M. P. D. Después de que el pasado 27 de febrero Juan Carlos de Lara recibiera en el Palacio Ducal de Medinaceli el XXXIV Premio Leonor de Poesía de la Diputación de Soria, hemos querido conversar con este escritor onubense, que ha logrado elevar las letras con sello onubense hasta el primer puesto de uno de los galardones referentes de la poesía en España.
Una entrevista en la que Lara nos cuenta cómo se sintió al recibir este reconocimiento de manos del presidente de la Diputación soriana, Luis Rey, por su obra Depósito de objetos perdidos, que él mismo define como «una reflexión personal y serena sobre todo lo que vamos perdiendo a lo largo de la vida”.
Un galardón que reconoce a este hombre de letras, que comenzó a publicar a los 13 años en distintos diarios y revistas especializadas, así como a colaborar en espacios radiofónicos. Su primer libro de poemas, Caminero del aire, vio la luz en el año 1985, cuando sólo tenía 19 años. Una primera obra que daba paso a otras publicaciones, como han sido Elegía del amor y de la sombra, Antes que el tiempo muera, la antología poética Memoria del tiempo claro y Paseo del chocolate, que sacó la editorial Renacimiento dedicado a sus hijas María y Celia.
Fundó y dirige la entrega de poesía ‘Hojas Nuevas’ y la colección de libros Ramos de perejil y pertenece al equipo de colaboradores de la revista Literatura infantil y juvenil, de Barcelona. Aunque ha hecho incursiones en la prosa poética, el relato breve, la crítica y el ensayo literario, Juan Carlos de Lara se expresa fundamentalmente a través de una poesía dotada de sencilla naturalidad. También forma parte de los autores de la ‘Poesía vida de Andalucía’ y ha sido seleccionado por la Asociación Prometeo de Madrid como una de las voces representativas de la poesía española actual.
Siendo así, no es extraño que su nombre forme parte ya de la historia del prestigioso Premio Leonor de la Poesía. Un reconocimiento que le sirve de aliento para seguir escribiendo, como nos cuenta en esta entrevista concedida a Huelva Buenas Noticias.
-Ha recogido recientemente el Premio Leonor de Poesía. ¿Cómo se ha sentido en el acto de entrega?
–Feliz y abrumado. Feliz por lo que el premio supone a la hora de sostener esta vocación por la poesía que siempre me ha acompañado y, naturalmente, por el hecho de encontrarme con mi libro, Depósito de objetos perdidos, ya publicado de manera tan cuidadosa por parte de la Diputación de Soria. Abrumado por la magnificencia del acto en sí, desarrollado con gran solemnidad en el Palacio Ducal de Medinaceli ante tantas autoridades.
-La obra ganadora lleva por título Depósito de objetos perdidos. ¿Qué destacaría de esta obra?
–Depósito de objetos perdidos es una reflexión personal, serena e introvertida sobre todo lo que vamos perdiendo con el paso de la vida. El libro se inicia con una cita de Francisco de Quevedo que, en cierto modo, adelanta el contenido. “En ti se deposita / lo que la ausencia y lo que el tiempo quita”. Dando fe de esta verdad poética, a lo largo de sus poemas se hace un auténtico inventario de todas esos objetos, vivencias y convicciones que se van quedando atrás en el tiempo, pero que, en el fondo, no se pierden del todo, porque se van depositando en nuestra memoria en forma de recuerdos y, más allá de eso, incluso, acaban por residir en nuestra propia manera de ser, de sentir y de contemplar la vida. O en esa tristeza que, en última instancia, nos lleva a buscar refugio dentro de nosotros mismos y a realizar un continuo proceso de recapitulación personal.
-Tras el premio, ¿está trabajando en un nuevo proyecto?
-En realidad, en materia de poesía, no suelo tener un proyecto definido. Escribo, sencillamente, cuando siento la necesidad de hacerlo, dejándome llevar por el transcurso de la propia vida. Más adelante, cuando considero que hay un conjunto de poemas que pueden formar un libro, procuro ir dándole a la obra el acabado final, le busco un título y suelo ilustrarlo con unos sencillos dibujos a tinta. Sí que me fijo algunos objetivos cuando se trata del ámbito del ensayo literario, terreno en el que siempre me ha gustado investigar sobre la vida de Gustavo Adolfo Bécquer o Juan Ramón Jiménez.
-¿Este galardón es un incentivo para seguir escribiendo?
-Como mencioné antes, el premio es un aliento a la hora de mantener encendida la llama de esta vocación que, realmente, he sentido desde muy temprano. Sin embargo he de decir que, aunque mis poemas no hubieran alcanzado ningún reconocimiento, yo seguiría escribiendo con la misma intensidad y convicción de siempre porque la poesía es un desahogo personal e íntimo que poco tiene que ver, al menos para mí, con la mayor o menor aceptación de los demás.
-¿Es fácil compaginar la vida docente con la literatura?
-Es cierto que cuando se tiene un trabajo, en mi caso de la responsabilidad y dedicación que exige la enseñanza, es complicado encontrar en el día a día el tiempo, la tranquilidad y la concentración necesaria para ponerse a escribir sin interrupciones. Pero a mí nunca me ha preocupado el hecho de escribir poco o mucho, sino el quedarme interiormente satisfecho con lo realizado, que es lo más difícil.
-¿Cuáles son sus fuentes de inspiración?
-La poesía es algo que no suele llegar del exterior, sino de la propia manera que se tiene de contemplar las cosas y la vida en general, y por ello no se puede separar de la sensibilidad y del propio mundo interior de cada persona. Sobre mi poesía puedo decir que es siempre muy intimista y, realmente, me inspira lo que vivo y lo que siento, aunque reconozco que existe en mis poemas una permanente y malsana inclinación por la evocación y la nostalgia.
-Pertenece a una familia de grandes hombres de Letras…
-Mi padre, José Manuel de Lara, ya tenía una larga trayectoria poética cuando yo era pequeño y pienso que su presencia y su ejemplo es lo que, finalmente, nos llevó a escribir tanto a mi hermano Manuel José como a mí. Siendo niño, contemplaba como mi padre escribía poemas, publicaba libros, daba recitales, recibía cartas y visitas de otros poetas…, y es fácil que en esa atmósfera, sin necesidad de que él dijera nada, consiguiera prender en mí la incipiente inclinación por la poesía que iba sintiendo en mi interior. Años más tarde, a partir de la adolescencia, la influencia inicial que ejerció mi padre se ramificó con la de mi propio hermano.
-¿Qué importancia tiene Huelva en materia literaria?
-Ha habido poetas en Huelva de gran talla en el panorama nacional, como es el caso, evidentemente, de Juan Ramón Jiménez, y también de José María Morón o Rogelio Buendía, por nombrar algunos de los más lejanos en el tiempo. Siempre han existido, a lo largo de las décadas, buenos poetas en nuestra tierra, y, además, algunos de ellos han protagonizado, al margen de su propia obra, interesantes iniciativas literarias que han contribuido a enriquecer el ambiente cultural de Huelva.
-¿Algún mensaje final?
-Desde aquí quisiera agradecer todas las muestras de afecto y de cariño que he recibido tras la obtención del Premio Leonor de Poesía, y no sólo de las personas más cercanas a mí, sino de otras muchas a las que, en algunos casos, ni siquiera conocía.