Ana Rodríguez. ¿Qué vale una vida? Quizás horas de sueño, tiempo de investigación, de práctica, de ocio, perderse ver crecer a tus hijos, viajes, aniversarios… ¿qué vale una vida? ¿podría contabilizarse? Para el cirujano Rafael Balongo García la respuesta es clara: no. Y él es el ejemplo de que a la hora de recuperar a un paciente del sueño eterno no hay que escatimar en esfuerzo, sacrificios y dedicación, pues no hay recompensa mayor que la satisfacción en sí misma de lograr esta hazaña.
Darse a los demás ha sido la máxima de este profesional durante los 30 años que lleva ejerciendo la Medicina, una vocación que este 2016 ha sido reconocida por la Junta de Andalucía con la concesión de una de las Distinciones que el ente autonómico entrega cada año con motivo del 28 de Febrero. Así, el próximo día 26, Balongo, que actualmente es director de la Unidad de Cirugía General del Complejo Hospitalario Universitario de Huelva, se subirá al escenario del Gran Teatro de la capital para recoger un premio que reconoce sus esfuerzos por impulsar y convertir su Unidad en una de las más prestigiosas dentro del ámbito sanitario local.
Una distinción que le ha hecho mucha ilusión, aunque al principio, y dada su gran modestia, pensó que era «una broma o una equivocación» cuando le llamó el delegado del Gobierno en Huelva para notificárselo. Conforme pasaron las horas y fue consciente de que no había ningún error, se fue «poniendo nervioso», una inquietud propia de la emoción del momento y que le acompañará, a buen seguro, en los próximos días.
Será un reconocimiento a su amplia trayectoria, a la gran labor que lleva realizando tantos años en su tierra adoptiva, pues aunque Balongo nació en Málaga se instaló en Huelva en 1996, por lo que se considera un choquero más. Su inquietud por la Medicina viene de familia. Su padre también era doctor y, al margen de su trabajo, pasaba consulta en casa, por lo que Rafael vivió desde bien pequeño y en primera persona esa relación galeno-paciente. «Con cuatro años me escondía debajo de una mesa para escuchar lo que pasaba en la consulta, porque para mí lo que hacía mi padre era lo mejor que se podía hacer», recuerda de aquellos tiempos.
Tal fue su vocación que ingresó en la Facultad de Medicina de Málaga, donde se licenció en Medicina y Cirugía en 1986, trabajando posteriormente como médico de urgencias en el malagueño Hospital Carlos Haya. Más tarde se sacó el doctorado en la Universidad de Sevilla mientras era médico interno residente de Cirugía en el Hospital Virgen Macarena, realizando además durante este periodo estancias formativas en centros extranjeros.
Fue en aquel entonces cuando comenzó su labor docente, siendo colaborador de la Universidad de Sevilla y también de la de Badajoz. Con el tiempo, el médico se acabaría convirtiendo en jefe de estudios y presidente de la Unidad de Docencia del Hospital Infanta Elena durante varios años, liderando la formación de los especialistas y vinculado al mundo de la investigación a través de la dirección y participación en numerosos proyectos.
Por otro lado, sobre por qué decidió orientar su carrera hacia la cirugía, Rafael afirma que fue «por su elevado nivel y la gran dependencia que genera. Se exige mucho a un cirujano, no sólo diagnostica y opera, también tiene que hacer frente a patologías graves y casos de vida o muerte». Así pues, Balongo siempre buscó lo difícil, se decantó por el trabajo en el que más se le iba a exigir y lo hizo siendo plenamente consciente de ello. En este orden de cosas, el médico reconoce que el «subidón» al salir del quirófano después de solucionar el problema de salud de una persona -o de salvarle la vida-, también le movió a escoger cirugía.
En 1996 se quedó libre una plaza en el Hospital Infanta Elena de Huelva y el malagueño se la disputó a otros tres compañeros, siendo él finalmente el que se convirtió en facultativo especialista del área de Cirugía General y del Aparato Digestivo en Servicio de Cirugía y, en 2005, en director de la Unidad de Gestión Clínica de Cirugía.
