Mari Paz Díaz. Como es sabido, la vida de Juan Ramón Jiménez está ligada íntimamente a la Historia de España, que le marcó en el devenir de su trayectoria vital de forma determinante, puesto que, con la Guerra Civil, el escritor, como otros muchos intelectuales, decidió marcharse del país. El exilio obligó al Nobel de Literatura y a su esposa Zenobia Camprubí a instalarse en Estados Unidos, tras un tiempo en Cuba y realizando frecuentes viajes a Hispanoamérica. Así fue hasta que en el año 1951 se establecieron definitivamente en Puerto Rico, donde terminaron sus días.
El matrimonio mantuvo entonces una estrecha relación con la Universidad de Puerto Rico, donde Zenobia empezó a trabajar, al menos hasta que en noviembre de ese año le diagnosticaron un cáncer de matriz. A pesar de ello, la actividad académica de ambos continuó ligada a la institución universitaria, hasta el punto de que en marzo de 1953, cuando la Universidad de Puerto Rico inauguró una biblioteca con motivo del cincuentenario de su fundación, Juan Ramón decidió sumarse a la efemérides donando la suya completa, compuesta por más de 6.000 volúmenes. Dos años después, la Universidad agradeció tan generosa donación cediendo al poeta y a su esposa una sala para que sirviera de lugar de trabajo y a su muerte quedara convertida en centro de investigación encargado de honrar su memoria y custodiar los libros donados por Juan Ramón. Esa sala fue bautizada, por deseo del poeta, con el nombre de Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez.
El resto de la historia es de sobra conocida. El 25 de octubre de 1956, la Academia Sueca concedió a Juan Ramón el Premio Nobel de Literatura. Días después, el 28, murió Zenobia, lo que sumió al escritor moguereño en una profunda tristeza y desolación. Finalmente, su fallecimiento se produjo el 29 de mayo de 1958 en Puerto Rico. Sin embargo, los restos de Zenobia y Juan Ramón fueron trasladados a Huelva y descansan en el Cementerio de Moguer, donde recibieron sepultura el 6 de junio de 1958.
La documentación de aquella época, conservada en la Universidad de Puerto Rico, fue recogida en 2013 por la Casa Museo Zenobia – Juan Ramón Jiménez de Moguer tras las gestiones llevadas a cabo por el Centro de Estudios Juanramonianos. Un importante legado, compuesto por unos 650.000 documentos digitalizados del escritor moguereño, cuyos fondos han pasado a almacenarse en el centro ubicado en la localidad moguereña.
Sin embargo, nadie puede negar que en Puerto Rico, a la que Juan Ramón definió como la Isla de la Simpatía, ha quedado una enorme huella que, ineludiblemente, nos recuerda a aquellos últimos años de la vida de una matrimonio inolvidable, por su contribución a la Historia de la Literatura.
Por este motivo, cuando está a punto de cumplirse cien años de la obra Diario de un poeta recién casado, una conmemoración que tendrá lugar el próximo 2 de marzo, en Huelva Buenas Noticias visitamos precisamente la sala que la Universidad de San Juan de Puerto Rico dedicó a Zenobia y a Juan Ramón, así como la vivienda que ocupó el matrimonio durante su estancia en la isla.
Y lo hacemos de la mano del moguereño Rubén Moreno y su novia Mari Carmen Iborra, que recientemente estuvieron en la isla en el marco de un viaje por el mundo, en el que han recorrido durante once meses un total de 16 países: Grecia, Egipto, Estambul, Irán, India, Tailandia, Malasia, Filipinas, Hong Kong, Vietnam, China, México, Puerto Rico, República Dominicana y Cuba.
Según nos cuenta Rubén, su paso por la isla puertorriqueña fue una experiencia inolvidable, más aún, siendo moguereño, como es su caso. «Allí nos atendieron muy bien y pudimos sacar fotos a copias de la primera edición de Platero y Yo, escritos firmados por Juan Ramón Jiménez e, incluso, los cuadros originales que Sorolla les pintó a ambos», nos cuenta Rubén.
