Redacción. La Junta de Andalucía valora el espaldarazo definitivo de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Mojama de Isla Cristina a la diferenciación de un producto emblemático y tradicional, “no sólo de Huelva, sino de toda la pesca atlántica andaluza”, de la máxima calidad. Así lo ha apuntado el delegado territorial de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Pedro Pascual Hernández, que ha celebrado la inclusión de esta nueva marca de prestigio en el Registro Europeo de Denominaciones de Origen e Indicaciones Geográficas Protegidas, publicada el pasado martes 16 de febrero en el Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE), con una visita a las instalaciones de la Unión Salazonera Isleña (USISA).
Esta empresa artesanal, como ha remarcado, es, junto a las otras nueve que integran la Asociación Andaluza de Fabricantes de Salazones, Ahumados y otros Transformados Primarios de la Pesca, “responsable directa de ese buen hacer ancestral del que manan unos alimentos saludables y ahora también garante de su pervivencia futura en el tiempo”. No en vano, según ha resaltado, el camino que emprendió esta entidad en 2013, “sobre la base de ese pilar esencial que es la cooperación”, con la presentación de la solicitud y que dio su primer fruto en julio de 2014 con la publicación de la Protección Nacional Transitoria en el Boletín Oficial del Estado (BOE), ha otorgado a este producto “un sello que lo salvaguarda de posibles imitaciones y que permitirá al consumidor conocerlo y reconocerlo”.
Pedro Pascual Hernández ha insistido en el enorme paso que supone la realidad de la IGP Mojama de Isla Cristina, que viene a proteger, según ha explicado, “los lomos de atún curados en salazón y secados al aire bajo el mismo procedimiento artesanal e imperecedero que nos legaron en su día los fenicios, los tartessos y los romanos. Un alimento que, desde su óptica, está tan arraigado en la propia esencia marinera de municipios como Isla Cristina o Ayamonte que ésta no se entendería sin su existencia”. Se trata, en definitiva, en palabras del delegado territorial, de una actividad y un producto que “aportan salud, cultura y sostenibilidad a nuestros pueblos desde el mantenimiento de una tradición milenaria que crea empleo y riqueza”.
En este punto ha situado el responsable de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural en Huelva a USISA, una de las empresas más importantes de un sector como el de la fabricación de salazones y ahumados, que genera más de 500 puestos de trabajo en las provincias de Huelva, Cádiz y Málaga. Sólo la entidad afincada en Isla Cristina procesa en sus instalaciones en torno a 9.500 toneladas anuales de una producción que se reparte entre caballa (45 por ciento), atún (25 por ciento), melva (20 por ciento) y túnidos como la sardina y el boquerón (10 por ciento). La IGP Mojama de Isla Cristina es un aliciente más para la marca de la Unión Salazonera Isleña, presente en las principales superficies comerciales del país y con un volumen de exportación pequeño, pero consolidado, con Italia como destino mayoritario, sin olvidar a Alemania, Francia, Portugal y Gran Bretaña.
Pedro Pascual Hernández ha subrayado, en este sentido, el empuje y el carácter emprendedor de USISA, “compartido por el conjunto de un sector que no ha dejado de apostar por la ampliación, la modernización, la innovación, la eficiencia energética y la diversificación de su oferta al calor de fuertes inversiones que, como no podía ser de otro modo, han contado, y lo seguirán haciendo, con el respaldo de las ayudas de la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural y la Unión Europea”. Todo ello, sin olvidar el “esfuerzo permanente por avanzar en el campo de la diferenciación de la excelencia de sus alimentos”.
En esta última línea, la IGP Mojama de Isla Cristina, de la que ya se constituyó a finales de enero el Consejo Regulador que se encargará de controlar la calidad y certificar el origen de los productos amparados tanto por esta denominación como por la IGP Mojama de Barbate, se suma a otras figuras como las IGP Caballa de Andalucía y Melva de Andalucía. “Ya contábamos, por tanto, con una forma de elaboración tradicional de la que existen vestigios desde hace más de 2.500 años y ahora, además, con un distintivo que lo atestigua y que, a su vez, avala la seguridad alimentaria y la calidad de unos alimentos que, sin duda alguna, ganarán notoriedad y conquistarán nuevos mercados”, ha concluido el delegado.