Redacción. La Junta de Andalucía ha incentivado la implantación de hasta 77 explotaciones agrícolas familiares en la Zona Regable del Chanza a través de la concesión administrativa de una superficie global de 664,72 hectáreas de titularidad pública a jóvenes agricultores de la comarca. De todos ellos, dentro de un proceso que arrancó con las primeras adjudicaciones de tierras en el año 2003, un total de 31, el 40,26 por ciento, ha accedido ya a la propiedad del suelo. Todo ello, en el marco de una iniciativa, en palabras del delegado territorial de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Pedro Pascual Hernández, con un “marcado carácter social” que encuentra su origen en la Ley de Reforma Agraria y en la que la provincia de Huelva es, además, “pionera” en el conjunto de Andalucía.
Pedro Pascual Hernández, en el marco de su recorrido por unas parcelas que se extienden desde Ayamonte y Villablanca hasta Isla Cristina y Lepe, sin olvidar Cartaya y Aljaraque, ha resaltado el doble valor de estas asignaciones de fincas que estaban adscritas al extinto Instituto Andaluz de Reforma y Desarrollo Agrario (IARA), en la medida en que, por un lado, han impulsado el relevo generacional en un sector estratégico para la economía onubense y, por otro, han favorecido que un suelo que permanecía baldío sea productivo. “Éstas son nuestras prioridades, que todos los recursos de los que disponemos estén al servicio de la generación de riqueza y empleo, en especial, entre un colectivo como el de los jóvenes que demandan una salida laboral y que pueden hallarla en el retorno al campo”, ha apostillado el delegado territorial.
Para el responsable de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural no se puede obviar, en este sentido, que “este capital humano que vuelve o se resiste a abandonar el medio rural aporta, con su relevo, el valor añadido de la modernización, la innovación y la incorporación de tecnología que mana de su carácter emprendedor y de su conocimiento”. Se trata, como ha detallado, de “una inyección de frescura y una mayor cualificación que, a la vez que han transformado la Zona Regable del Chanza, se traducen en calidad, sostenibilidad y exce-lencia y, por tanto, en una garantía de competitividad y rentabilidad para nuestra agricultura”.
De la concesión a la propiedad. El proyecto contempla desde su origen la asignación del suelo en régimen de concesión administrativa por un periodo inicial de cuatro años en el que el adjudicatario ha de abonar un canon. Una vez transcurrido este tiempo, el beneficiario ya puede acceder a la pro-piedad de su parcela, con un precio de compra al que se le descuenta la cantidad pagada en los años anteriores. No obstante, con la mirada puesta en la continuidad de la explotación, en el caso de que el agricultor no cuente en ese instante con capacidad para hacer frente a la liquidación siempre puede optar por prorrogar la concesión hasta en 25 años bajo las mismas condiciones.
Desde la Junta de Andalucía, con el fin de facilitar el acceso al crédito, se ha abierto, incluso, la posibilidad de suscribir hipotecas a favor de la Hacienda Pública. Esto, como remarca el delegado territo-rial de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Pedro Pascual Hernández, “se antojaba necesario, dado que a la hora de conceder los lotes se primaba el acceso a personas con escasos recursos económicos y que, en consecuencia, pueden sufrir trabas a la hora de obtener préstamos bancarios”. También se han tenido en cuenta a la hora de resolver el concurso otros aspectos como la residencia en la zona, la formación mediante cursos para la incorporación al sector y la titulación agraria.
El perfil del adjudicatario. El perfil mayoritario de los concesionarios de estas 77 parcelas, que tienen, en su conjunto, una superficie media de 8,41 hectáreas y abarcan a seis municipios de la Zona Regable del Chanza, es la de un joven emprendedor, muchos de ellos hijos de agricultores que han encontrado en el sector una alternativa profesional y que prosiguen, de este modo, con la tradición familiar. Otro dato a resaltar es la incipiente incorporación del género femenino. En torno al 25 por ciento de estos asentamientos están dirigidos por mujeres. Los cultivos elegidos, por su parte, van desde las fresas hasta la naranja, sin dejar atrás otros productos que se abren cada vez más paso en los mercados y que aportan el plus de la diversificación al campo onubense como los nectarinos, los caquis, los aguacates, las frambuesas e, incluso, frutas tropicales como el mango.