Mari Paz Díaz. Ser único es un valor cada vez más apreciado en nuestra sociedad. Y no sólo cuando se habla de personas, sino también cuando nos referimos a productos que por sus características son diferentes a todo lo demás. Especialmente llamativa resulta esta cuestión cuando hablamos de sectores relacionados con los alimentos gourmet, delicatessen o el ámbito de la enología, sin duda.
Lo saben bien los representantes del sector vitivinícola onubense, así como los investigadores de este campo en la Universidad de Huelva, que vienen trabajando desde hace años por conseguir que la comarca del Condado continúe siendo un referente por sus caldos, pero, al mismo tiempo, innovando e introduciendo nuevos atractivos.
Ya hace unos meses, la Cátedra del Vino de la Onubense daba a conocer que se habían recuperado tres variedades viníferas tintas que antiguamente se cultivaban en el Condado de Huelva con el objetivo de ver su rendimiento y la valía enológica de las mismas para su posible implantación en un futuro.
Se trataba de las variedades ‘Moraina’, ‘Tintilla de Moguer’ y ‘Emprieta’, unas plantas sobre las que se ha venido estudiando en laboratorio y vivero hasta ahora. Un trabajo de campo y de laboratorio encaminado a buscar variedades que pudieran ofrecer un tinto de calidad y singular. Tres tipos de uvas de las que hasta ahora se desconocía su existencia y que podrían tener una tradición centenaria. Un descubrimiento que, como se intuía en un principio, podría revolucionar el panorama vitivinícola del Condado de Huelva actual.
Sin embargo, después de los primeros pasos de la investigación, se descartaban la ‘moraina’ y la ‘emprieta’, apostándose por la tercera. Siendo así, la Universidad de Huelva está trabajando desde hace un tiempo en el análisis de la ‘Tintilla de Moguer’, al ser la más interesante debido a que, si se confirman los primeros indicios, podría ser una variedad de uva única en el mundo.
Según explica a Huelva Buenas Noticias el director del Cátedra del Vino y profesor del Departamento de Ciencias Agroforestales de la Universidad de Huelva, Carlos Mª Weiland, «el presidente del Consejo Regulador del Condado de Huelva, Manuel Infante, está muy interesado en contar con una variedad que sea autóctona de aquí, y que nunca se haya cultivado en ninguna otra zona, para que sea genuina de Huelva. Es decir, que su origen fuera el Condado de Huelva y que sea un cultivo único, para que ninguna otra denominación, como la Ribera del Duero o La Rioja, por poner algunos ejemplos, dijera que también puede cultivar este tipo de uva».
No en vano, fue el propio Manuel Infante el que descubrió esta curiosa variedad: “Este descubrimiento se ha producido como suele ocurrir con todas las investigaciones, por casualidad. Yo voy mucho al campo, pero son los agricultores los que tienen un conocimiento más claro de lo que pasa en sus tierras, porque están allí todos los días. Y, en una ocasión, visitando la viña de Bodegas Sáez en Moguer, su propietario nos dijo que tenía una cepas muy raras, que le recordaban a una variedad centenaria. La cepa se señalizó para saber cuándo empezaba en el otoño la hoja y a la hora de vendimiar saber cuál era. Y nos dimos cuenta de que se trataba de una planta centenaria conocida como ‘Tintilla o Tinta de Moguer’”.
Para conocer los resultados definitivos de la investigación aún habrá que esperar, teniendo en cuenta que para que se den las primeras producciones de uva tintilla de Moguer pueden pasar unos dos años. Este hecho se debe a que «la única uva de esta variedad que conseguimos en su día le dio el sol y se perdió, por lo que en estos momentos nos encontramos en la fase de coger material de campo y lo hemos llevado hasta el laboratorio para tratar de enraizarlo en una maceta que luego pasaremos al campo», como Weiland.
Eso sí, previamente a la llegada de este punto, desde la Onubense se ha llevado a cabo una importante fase previa, destinada a la extracción del ADN de esta variedad ancestral de la que parece que no se produce en ningún otro sitio. Además, desde la Cátedra del Vino, «cuando comiencen a brotar las plantas en unas semanas y salgan las hojas también tomaremos su ADN. Acudiremos entonces al banco del IFAPA para comparar la información y confirmar si se trata de un ADN de carácter único».
