la plástica. Así los conceptos vienen sobre reflexiones en muchos casos de libros o textos, pero la idea plástica o estética -la pintura misma- se influencia de los grandes pintores de la historia españolas como Goya o Velázquez, y al mismo tiempo de las corrientes contemporáneas, sobre todo en ese momento, la instalación.

– ¿Qué buscas transmitir con tu trabajo?
– Aunque no entre dentro de las líneas posmodernas y contemporáneas mi inercia siempre es transmitir sentimientos y anhelos universales. Puede considerarse por esto que soy una especie de expresionista tardío.

– ¿Qué técnicas y materiales empleas?
– No suelo despreciar ningún material pero ya hace tiempo que, en lo pictórico, me he decantado por el trabajo del óleo sobre tela. También suelo dibujar a tinta, en formatos pequeños. Esto me da una visión diferente de los temas y de las composiciones, además de expresar de forma diferente pues mi pintura es muy colorista y aquí me tengo que ceñir al único color del material más o menos aguado. Con eso debo simplificar todos los tonos y colores que siempre se agolpan en mi cabeza. Puede considerarse éste último como un ejercicio de simplificación y restricción de los materiales para desarrollar otras partes de la creatividad.

-¿Referentes artísticos?
– Tantos que no tendría fin, pero por citar algunos de la escena actual, mis predilectos son Luc Tuymans, Peter Doig, Victor Man y Michael Borremans. En España sigo muy de cerca a Miky Leal, Rubén Guerrero o Alain Urrutia. Todos son pintores figurativos.

– ¿Qué papel ha jugado tu pueblo, Bollullos del Condado, en tu trabajo?
– Directamente ninguno, pero indirectamente puede decirse que está en casi todo lo que pienso. Mis temas y mi estética no surgen de la tradición de mi pueblo, pero no puedo negar que el sentimiento y la intención que caracteriza mis series son, desde luego, consecuencia de vivir desde que nací en el mismo pueblo, en la misma calle y en la misma casa.

– ¿Se puede vivir del arte?
-Sí.

– Tus obras han sido expuestas en numerosos y variados espacios, ¿qué exposiciones destacarías?
– Tengo mucho cariño a una exposición que hice en la sala GB de la Universidad de Sevilla. La exposición se titulaba ‘La impotencia de los feos’ y aposté mucho por aquellos cuadros, por aquella idea y por una instalación museística directa que impactara al espectador. No ha sido la mejor de mis series en cuanto a proyección y ventas pero para mí está llena de una apuesta personal que tenía en el interior de todo su discurso teórico y plástico. Recuerdo que trabajé como un mulo para aquella sala y que lo eché todo. Mas reciente, destacaría ‘Cualquiera de Nosotros’ un proyecto junto a Julio Díaz, y Javier Ruiz, que comisarió Regina Pérez, y que se presentó en la Hormiga Galería de Córdoba.

– ¿El encargo más especial que has recibido?
– Quizás sea el de ilustrar el libro de Diego Martín. Ha sido muy especial por muchos factores pero, sobre todo, porque me ha hecho volver a mis recuerdos y los de mis abuelos. Bollullos, cuadros de una infancia es una oda a Bollullos y realizar las 33 ilustraciones ha sido un regalo.

– Y de todas las obras, ¿algunas que tengan un significado más especial para ti?
-Es muy difícil pero, por alguna cuestión, cuando me hacen esa pregunta siempre pienso en un cuadro que hice en 2012 para la serie Folk, se titulaba ‘Una pará en el j’ato de Kurosawa’. Es un cuadro realizado sobre papel, gran formato y que representaba una imagen fotográfica de mi padre y mi abuelo con unos amigos solapada con una estampa de Hokusai. El resultado fue una suerte de escena onírica en tonos azules. Siempre vuelve a mi mente

– Tu trabajo te ha hecho se merecedor de numerosos reconocimientos, ¿cuál destacarías de todos ellos?
– Es difícil decidir aunque posiblemente me quede con la Beca de Residencia de la Bogliasco Foundation que me concedieron en Génova (Italia) el pasado año. Creo que va a significar un punto de inflexión en mi carrera ya que me ha brindado la oportunidad de pintar y pensar junto a creadores de todo el mundo. Es donde he podido comenzar algunos de los proyectos internacionales en los que estoy trabajando ahora.

– ¿En qué proyectos te encuentras trabajando actualmente?
– Pues tengo varias cosas para este año ya cerradas y otras que se están elaborando. En junio viajaré a Berlín para una colectiva que ha coordinado Musart-Berlin, una organización vinculada a la Embajada de España en Alemania. Además participo en otra colectiva proyectada para la sala de la Universidad Complutense de Bellas Artes de Madrid, y tengo algunos proyectos con la Bogliasco Foundation para exponer en EEUU. Este año se presenta muy ilusionante.

– Has participado también en la producción y dirección de varios cortos, ¿Qué puedes contarnos al respecto?
– Los trabajos que propongo siempre están abiertos a diferentes disciplinas y, en este sentido, el audiovisual es algo que me encanta. Es un trabajo muy diferente porque se desarrolla en grupo y la obra final es de mucha gente. Esto tiene un atractivo muy especial para alguien como yo que siempre anda solo en el estudio. Lo último que he realizado ha sido un montaje fotográfico a modo de vídeo con la música de la compositora Erin Gee. Es una pieza muy sugestiva que forma parte de la idea Lion and the light. Ninguna de las piezas de vídeo que he realizado tienen un fin comercial, son partes de un todo que suele ser una idea teórica centralizada en la pintura pero ramificada hacia otros lenguajes con los que hablar del mismo tema desde otras posibilidades técnicas.

– ¿Cuáles son tus aspiraciones artísticas?
– Vivir siempre de esto. Seguir avanzando y aprendiendo. Expresar y conmover. Luchar por hacer las mejores obras posibles, por exprimirme en cada serie, por emocionarme en cada exposición. Esas serían mis metas activas, pero si algún día pudiera exhibir mis cuadros o vídeos en museos importantes, sería fascinante.

-¿Algún sueño que cumplir?
– Soy un soñador y cada día invento un sueño nuevo. Siempre habrá cosas por las que luchar.

– Muchas gracias.