Redacción. Era la hora en la que el sol se esconde tras las bajas montañas que se divisan en el horizonte portugués. La gente comenzaba a llegar a la biblioteca de Villa Real, gentes de una orilla y otra. Todo listo para dar la salida al acto, y todos dispuestos a disfrutar de poemas puestos en boca de sus creadores. Ahínco de Eladio Orta y Versos de color de Rúa Nácher, fueron los protagonistas de la noche.
Joao Pereira era el primero en tomar la palabra y en vaciarse en elogios hacia la poesía del autor de Versos de color. Define a Rúa Nácher “como ese autor sensitivo, físico y táctil capaz de hacer aflorar todas las sensaciones en un solo instante”. Y sabe que su afición por la fotografía le lleva a ser poeta de la imagen, un ser inmerso en un mundo de extrema sensibilidad y que a través de sus poemas de amor es capaz de adueñarse de las memorias más sensitivas. Para el autor de Versos de color, hay que prestarle especial atención porque tiene la urgencia del tiempo que se agota y que queda reflejado en cada uno de los muchos poemas que nos recuerdan los calendarios vencidos y los próximos que habitan en la sala de espera de este tiempo que transcurre con la pleamar de cada tarde.
Antonio Cabrita, más ligado a la responsabilidad política, a la toma de decisiones de aquellas cuestiones que tienen que llevar el sello de la municipalidad, encuentra en los versos de Eladio Orta, una defensa a ultranza de tantos y tantos actos como se deben manifestar a través de la rebeldía y la lucha social. Distancia ideológica, proximidad de implicación en la lucha social, hacen que Antonio sienta especial admiración por el poeta del campo de Canela. Le define cerca de la tierra en la que se asienta, próximo a retamales y bajamar, a fango y garzas a sueño y versos caprichosos con sus parques naturales.
Palabras que van y vienen y que levantan el vuelo entre los asistentes al acto, como lo hacen los autores cada vez que se tiran a tumba abierta entre folios en blanco y líneas paralelas, residencia de nuevos versos y discursos tan dispares. Pero se intuye una enorme satisfacción por escuchar la propia voz de un Eladio fiel a sus principios y de Rúa capaz de ir madurando cada palabra que se va asentando en esas estaciones que escupen trenes incapaces de detenerse en el tiempo o de escapar de las prisas.
Una presentación, en la que se ha podido ver entre el público a fieles al discurso de los poemas de Ahínco y a pintores, autores de las ilustraciones de los poemas de Rúa. Pero tanto los unos como los otros, satisfechos de un resultado que invita a seguir en la lucha por abrir puertas a creadores de una y otra orilla, bien solos o bien al amparo de las publicaciones de “Los libros del Estraperlo”. Porque si hoy se presentaban estos poemarios, en los próximos días lo harán otros nuevos, donde voces más jóvenes por un lado y las voces de siempre por otro, se nos mostraran en su más desnuda expresión. Gracias a estos poetas que mantienen la llama encendida de la poesía más actual, en estas tierras del Bajo Guadiana.