La sociedad onubense apuesta por la recuperación del edificio del antiguo Colegio de Ferroviarios de Huelva

Imagen de las instalaciones en la actualidad del Colegio San José de Calasanz, antiguo Colegio de Ferroviarios. / Foto: Pablo Sayago.
Imagen de las instalaciones en la actualidad del Colegio San José de Calasanz, antiguo Colegio de Ferroviarios. / Foto: Pablo Sayago.
Imagen de las instalaciones del Colegio San José de Calasanz, antiguo Colegio de Ferroviarios, en la actualidad. / Foto: Pablo Sayago.

HBN. El Colegio ‘San José de Calasanz’ o de Ferroviarios de Huelva fue construido en 1930 por el arquitecto Francisco Alonso Martínez. Catalogado como de interés histórico, este edificio de estilo racionalista se llevó a cabo en un principio para albergar a los hijos de los trabajadores del ferrocarril como Escuelas de la Asociación de Ferroviarios en Huelva. Su inauguración se produjo el 17 de julio de 1932 en la avenida de Italia de Huelva. 

Interior del edificio Escuela de Ferroviarios en los años cincuenta.
Interior del edificio Escuela de Ferroviarios en los años cincuenta.

Posteriormente, el centro pasó a ser el colegio ‘San José de Calasanz’, así hasta su cierre en el año 2003. Actualmente se encuentra a la espera de una reforma que ponga en valor este edificio emblemático de la ciudad. Al menos, esta es la idea que reclama la sociedad onubense, opiniones que hemos querido recoger en Huelva Buenas Noticias.


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En concreto, en este artículo hacemos un resumen de algunas de las opiniones cualificadas que han vertido distintos onubenses, representativos de sectores tan diferentes como el mundo académico, la literatura, la economía, la historia o el patrimonio. Representantes a los que se les ha formulado tres cuestiones similares:

1. ¿Qué opina sobre el estado del Colegio de Ferroviarios de Huelva?  
2. ¿Qué cree que debería hacerse?
3. ¿Cree que el colegio es importante para el patrimonio de Huelva?

En las respuestas, la tónica general es el lamento por su abandono, al tiempo que se hace un llamamiento para que se recupere el edificio como parte fundamental del patrimonio de Huelva. Así lo mostramos a continuación.


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La decana del Colegio de Arquitectos de Huelva, Noemí Sanchís.
La decana del Colegio de Arquitectos de Huelva, Noemí Sanchís.

Noemí Sanchís, decana del Colegio Oficial de Arquitectos de Huelva.
Por supuesto que el Colegio Ferroviario es importante para el Patrimonio de Huelva, tanto desde el punto de vista patrimonial, como identitario, pues además de los valores arquitectónicos que posee -ya reconocidos en la protección que se le confiere desde el planeamiento- constituye uno de esos espacios para la memoria, que forman parte de las raíces y las que podemos transmitir a distintas generaciones de onubenses. Respecto a su estado actual, su abandono es indiscutible, y dado que los edificios carentes de uso aceleran su estado de deterioro, desde el Colegio de Arquitectos incluimos este inmueble y su entorno inmediato, en dos de los concursos de Hueva Apunta que convocamos en los últimos dos años, tanto en la fase de escala urbana, como en las actuaciones concretas sobre ámbitos que requieren operaciones estratégicas, en este caso, por la importancia del conjunto que configura junto a otros elementos dentro del enclave en el que se sitúa, junto a la estación de tren, en un área con problemas de borde y de conexión con el casco y el ensanche. Dentro de las diferentes propuestas presentadas, hay elementos de interés que podrían incorporarse a la revisión del PGOU, o a una posible flexibilización de criterios para la búsqueda de soluciones de intervención. En este caso en concreto se parten de tres premisas complejas, que son la titularidad privada del inmueble, su calificación como dotacional y que se encuentra protegido por valores patrimoniales en el Planeamiento. Los tres elementos son clave para la dificultad que entrañaría su rehabilitación, ya que no son posibles usos terciarios o lucrativos al fin y al cabo, que son los que facilitarían una inversión privada en el mismo (pocos usos dotacionales son atractivos empresarialmente), y con ello se garantizaría su conservación.
Cambiar esto es muy complicado con la LOUA en la mano; habría que compensar con espacios libres el hecho de que se modificara el uso. Es un ejemplo claro de cómo la legislación urbanística y la de Protección del Patrimonio en ocasiones son divergentes y la primera obstaculiza las aspiraciones de la segunda en aquellos casos que, como éste, no son BIC, sino menores.
Por otra parte, el Ayuntamiento ha de encontrar las fórmulas adecuadas para posibilitar ciertas intervenciones. Por ejemplo, cuando los propietarios aspiraban a rehabilitar el edificio y a ampliar su superficie construida, con instalaciones anexas, debería  haber instrumentado, de forma justificada, una ampliación como forma de viabilizar económicamente una operación en la que, más que su carácter lucrativo, tendría que haber primado para todos el objetivo de recuperación del edificio. Pero la  interpretación literal de la  normativa vence  frente a la dificultad de justificar alternativas no son nada fáciles de argumentar legalmente. Muchos  arquitectos se interesan por este edificio pero la realidad que se palpa o transmite socialmente son «rollos técnicos» que imposibilitan los cambios que parecen lógicos a todo el mundo. Mover un PGOU  en la práctica a todos resulta complicadísimo.
Aunque queda por resolver el nudo de circulación junto a la gasolinera, cualquiera de las ideas de Huelva Apunta  o de los diversos arquitectos que a lo largo del tiempo han tratado de dotar de uso a este edificio, es buena, como lo es la integración del edificio en la previsión del parque que quedará una vez desaparezcan las infraestructuras ferroviarias y el muro a Avenida de Italia, que es lo único claro con respecto al futuro urbanístico de la ciudad en unos años. Compromisos de cesión de parte de los espacios libres de la parcela para que formen parte de estos sistemas generales podría ser una opción de viabilidad, cambiando el uso a otros más  comerciales, sin que se malinterprete que queramos prescindir de las dotaciones, pero conciliar ambas opciones para viabilizar la intervención, es la realidad que tenemos hoy por delante.