«Aunque ya había hecho de todo cuando llegué, puedo decir que en Huelva me formé como cirujano, aquí adquirí las habilidades manuales gracias a Manuel Font y Pedro Naranjo, los anteriores jefes de servicio de la Unidad. Ellos me dieron libertad para desarrollarme profesionalmente y encaminarme a lo que me interesaba, tanto en facetas de gestión, como de cirugía compleja, obesidad mórbida y otras patologías», explica Balongo.
En esta línea, gracias a las inquietudes de este profesional, y al apoyo de su colega y gran amigo, Pedro Naranjo, el área de Cirugía del Infanta Elena fue tomando impulso hasta llegar a convertirse en un referente en la provincia.
Uno de sus grandes hitos fue conseguir la acreditación para realizar en el centro operaciones de Cirugía Bariátrica o de la Obesidad. Balongo había realizado estas intervenciones cuando era residente, comenzando a practicarlas en Huelva utilizando técnicas básicas. «Luego empezamos a trabajar con laparoscopia y fuimos depurado y ahora va muy bien. Actualmente la demanda asistencial de estas intervenciones es tremenda y no para de crecer. A estos pacientes hay que darles solución, pero lo ideal sería incidir en la prevención para no tener que llegar a la intervención quirúrgica», reflexiona el doctor.
Por otro lado, la cirugía de diferentes tipos de tumores también ha evolucionado mucho en los últimos años en el Complejo Hospitalario, sobre todo a raíz de la integración del Infanta Elena y el Juan Ramón Jiménez, destaca Balongo, que ha permitido «sumar a los profesionales de uno y otro lado y que éstos se superespecialicen«.
Así, desde hace un año se realiza en Huelva cirugía de cáncer de esófago, cuando hasta entonces a estos pacientes se les trasladaba a Sevilla para ser intervenidos. También se trata el cáncer de recto con técnicas menos invasivas, con pequeñas incisiones en el ano que evitan abrir por la barriga, así como el uso de la laparoscopia para abordar tumores en el hígado, nuevas técnicas que reducen las complicaciones a los pacientes.
En este sentido, Rafael ha sido uno de los grandes impulsores del abordaje laparoscópico, que ha supuesto la verdadera revolución del área de cirugía al hacer ésta menos invasiva. «Operamos cánceres de colon, recto, estómago, histerectomías, etc. El paciente ingresa y, si no hay complicaciones, en dos o tres días está en casa. Ello supone una diferencia importante y por eso tenemos proyectos de investigación en este terreno, para minimizar la agresión que implica la cirugía. Si dan resultado, podremos hacer que el paciente pueda llevar la misma vida que antes de la operación. En suma, se trata de reducir la convalecencia y que la intervención sea menos agresiva», explica el médico.
El profesional se muestra asimismo convencido de que el equipo de la Unidad de Cirugía General que dirige desde hace más de dos años va a empezar a sonar, convirtiéndose en un referente. Del mismo destaca que está integrado «por grandes profesionales que no cambiaría por nada, muy comprometidos» y que están formando residentes «con la calidad que queremos para nosotros». Además de crear escuela, la Unidad está muy implicada con la innovación y está haciendo que Huelva se abra a ella desde el punto de vista quirúrgico, siendo receptora y pensando cómo aplicarla en el Complejo onubense para mejorar la asistencia.
En este sentido, Balongo admite que trabaja con mucha ilusión y ganas de hacer cosas, siendo para él un reto poder plantear las directrices que va a seguir su servicio.
Al margen de su labor pionera, está su trabajo del día a día, en el que trata a pacientes con las más diversas dolencias. Los que más recuerda no son aquellos cuyos problemas subsanó, sino esos otros por los que nada pudo hacer. Así, Rafael reconoce que es duro saber lo que se tendría que haber hecho pero no poder llevarlo a cabo porque es técnicamente inviable. En otras ocasiones, sencillamente, las cosas se tuercen y esas situaciones se le quedan grabadas en la mente al doctor: «le doy vueltas una y otra vez pensando qué se podría haber hecho. Eso te obliga a estudiar, a leer, a estar al día. Esos casos siempre los tienes ahí y te dices ‘la próxima vez no me volverá a ocurrir«.
