Ana Rodríguez. El río Tinto es un ejemplo de ambiente ácido extremo, que se caracteriza por tener valores de pH ácido (? 2,5) y altas concentraciones de iones metálicos en solución, que ofrecen un entorno altamente hostil para el desarrollo de la vida. A pesar de esto, en sus aguas viven microorganismos que desafían esas difíciles condiciones y que poseen propiedades muy interesantes. Uno de ellos es la Coccomyxa onubensis, una microalga extremófila –vive en condiciones extremas-que fue aislada en la zona Norte del cauce de este río por el Grupo de Investigación del profesor Carlos Vílchez, del Departamento de Química y Ciencias de los Materiales de la Facultad de Ciencias Experimentales de la Universidad de Huelva.
A raíz de este hallazgo, se abrió una línea de investigación centrada en esta microalga y coordinada por el doctor Francisco Navarro Roldán, director del Departamento de Biología Ambiental y Salud Pública de la Facultad de Experimentales, quien trabaja en estrecha colaboración con el doctor en Farmacia Eduardo Forján, además de contar con la inestimable ayuda de becarios predoctorales y otros compañeros de la Facultad.
Gracias a pruebas realizadas en animales de laboratorio, este equipo ha podido comprobar que este microorganismo es una fuente de sustancias nutritivas que posee, además, beneficios para la salud, entre ellos bajar los niveles de triglicéridos en sangre.
Para comprender mejor este estudio, cabe destacar que, como bien explica el profesor Navarro, “el cultivo de microorganismos extremófilos ha ganado interés en los últimos años debido a su capacidad de producir y acumular moléculas de alto valor, tales como enzimas, metabolitos antioxidantes, lípidos de alto interés nutricional y tensioactivos, y por presentar un ritmo de crecimiento superior al de otras algas acidófilas”.
Así pues, dada la presencia de sustancias acumuladas en estas microalgas, que poseen “demostradas propiedades nutricionales”, según afirma el doctor de la UHU, su equipo se planteó su estudio como fuente de nutracéuticos o suplementos nutricionales. En este sentido, este análisis realizado por investigadores de la UHU es muy innovador, pues la posibilidad de utilizar una microalga extremófila como fuente de alimento animal o humano no está documentada actualmente, es decir, que hasta ahora ningún microorganismo de este tipo se había destinado para su consumo por parte de seres vivos.
La primera fase del estudio fue llevada a cabo con ratas de laboratorio Long Evans y consistió en analizar los efectos de la ingesta de dietas en las que se incluía como suplemento la microalga acidófila Coccomyxa onubensis sobre el crecimiento y la salud de estos roedores.
“El primer objetivo fue demostrar su inocuidad como suplemento alimentario”, afirma el doctor Navarro, quien pone de relieve que el siguiente paso consistía en investigar los efectos beneficiosos de la microalga sobre la salud.
Hasta el momento, este equipo de la Facultad de Experimentales ha probado la incapacidad para hacer daño o inocuidad del microorganismo analizado, incluso a muy altas dosis.
Para llegar a esta comprobación, han alimentado a los roedores con suplementos diarios de la microalga en su dieta normal durante 45 días. En concreto, establecieron grupos de ratas organizados al azar en cuya alimentación introdujeron polvo de la microalga seca. En este sentido, cabe recordar que la biomasa de C. onubensis es rica en proteínas y fibras dietéticas, moderada en hidratos de carbono y tiene un bajo contenido de lípidos, la mayoría de ellos ácidos grasos poliinsaturados.
Después de 45 días, “analizamos todos los parámetros estándares indicativos del daño orgánico y tisular (bioquímica sanguínea, enzimología, histopatología, hematológicos, etc.) y hemos concluido que no se encontró diferencia significativa en el crecimiento de ninguno de los grupos de ratas, así como un índice similar de alta eficiencia de alimentación. Los estudios histopatológicos revelaron órganos sanos en todos los animales. Los parámetros hematológicos y bioquímicos observados estuvieron dentro de los límites saludables en todos los grupos de ratas”, señala Francisco Navarro.
En conclusión, los datos de esta primera fase del estudio sugieren que la biomasa de la C. onubensis puede ser utilizada como alimento saludable para animales, al tiempo que les aporta una cantidad importante de ácidos grasos de alto valor nutricional que ayudan a bajar los niveles de triglicéridos en sangre, convirtiéndose así en nutracéuticos o aditivos para los alimentos funcionales.
El siguiente paso de esta investigación será demostrar que la microalga tiene este mismo efecto positivo en animales enfermos y comprobar si, gracias a su consumo, mejoran su estado de salud. Por último, la tercera fase supondría dar un gran salto y empezar las pruebas en humanos mediante un estudio de casos y controles.
En este sentido, el doctor Navarro pone de relieve que “de confirmarse también en personas los mismos resultados obtenidos en animales, y con el mismo grado de efectividad (que aún no conocemos), estas microalgas podrían suponer una nueva fuente coadyuvante a los casos de dislipemia (hipercolesterolemia y hipertrigliceridemia). Incluso en aquellos casos en los que los pacientes aún no están bajo medicación, la ingesta regular de la microalga podría estabilizar los niveles de triglicéridos dentro de los parámetros normales, sin necesidad de modificar excesivamente su dieta”.
Es decir, que la C. onubensis podría revelarse como un nuevo arma para combatir los problemas de colesterol que afectan, cada vez en mayor medida, a la población mundial, además de suscitar el interés, si se demuestra su eficacia en humanos, de las empresas farmacéuticas, que podrían involucrarse en su comercialización.
Por lo pronto, y hasta alcanzar esta tercera fase, lo que sí ha comprobado este equipo de expertos de la UHU es que la microalga aislada al Norte del río Tinto es beneficiosa para la salud de los animales. Un resultado que será publicado muy pronto en una revista científica de difusión internacional y que crea grandes expectativas de cara a combatir la dislipemia.