Juan Cobos Wilkins.
Juan Cobos Wilkins.

Juan Cobos Wilkins, escritor. 
1. Apena, apena y avergüenza (aunque sea vergüenza ajena), ver la situación de absoluto deterioro y abandono en la que se encuentra. Siendo adolescente, pisé las aulas de una academia que ocupaba entonces el edificio, así que, por vinculación personal, aún me entristece más cada vez que paso ante la actual ruina. Y en pleno centro de la ciudad. En Huelva se ha permitido la destrucción, el deterioro o la alteración y devaluación del patrimonio arquitectónico, que ya de por sí  no era el de, por ejemplo, Toledo, Santiago de Compostela, Córdoba o Granada, si además no se salvan los restos del naufragio… Cuando la vajilla no es de porcelana, al menos hay que salvar los platos de Duralex.
2. No es mucho lo que resta de la Huelva de ese tiempo, así que, desde luego, habría que mantener el edificio. Pero ignoro la situación legal en la que se encuentra, propietarios, etcétera. Quienes cobran del erario público por, en teoría, ocuparse del bien público, debieran hallar la fórmula para evitar situaciones como ésta. El inmueble y el lugar en el que se ubica abren grandes posibilidades en cuanto a su destino y uso. Aunque quizás hay un fin que se me escapa y acaso se aspira a sacarle provecho económico y rentabilidad turística como residencia de roedores, albergue de cucarachas, museo vivo de murciélagos o albergue interactivo de fantasmas… Una nueva posibilidad turística para Huelva, que tan necesitada está de oferta original que atraiga al viajero reticente.

José Luis García Palacios, actual presidente de Asaja en Huelva.
José Luis García Palacios, presidente de la FOE.

José Luis García-Palacios Álvarez, presidente de la FOE.
1. Es incomprensible que un edificio de esta categoría presente tan lamentable aspecto en el mismo centro de Huelva. Un estado ruinoso inapropiado para la ciudad turística que Huelva aspira ser.
2. Es urgente que desde el Ayuntamiento de Huelva y de la Junta de Andalucía se arbitren medidas que realmente venga a favorecer a propietarios de este tipo de inmuebles ayudas que puedan contribuir a su rehabilitación o incluso adquirirlos para darles un uso cultural, ocio, etcétera. Precisamente, estas responsabilidades públicas son las que minan las posibilidades de ciertas actividades empresariales de Huelva, como puede ser el turismo, por ejemplo.
3. Por supuesto que sí. Estamos ante un edificio catalogado de interés histórico que tiene además un cierto toque de ‘sentimentalismo’, ya que construyó para albergar a los hijos de los trabajadores del ferrocarril en el año 1930.

