Pedro Real y Emilio Romero. Continuamos con esta sección sobre las ‘Huellas Británicas en Huelva’ recordando a Charles Edward Rowcroft. Su historia llegó hasta nosotros tratando de conocer a una persona que aparecía en una fotografía, que allá por el año 1936 agitaba una bandera inglesa a las puertas de su casa, en la localidad de Zalamea la Real, para remarcar su condición de extranjero y así pudiese ser reconocido por las tropas nacionales que, justamente entraban en la población, procedentes de Valverde, en un caluroso día del turbulento agosto de ese año, aparece la foto que se inserta, dando como resultado que el epigrafiado, D. Carlos (Charles), era natural de Gravesend, Kent (Inglaterra) donde nació en 1869. Hijo de Albert Edward y M. Christine de la misma nacionalidad, fue contratado por The Rio Tinto Co., el 1 de Abril de 1896 para desempeñar el puesto de farmacéutico en el Departamento Médico, con un salario de 180 Libras/anuales.
Se casó con la zalameña, Ángeles Rojas Oporto, a su vez hija de Antonio Rojas y María Oporto, naturales respectivamente de Zalamea y El Garrobo.
Ya en Nerva, en cuyo dispensario de la Co., ejerció el empleo propio de su profesión, al matrimonio Rowcroft le nació una hija llamada Ángeles, que fallecería más tarde en Rio Tinto, contando un año, el 25-6-1899. Le seguirían los nacimientos de Alberto Eduardo (7-7-1902) y Catalina, de la cual se desconoce la fecha.
Desde el principio, el desempeño de su trabajo giró bajo la supervisión del Dr. Ross (Jefe de los Servicios Médicos de la Co., desde 1880 a 1927) en cuyo equipo fue miembro muy apreciado.
Gozó de considerable popularidad, como decía algún colaborador, como pudo ser el Sr. Cuevas Bonanegra, tal vez, por su sencillez, trato bonachón y al que tanto gustaron las corridas de toros. Lo pacífico de su carácter y casado con española del pueblo, tal vez le indujeron a vivir en Zalamea (calle Ruiz Tatay) donde en su hermosa casa, con bonito patio andaluz, se sentía más cómodo que tratando la envarada sociedad de Bella Vista.
Tal vez, sea demostrativo de su idiosincrasia, el artículo que le dedicó El Diario de Huelva, el 2 de Abril de 1932 con motivo del sencillo homenaje y que se incluye a continuación.
Falleció, a consecuencia de neoplasia maligna, el 14 de Diciembre de 1937, siendo enterrado en el Cementerio de la Zalamea la Real donde tantos años vivió.