Redacción. Llegó el turno en Cantero Rock (el ciclo de conciertos promovido por el Área de Cultura de la Universidad de Huelva) para el peso pesado del Folk americano, Micah P. Hinson. Alguien que hace una década revolucionó el género con su debut, una propuesta marcada por su cruda experiencia personal, que acercaba la poesía musicalizada más visceral al terreno del Indie Rock, sonando en ocasiones a Johnny Cash, y en ocasiones a Sufjan Stevens, pasando por Elliott Smith o Nick Cave.
‘Micah P. Hinson And the Gospel of Progress’ fue compuesto con instrumentos prestados, en una época (apenas 23 años) en la que Micah vagabundeaba, durmiendo en casa de diferentes amigos, tras haberlo perdido todo a causa de las drogas e incluso de haber pasado un tiempo en la cárcel.
De vocación melancólico-preciosista, los intereses del artista se han mantenido indemnes al paso de los años, y pocas diferencias podemos encontrar entre el estilo de un primer disco soberbio y el resto de piezas de una discografía nada desdeñable. Una sucesión interesante de obras en las que abunda una sonoridad rock simplista y apacible, enarbolada de bellos instrumentos de cuerda y de enriquecedoras melodías, cada vez más preciosista en arreglos, aunque con mucha menos capacidad de impacto.
Sí es cierto, que la pulcritud y la limpieza de sus producciones quedaron volatilizadas sobre el escenario, para dejar paso al caos y a la aspereza, características que no obstante aportaron un valor añadido a la impoluta belleza original, que se sostuvo desnuda y vibrante, ante una oscuridad infinita desde la que brotaban los aplausos.
Con la mirada escondida bajo la sombra de una gorra estilo Gatsby y los ojos precintados con el blanco de unas enormes gafas de pasta, Micah salió a escena apoyándose en su bastón (el artista tiene lesiones severas ocasionadas por un accidente de tráfico). Una vez armado con su electroacústica (decorada con pegatinas en las que se podían leer mensajes dispares, que iban desde el “Kill the Fascism” al “Fuck you, I’m Batman”) Micah pasó erguido todo el concierto, en calma, a veces envuelto en movimientos frágiles, casi dolorosos, cargados de un aura admirable y mística para quienes conectasen con su propuesta, y sin embargo similares a la dejadez o al estado de embriaguez para los que no sintonizaron con su particular propuesta.
El artista solo bebió zumo de manzana de un tetrabrick, del que se sirvió generosamente, varias veces además, a lo largo de todo el concierto. Eso sí, de cuando en cuando se detenía para darle una calada a un cigarrillo electrónico, aprovechando para contar vivencias personales, así como para alabar el trabajo de otros artistas (Jack White y Neil Young o Buddy Guthrie) o para decorar las composiciones con anécdotas de momentos determinantes de su vida.
El público supo valorar sus extravagancias y perdonar sus excentricidades, entre las que se pueden incluir sus idas y venidas de tono y de ritmo, que se le olvidase la letra en algún momento determinado, o que no diese con el acorde adecuado. Y es que, aunque pueda resultar difícil de comprender, la magia y el misterio de Micah P. Hinson penden entre la genialidad y el desastre, a pies puntillas sobre la delgada línea del estilo del artista. Su austera puesta en escena, afincada entre lo chapucero y lo magistral, radica en la capacidad de hacer del fallo una virtud, aunque no todo el mundo comparta esta visión.
Lo que no se puede negar, es que en algo más de hora y media de concierto, cayeron con desgarro numerosas canciones de alto calado emocional, provenientes de su extenso repertorio discográfico, e incluso algunas acertadas versiones, (aunque desconocidas para la mayor parte del público, como pudieron ser ‘You got lucky’ de Tom Petty y ‘This old guitar’ de John Denver). Y aunque haya quien hubo podido esperar un espectáculo más fidedigno a la exquisita producción de sus discos, lo cierto es que la mayoría de los asistentes salieron del recinto dejando constancia de muy buenas sensaciones. Algunos incluso con el corazón en un puño, profundamente hechizados por la magia del cantautor, que aunque de gesto extremadamente serio y en ocasiones amargo, dejó también pequeños huecos para soltar alguna sonrisa y para desvelar que se sentía a gusto con el público y agradecido con la Universidad por la propuesta y por la libertad creativa.
Si ya el listón estaba muy alto en Cantero Rock, tras el impresionante cierre internacional que se dio en la temporada pasada, con los conciertos de The Saints y Luna, el inicio de la nueva temporada no se ha quedado atrás. De forma previa a la visita de Micah, hemos podido disfrutar en las Cocheras de la magistral banda de Julián Maeso, y de los virtuosos músicos de Patax, éste último concierto ya dentro del ciclo de Jazz ‘Noctámbula 2015’ (también organizado por el Área de Cultura de la UHU).
Las próximas citas culturales promovidas por la Universidad de Huelva tendrán lugar en la MicroSala de la UHU, y estarán protagonizadas por la adaptación del ‘Novecento’ de Baricco titulada ‘La leyenda del pianista’ el miércoles 9 de diciembre, y por la actuación del cantautor Flaco Domínguez, que tendrá lugar también el miércoles 15 de diciembre.