La histórica y peligrosa cuesta de San Cristóbal

Al frente, la bien nombrada Alameda Sundheim. A la derecha, el inicio de la fatídica Cuesta de San Cristóbal.
Al frente, la bien nombrada Alameda Sundheim. A la derecha, el inicio de la fatídica Cuesta de San Cristóbal.
Al frente, la bien nombrada Alameda Sundheim. A la derecha, el inicio de la fatídica Cuesta de San Cristóbal.
Al frente, la bien nombrada Alameda Sundheim. A la derecha, el inicio de la fatídica Cuesta de San Cristóbal.

Antonio José Martínez Navarro.Cuesta que se sitúa en la Avenida Federico Molina Orta -antigua Carretera de Sevilla- y limítrofe con el Barrio Reina Victoria, uno de los pabellones militares, Hipercor y la gasolinera que levantara el arquitecto Alejandro Herrero. Tomó este nombre porque, a mediados del siglo XIX, existía una capillita en honor de San Cristóbal. Hasta ella se acercaban las muchachas huelvanas con la finalidad de ofrecerle al Santo un mechón de su cabello. San Cristóbal le agradecería este gesto concediéndole mayor vigor a su pelo. Esta imagen desapareció aproximadamente en 1880. En aquellos instantes la Cuesta se encontraba en las afueras de la Villa y en su derredor no existía ningún edificio. Comenzaron a crecer estos con la construcción en 1917 o 1918 del Barrio “Reina Victoria” -vulgo Barrio Obrero-. En 1927 y 1928, el arquitecto Morgan edificó el hospital de la Compañía de Riotinto -que ocupaba el espacio donde hoy se sitúa Hipercor-. En 1954 se elevó la Barriada llamada del Caudillo y contempló horrorizada como en sus cercanías se incendiaba el “paso” de la Reina del Polvorín, poco después la precitada gasolinera, en 1957, los pabellones militares y, en 1991, la firma Hipercor. ¡Ah! no olvidemos que la Plaza de España también está limítrofe a la célebre Cuesta.

En el Legajo, número 237 del A. M. H. nos viene la solicitud de permiso para abrir, al menos, un pozo en una fábrica de ladrillos que debió ubicarse en el sitio donde, en 1957, se abriría una Escuela de oficios que daría paso, en los años setenta, a una de las ubicaciones que ha tenido la Delegación de Educación y Ciencia -desde 1973 hasta los primeros años del nuevo siglo-:


Festival de Cine de Huelva

<<Al Sr. Ingeniero Jefe de Obras Públicas. En 25 de marzo de 1871. Don Ramón Sierra ha recurrido a este Ayuntamiento solicitando permiso para abrir uno o más pozos en terreno particular al sitio de San Cristóbal en la carretera de Alcalá de Guadaira con destino aquellos al horno de la fábrica de ladrillos que intenta construir. Ruego a Vd. en consecuencia se sirva dar las órdenes oportunas para la demarcación, distancia que han de guardar de la carretera. Dios…>>,

Diez días más tarde, hemos leído en la misma fuente referencial:


Puerto de Huelva

<<Obras Públicas. Cuerpo Nacional de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. No existiendo inconveniente alguno para dar el permiso que solicita a don Ramón Sierra para abrir uno o más pozos en terreno particular al sitio de San Cristóbal en la carretera de Alcalá de Guadaira con tal que se sujete para ello a las alineaciones que se le designan, se ha comunicado las órdenes oportunas al sobrestante encargado de dicha carretera don Rafael de Trianes para que de acuerdo con el interesado queden aquellas fijadas. Lo digo a Vd. para que así se lo comunique al interesado. Dios…Huelva, 5 de abril de 1871. P. A. Adolfo Peguero…>>.