Una experiencia inolvidable que esta pareja recomienda a todo viajero que quiera explorar las huellas de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí en Puerto Rico, momentos que nos narran en primera persona de la siguiente forma:
Para ir a la Universidad de Río Piedras desde el centro de San Juan de Puerto Rico, tomamos primero un autobús de línea y después el metro. Entre una cosa y otra, tardamos una hora aproximadamente. Una vez allí, preguntamos y nos dijeron que la sala dedicada a Zenobia y Juan Ramón está en el primer piso de la biblioteca y así la encontramos, eran las 13:00 horas.
Nos atendió Aura Díaz, la coordinadora de la sala, y se volcó con nosotros en cuanto le dijimos que veníamos de Moguer. ¡Nos dedicó cinco horas de su tiempo! Sí, cinco horas en las que aprendimos muchísimo.
En primer lugar, nos enseñó los objetos personales que Zenobia y Juan Ramón tenían en su casa…, como un sofá, sillas, el escritorio del poeta y otros objetos colocados dentro de un par de vitrinas.
Después, nos enseñó una copia del Premio Nóbel, tanto la medalla como el documento que lo acredita. Quisimos ver el original, que se conserva en la universidad, pero Aura no tenía acceso a ella. Una pena.
Fue impresionante el «catálogo de manuscritos», que son archivadores repletos de poemas originales escritos por Juan Ramón, poemas pasados a máquina por Zenobia, anotaciones y otros documentos.
A continuación, Aura nos mostró un libro de la primera edición de ‘Platero y yo’ y quedamos maravillados por la belleza del libro. También pudimos ver otros libros en los que aún se pueden apreciar las correcciones que Juan Ramón hacía sobre ellos, en busca de la perfección que nunca encontraba, cosa que nos resultó muy interesante.
Nos adentramos en la sala y llegamos hasta las estanterías que albergan la colección personal de libros de Juan Ramón. Aura nos cuenta que los libros se conservan en el mismo orden que él los dejó y en el interior de ellos hay cuantiosas anotaciones hechas por el poeta moguereño.
También nos muestra una caja en cuyo interior se conservan la máscara mortuoria y la figura de la mano derecha de Juan Ramón, realizada en el momento de su muerte por el escultor Francisco Vázquez Díaz (más conocido como Compostela).
Y por último, pasamos a ver los dos cuadros de Sorolla, ¡¡los originales!! Sí, allí teníamos delante de nosotros el retrato de Juan Ramón Jiménez y el de Zenobia, pintados en 1903 y 1918, respectivamente. Además, al ver los dos cuadros se puede ver claramente la evolución en la pintura de Sorolla.
Aura, al ser también la coordinadora de la sección de libros raros de la universidad, se presta a enseñarnos libros antiguos. El que más nos llama la atención es una copia de la primera edición del libro La Historia General de las Indias, escrito por Gonzalo Fernández de Oviedo en 1535, y en el que se narra de forma detallada las tradiciones y costumbres de los tahínos.
Antes de despedirnos de Aura le comentamos que queremos visitar la casa donde vivieron Zenobia y Juan Ramón y nos dice que está lejos y se ofrece a llevarnos en su coche. Así que recogemos todas las cosas y ponemos rumbo a la calle Padre Berríos, número 461. Tras unos minutos llegamos y encontramos la casa en cuya fachada hay una placa en la que dice: «En esta casa vivió Juan Ramón Jiménez, Nóbel de Literatura 1956» y me sorprende ver que la casa está ¡¡¡en alquiler!!! Intentamos contactar con la propietaria para poder entrar pero nos resulta imposible y, además, ya es de noche, por lo que lo dejo para la próxima visita.
Después de esta gran experiencia, Aura nos lleva al centro de San Juan de Puerto Rico, nos damos un gran abrazo y le agradecemos todo lo que ha hecho por nosotros.
De esta forma finalizaba esta inolvidable visita. Vivencias únicas que Rubén y Carmen han querido compartir con todos los lectores de HBN con el objetivo, no sólo de mostrar su agradecimiento a la gentiliza demostrada por Aura, sino también para que todos los moguereños, en particular, y los onubenses, en general, tengan conciencia de que la presencia de Juan Ramón y Zenobia sigue -y seguirán- estando muy presente en Puerto Rico.
¡Muchas gracias a ambos por compartirlo con todos nosotros!
2 comentarios en «Tras las huellas de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí en Puerto Rico»
Genial. Muy interesante la verdad. Gracias
cuando yo era joven estuve allí con un grupo de estudiantes.ya habrá cambiado algo.esto fue por los años 82.