Pero el espíritu de superación de Balongo y su trabajo incansable también saben saborear las victorias, como cuando hace un año logró que un chico, con la misma lesión que llevó a la tumba a Paquirri, sobreviviera gracias, también, al rápido traslado hospitalario. Y es que por sus manos han pasado muchas personas que han visto cómo su vida cambiaba gracias a la buena praxis del cirujano, gente que ha sabido hacerle llegar su gratitud de viva voz o incluso con algún presente. El doctor destaca que tiene pacientes que se siguen acordando de él aunque hayan pasado los años, incluso hubo uno, el que más le ha impresionado, que le entregó como muestra de agradecimiento material de limpieza «porque era lo único que tenía».
Hay que tener en cuenta que si el cirujano ha logrado avanzar en su profesión también ha sido, y así lo reconoce, gracias a su familia, especialmente a su esposa, que se ha mantenido a su lado y lo ha apoyado desde el primer día. Cuando llegó a Huelva en 1996 la pareja ya tenía dos niños pequeños y para ellos la dedicación del doctor a su trabajo no siempre ha sido fácil de llevar. «Por entonces me acostaba de madrugada estudiando y me levantaba a las 6.00 horas para seguir, porque tenía la sensación de que debía solucionar yo solo los asuntos, de que no tenía quién me respaldara. Así que casi me desentendí de todo lo demás. La labor de mi mujer ha sido espectacular, ella se ha hecho cargo de la familia, he tenido esa suerte, y mi desarrollo también se lo debo a su apoyo», reconoce el doctor.
Por todo ello, cuando recoja la distinción el próximo 26 de febrero, Balongo tiene pensado dedicar el reconocimiento a su familia, ésa que le ha permitido trabajar incansablemente sin poner pegas ni límites a su labor durante 30 años, pero también se acordará en el escenario del Gran Teatro de todos los cirujanos que desempeñan su labor en Huelva, así como de su equipo, «uno de los mejores de Andalucía», con la esperanza de que el premio sirva para darlo a conocer.
Así que será una distinción «muy repartida», pero sobre todo contribuirá a poner de relieve la figura de este cirujano, un hombre muy querido en su centro de trabajo y admirado por sus compañeros de profesión, para el que no hay mayor premio que la satisfacción de salvar vidas.
Otros datos. Rafael Balongo ha sido también colaborador docente de IAVANTE entre 2008 y 2012; instructor de la Asociación Española de Cirujanos; docente en 18 cursos de doctorado de la Universidad de Sevilla y colaborador docente en dos másteres de la Universidad de Huelva.
Miembro de la Comisión de Ética e Investigación sanitaria de la provincia de Huelva desde 2005 a 2010. Miembro del Comité Local de Ensayos Clínicos de Huelva desde 2010 hasta la actualidad. Ha sido miembro de la junta directiva de la Asociación Andaluza de Cirujanos de 2004 a 2008, y miembro del grupo de investigación PAIDI CTS-499 de la Universidad de Huelva.
Ha dirigido o participado en cinco proyectos de investigación con financiación pública, ha sido director de cinco tesis doctorales de la Universidad de Sevilla, 30 publicaciones en revistas, más de 50 comunicaciones a congresos internacionales y nacionales. Asimismo, recibió el Premio científico a la investigación Maese Alonso del Colegio oficial de Médicos de Huelva en 2004.
1 comentario en «El cirujano Rafael Balongo, 30 años salvando vidas a golpe de bisturí»
Un reconocimiento muy bien merecido,buen profesional y mejor persona,tuve la suerte de conocerle en un mal momento de un familiar mio,que le salvo la vida,porque después de diagnosticarles otros tantos diagnosticos erróneos,el dio con lo que tenia en una sola visita y de inmediato preparo todo lo necesario para intervenirla,GRACIAS doctor BALONGO.
ENHORABUENA.