Redacción. Decimos adiós al otoño y el invierno se adueña de nuestras calles. Los responsables de la parte lúdica, de comercio, economía o empleo de nuestro ayuntamiento, así como las asociaciones relacionadas con el comercio local, ponen de nuevo a prueba su ingenio y lo sacan a las céntricas calles de Ayamonte, dándole un toque propio de estas fechas. Artesanos y comerciantes se instalan por los lugares más transcurridos. En la Laguna, se ocupan las cuatro esquinas, como si de un juego se tratara, y muestran lo mejor de sus productos, ya sean de ocio o de consumo. Unos lo hacen de manera fija, otros nómadas y algunos de forma testimonial, pero todos se muestran en conjunto.
Para mayor colorido y como mejor reclamo, los artesanos y los dependientes, dan su toque colorista al ambiente, y echan mano a las vestimentas de otras épocas. Productos perecederos, de regalo, de recuerdo, de degustación o de recreación hacen las delicias de los visitantes y los curiosos. Por cualquier esquina suenan los sones de los campanilleros. Ante los escaparates y las puertas de los comercios, obsequios y regalos como agradecimiento a la participación, como recuerdo de momentos nuevos y especiales.
Los campanilleros de La Punta del Moral se dejan escuchar y aceptan los aplausos a tan magnificas voces y tan especial caracterización. Por otra calle, menos numerosos pero igual de animados, los campanilleros de Muniz. En la puerta del bar de moda, la guitarra y la voz de Juan el Churrero, que contagia e invita al acompañamiento. No muy lejos de allí, “Los informales” se arrancan pletóricos. La música en sus más diversas expresiones se hace dueña de las plazas y las calles. Y por en medio de la plaza, un puesto atrevido que regala los mejores versos que se crean en la desembocadura de este viejo y gran rio. Libros de autores lusos y españoles, por individual o colectivo, pero siempre poniendo por delante la creación poética más actual.
Inventos estudiados al detalle e improvisación salpicada de enorme creatividad. Ayamonte recibe la Navidad con un ambiente que sorprende a todos, y es que la noche en blanco, la noche de lunares o la nochebuena, son motivos más que suficientes para lanzar las ilusiones al vuelo y esperar un poco de tiempo para recoger la cosecha.