María Antonia Peña, catedrática de Historia de la Universidad de Huelva.
María Antonia Peña, catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Huelva.

María Antonia Peña. Catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Huelva.
1. El estado de abandono que actualmente presenta el antiguo Colegio de Ferroviarios me parece algo absolutamente inadmisible. No puedo entender que un edificio tan digno y emblemático, que constituye una parte importante del ya muy lastimado patrimonio cultural e histórico de la ciudad de Huelva, se encuentre en semejante situación. Y lo que me produce más temor es que, al igual que ha ocurrido con otros edificios o conjuntos de viviendas, este estado premeditado de abandono, en el que ninguna institución parece intervenir, conduzca a que algún día se declare el estado de ruina o se aproveche cualquier otro incidente urbanístico para ordenar de forma expeditiva su demolición. Se dirá entonces que se hace en aras de evitar males mayores, pero la pérdida del edificio será ya de por sí un gran mal para la ciudad. Hemos visto que así se ha procedido con las viviendas antiguas de la cuesta de las Adoratrices y hace unos días ha vuelto a suceder con los edificios frigoríficos de la Avenida Montenegro, que constituían un ejemplo de arquitectura industrial no exento de valor estético y patrimonial.
2. Pues creo que el edificio, si no lo está, debería ser protegido mediante una catalogación urbanística o una declaración de BIC que lo proteja e impida que caiga, como tantos otros, en manos de una especulación constructiva feroz que en las últimas décadas nos ha hecho ya perder una gran y valiosa parte del patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad. En este caso, además, el emplazamiento es muy goloso y se corre el riesgo de que sea el «valor del suelo» el que acabe tomando las decisiones. Y, en el caso de que el edificio ya goce de alguna protección, lo que habría que hacer es exigir a la propiedad que intervenga. Estamos hablando de un edificio muy bien situado y con gran capacidad, que perfectamente puede albergar oficinas, comercios o espacios públicos de ocio y cultura. Soy consciente de que no son buenos tiempos, desde el punto de vista económico, para este tipo de intervenciones, pero tampoco podemos consentir que esta coyuntura adversa contribuya a destruir aún más el patrimonio de la ciudad. Sinceramente, pienso que el problema no es tanto económico como producto de la ignorancia y de la falta de sensibilidad por el patrimonio que nos viene caracterizando desde hace ya demasiado tiempo.
3.  Por su puesto. No creo que nadie con un mínimo de sentido común y aprecio por la ciudad pueda ponerlo en duda. Cuando hablamos de patrimonio, las valoraciones nunca pueden efectuarse de forma absoluta y descontextualizada, sino en relación con el entorno cultural e histórico en el que el objeto patrimonial se encuentra. En este caso, el edificio encierra por sí mismo el valor estético e histórico de toda una época, los años treinta del siglo XX; pero, además, Huelva, después de haber perdido todas las casas-palacio del siglo XVIII y la mayor parte de la herencia patrimonial británica del XIX, no puede admitir que se empiece ahora a destruir lo que aún conservamos del siglo XX. Dentro de algunos años, el Colegio de Ferroviarios tendrá ya un siglo de vida y Huelva debe conservarlo como testimonio útil de su pasado y como vía de encuentro con su propia identidad como ciudad.

Emilio Romero también es coordinador de este curso de verano de la UHU.
Emilio Romero.

Emilio Romero, Ingeniero Técnico de Minas y Doctor en Geología en la Universidad de Huelva.
1.- Con respecto a estado actual del edificio, pienso que es una crónica de una muerte anunciada, aunque creo que existen mecanismos para hacer una actuación en su recuperación.
2.- Desde un punto de vista ligado a lo que fue, bien podría ser un centro de interpretación del ferrocarril en Huelva, aunque esto ya está muy visto. No obstante es un edificio emblemático de la época que cualquier uso seríaideal, tan solo por conservarlo.
3.- Ha sido, es y sería un elemento importante en el patrimonio de la ciudad, hoy día tan escasa de estos elementos, pero hay que tener en cuenta que dicho edificio no cuenta con ninguna figura de protección.

María Asunción Díaz Zamorano, profesora de Historia del Arte de la UHU.
María Asunción Díaz Zamorano, profesora de Historia del Arte de la UHU.

