Elisa García. Huelva, a pesar de ser una de las provincias en las que menos se juega, se llevó las pasadas navidades un premio por segundo año consecutivo en la misma administración.
La Herradura nº 1, situada en la calle Hernán Cortés, ha repartido por segundo año consecutivo un premio de la Lotería de Navidad en la ciudad de Huelva, con el número 05.163, que obtuvo el tercer premio, y con el número 92.845, que se llevó el segundo premio el año anterior. También en Isla Cristina, esta vez con la Primitiva, se repartió el año pasado un premio de segunda categoría agraciado con 49.634,71 euros, por cinco aciertos más el número complementario.
Aunque en la mayoría de estas ocasiones los grandes premios suelen tener gran cobertura mediática, poco sabemos después de estas personas anónimas que pasan a ser millonarios de un momento para otro. Las estadísticas apuntan a que cuatro de cada cinco ganadores gastan los premios en unos pocos años y también resaltan un hecho curioso, y es que a pesar de ya haber ganado o quizás precisamente debido a ello, estos millonarios repentinos no dejan de jugar a la lotería.
Éste es el caso de un humilde bar de Pallejà, cerca de Barcelona, en el que en 2010 se repartieron 180 millones de euros, y que desde entonces agota cada año todas las participaciones de lotería. Para José Antonio Maldonado, dueño del establecimiento, la vida no ha cambiado sustancialmente, aunque reconoce darse algún que otro capricho, sigue trabajando en su bar durante toda la semana. Esta es también la situación de muchos de sus habituales, que se siguen reuniendo para jugar al dominó como si nada hubiese cambiado. Y es que, según los expertos, ésta es la opción más segura cuando se recibe un premio de estas características, mantener el comportamiento habitual sin cometer grandes excesos ni excentricidades y sabiendo invertir con sentido común los ingresos obtenidos, aunque también existen casos de personas que pierden la cabeza y despilfarran rápidamente el premio coleccionando coches o adquiriendo todo tipo de bienes lujosos, son precisamente aquellas personas discretas que invierten parte del dinero en montar un negocio o liquidar cuentas pendientes, las que reconocen ser más felices con su suerte.