Al mismo tiempo, también hay plantas de la ‘Tintilla de Moguer en el campo de Antonio Sáez, por lo que, si fuera necesario, se puede etiquetar, visitar y hacer un seguimiento para estudiar su obtención y fermentación.
Con todo, por el momento, Weiland no se atreve a dar una fecha exacta de cuándo se podrá a comenzar a producir uvas de esta variedad. Lo que sí nos puede comentar es que la nueva planta se encuentra ahora en fase de estudio y de propagación. Para el director de la Cátedra del Vino, «calculamos que en un par de meses podremos diagnosticar si se trata o no de una variedad que no existe en ningún otro sitio y, a partir de ahí, se desarrollará toda la investigación. Será cuando pase la criba del estudio de ADN cuando se comience a trabajar».
El siguiente paso a seguir sería hacer un análisis para obtener una cosecha. Siendo así, se podría coger una muestra de la finca de Moguer y, a partir de ahí, propagar ese material y llevarlo al campo que la UHU tiene en La Rábida. Para conseguir la primera cosecha de esta variedad, efectivamente, habría que esperar dos años al menos, dependiendo de la planta. Y, además, al tratarse de una variedad pequeña, «no dará una cosecha hasta dentro de dos-tres años», puntualiza Weiland.
Por el momento, los investigadores son optimistas, si bien los estudios podrían dar al traste si se viera, por ejemplo, que esta uva tinta es similar a la ‘Tintilla de Rota’. Si fuera así, no interesaría. Sí, porque no podemos olvidar que en la comarca del Condado de Huelva ya se están produciendo vinos tintos, siendo el objetivo, como se apuntado, el encontrar una variedad autóctona y única que genere un caldo de gran calidad que sólo pueda fabricarse y comercializarse desde Huelva.
En concreto, aunque es cierto que son los vinos blancos los más conocidos y los mayoritarios del Condado de Huelva, en la comarca también se ha apostado desde hace unos años por este tipo de producto, por el vino tinto, que ya se produce en la comarca. Según recoge el Consejo Regulador, desde 2011, «son cuatro los tipos de vinos tintos a amparar: Joven – de la cosecha del año – Crianza, Reserva y Gran Reserva, dependiendo cada categoría del tiempo de crianza y del método de envejecimiento. Asimismo, las variedades de uvas tintas amparadas son cinco: Syrah, Tempranillo, Merlot, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc». A estas propuestas, por tanto, el Consejo quiere añadir una variedad genuina onubense que sea competitiva en el mercado, que podría ser la ‘Tintilla de Moguer’.
Sobre las características del vino que produce la ‘Tintilla de Moguer’ se encuentra el contar con un color oscuro muy intenso -frente a las otras dos variedades aparecidas, ‘moraina’ y ‘emprietra’, que dan un caldo más rosado, muy lejano de lo que desea el Consejo Regulador. Su uva es pequeña, pero su color y sabor es muy intenso, de ahí que haya causado mucha expectación sobre sus posibilidades futuras.
Toda esta investigación se está desarrollando bajo el amparo de un trabajo que lleva por título ‘Estudio de rescate de variedad de vid autóctonas del Condado de Huelva‘. Una iniciativa propiciada por el Consejo Regulador que nació a raíz de la aparición de las tres variedades de uvas, a partir de lo cual se diseñaron dos proyectos con cargo a la Cátedra del Vino: uno sobre cómo se comportan estas variedades en el campo, un estudio agronómico de la planta, y otro, una vez que se coja la cosecha, para observar cómo se comporta el mosto. La Cátedra del Vino de la Universidad de Huelva está conformada por miembros de la Onubense, la Diputación Provincial de Huelva y el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Condado de Huelva, entre otros.
En cualquier caso, la ‘Tintilla de Moguer’ podría ser una de las variedades históricas que se han venido cultivando en la provincia de Huelva desde siglos atrás, hundiendo sus raíces incluso antes del Descubrimiento de América. Carlos Weiland concluye que «habría que ver si se trata de una variedad histórica que se mantuvo cultivándose durante muchos años y que después, por motivos diversos, se abandonó, quedando tan sólo unas pocas plantas. Y, ahora, se quiere rescatar». En definitiva, la provincia de Huelva apuesta por la tradición como una fórmula con la que crear un producto cien por cien onubense que pueda ser competitivo en el difícil campo comercial de los vinos tinto.