María Asunción Díaz Zamorano, Profesora Titular de Historia del Arte de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Huelva.
1. El antiguo colegio de Ferroviarios de Huelva presenta en la actualidad un estado deplorable y lamentable, tanto en lo que se refiere a su negativo aspecto de abandono y deterioro imparable en un lugar tan visible y frecuentado de la ciudad, como en lo que dicho aspecto significa sobre nuestro más que mejorable grado de valoración, reconocimiento e identificación con el patrimonio colectivo que hemos heredado como comunidad ciudadana, fruto de nuestro pasado común, y que estamos obligados a transmitir intacto a las generaciones venideras.
2. Considero que es un edificio que por su emplazamiento, valores espaciales y simbólicos ofrece grandes posibilidades para un uso educativo y/o cultural. Su vinculación con el pasado minero de la provincia y el asentamiento británico del último tercio del siglo XIX, con tan importantes repercusiones en el devenir contemporáneo onubense, bien podría justificar su dedicación a centro de interpretación del legado británico en Huelva, sin duda una de sus más distintivas señas de identidad y lamentablemente aún por desarrollar como elemento de cohesión ciudadana y recurso de desarrollo económico.
En cuanto a la relevancia patrimonial del edificio, creo que debe considerarse altamente probada de acuerdo a los siguientes aspectos:
Se trata de uno de los numerosos colegios y hospicios creados en España por la Asociación General de Empleados y Obreros de los Ferrocarriles de España, asociación benéfica fundada en 1888 con objeto de proporcionar formación general y técnica a sus afiliados y familias.
3. En cuanto a la relevancia patrimonial del edificio, creo que debe considerarse altamente probada de acuerdo a los siguientes aspectos:

  • Se trata de uno de los numerosos colegios y hospicios creados en España por la Asociación General de Empleados y Obreros de los Ferrocarriles de España, asociación benéfica fundada en 1888 con objeto de proporcionar formación general y técnica a sus afiliados y familias.
  • Su ya mencionada vinculación con la historia de los ferrocarriles en nuestra provincia, que no puede desligarse de su pasado minero y el asentamiento británico del último tercio del siglo XIX, acontecimientos todos ellos detonantes de su entrada en la contemporaneidad.
  • Su emplazamiento junto a la Estación de Sevilla y en una de las vías de expansión de la ciudad, que desde los inicios del siglo XX va colonizando la antigua carretera de Sevilla ante el colapso del casco antiguo y su incapacidad para absorber el crecimiento poblacional de la primera Huelva industrial. De gran valor resulta por tanto su significado sobre la reciente evolución urbanística de la ciudad.
  • Construido en los primeros años de la década de los 30 del pasado siglo, se trata de uno de los primeros edificios que introducen en Huelva los principios espaciales y racionalistas del Movimiento Moderno, junto a otros como el cine Rábida y diversas viviendas. Es obra además del arquitecto madrileño Francisco Alonso Martos (1913-1961), vinculado desde estos años con esta corriente constructiva y que como arquitecto de la Asociación de Ferroviarios Españoles realizó otros conjuntos en la misma línea como el Colegio de Huérfanos Ferroviarios de Madrid (1930) o el de Torremolinos en Málaga (1933-36). La vocación racionalista del edificio se expresa sobre todo en sus espacios interiores y su sobriedad y concepción volumétrica, aunque queda atemperada por la decoración de ladrillos y otros elementos (arcos de medio punto, aleros, bolas de remate…) que nos remiten al historicismo precedente. Es por tanto una muestra bien representativa de la evolución arquitectónica del momento.
  • Finalmente, debe tenerse en cuenta el valor sentimental e identitario que tiene el edificio para centenares de onubenses que desde su fundación hace ya casi un siglo se han formado en sus aulas.

1 comentario en «La sociedad onubense apuesta por la recuperación del edificio del antiguo Colegio de Ferroviarios de Huelva»

  1. La Decana del COAH, realiza un encuadre real del «Problema» que proviene de un planeamiento/catalogación inadecuado y obsoleto, que están causando el efecto contrario al pretendido que sería la rehabilitación del edificio, dentro de un equilibrio económico necesario, al tratarse de una propiedad privada.
    Falta en el articulo la opinión del propietario, que podría contar 16 años de desencuentros con el ayuntamiento, en sus intentos de poner en marcha actuaciones en el edificio, previa su «reconstrucción», y que actualmente continúa esperando respuesta a la última propuesta que llevaría a una modificación puntual del Plan General.

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