Este pozo artesano debió abrirse, ya que en un posterior documento se habla de un “pozo empedrado…”. En 1876, cambia el rumbo histórico de este paraje o finca, ya que es adquirida por don Guillermo Sundheim. Así, don Adolfo Rey, apoderado del citado señor, desde 1876, lo que le otorgó estando en París, según escritura de venta rústica, otorgada el 17 de abril de 1878 ante don José María de la Corte y Hernández (Folio 1078, número 166 de Huelva Moderna) que nos dice:

<<… Que el don Miguel Gómez González Pérez corresponden en pleno dominio, las fincas siguientes:
Una finca rústica cercada en su mayor parte, llamada San Cristóbal, al sitio de este nombre, Almendral, Pozo Dulce y calleja de Montrocal, término municipal de esta ciudad, de 18 fanegas y un celemín, viñedos, almendros y algunos frutales, teniendo en su ángulo Oeste pozo empedrado y una casa venta de dos naves o tramos y de 18 varas de frente. Linda Norte y Poniente con la carretera que conduce a Sevilla desde el punto donde la misma corta la calleja de Montrocal hasta la entrada del camino llamado de San Cristóbal que conduce al Pozo Dulce; Levante en la calleja de Montrocal desde la carretera de Sevilla al cabezo del Pozo Dulce y fin en terreno denominado Almendral…
Que los comparecientes hemos convenido la venta a favor de la Sociedad Comercial establecida en esta ciudad bajo la razón de los Sres. Sundheim y Doetsch.
La primera, San Cristóbal en 22.625 pesetas.
La segunda, Hacienda de Mena en 57.500 pesetas…>>.

Casi finalizando la Cuesta de San Cristóbal se alza orgullosa la Estación de Servicio de Alejandro Herrero Ayllón.
Casi finalizando la Cuesta de San Cristóbal se alza orgullosa la Estación de Servicio de Alejandro Herrero Ayllón.

En los años noventa del siglo XIX e iniciales de la siguiente centuria era el lugar por donde pasaba en sus entrenamientos los famosos “armaos” de la Semana Santa que mandaba el tuerto Eduardo Gilabert.

Apenas veinte años más tarde, la Sociedad Sundheim y Doetsch decide vender la zona, en la que entraba una gran porción del actual Barrio “Reina Victoria”. Así, leemos en “La Provincia” del 4 de diciembre de 1895:

<<Venta de solares en San Cristóbal. Al contado y a plazos. El plazo de distribución de los solares está de manifiesto en la oficina de los señores Sundheim y Doetsch, calle Sevilla, números 28 y 30>>.

En la sesión municipal del 1 de abril de 1916 se trataba de que la Cuesta de San Cristóbal tuviese mayor seguridad con el alumbrado apropiado:

<<…El Sr. Crespo interesó se provea de alumbrado la Carretera de San Cristóbal por estimarla de suma necesidad para aquel vecindario…>>.

En los años veinte y treinta esta Cuesta tomó notable fama de ser peligrosa para la circulación ya que se producían en ella continuos accidentes.

<<En la Casa de Socorro ha sido asistido de la fractura de la clavícula izquierda y de contusiones en distintas partes del cuerpo, Manuel Robles Espada, de 21 años de edad, el cual se cayó en la Cuesta de San Cristóbal de la bicicleta que montaba. El estado del ciclista fue calificado de pronóstico menos grave>>.

El diario “La Provincia” en su edición del lunes 25 de abril de 1927 comentaba un nuevo accidente de circulación en la Cuesta de San Cristóbal:

<<Accidente automovilístico. En la fatídica Cuesta de San Cristóbal, se ha registrado esta mañana un nuevo accidente automovilístico.
Procedente de Moguer y conducido por Francisco Arrayás Gómez, venía hacia Huelva, próximamente a las siete de esta mañana un automóvil ocupado por José Rodríguez Garrido, de 42 años de edad y de estado casado; Rosario Garrido Delgado de la misma edad y casada también y otra mujer con un niño.
Al llegar al mencionado lugar, el coche tuvo una avería a consecuencia de la cual perdió freno, según nos dicen.
Alarmados se echaron a tierra, con el vehículo en marcha, José Rodríguez y Rosario Garrido quedándose ambos en tierra dando ayes de dolor y demandando auxilio.
Mientras tanto el coche continuó su marcha hasta quedar parado de por sí y no porque para ello lograra hacer nada el chófer que al ocurrir la avería había advertido el peligro a los viajeros.
El automóvil, afortunadamente para los que quedaron en él, no llegó a chocar ni volcar.
En otro coche que por allí pasó, fue trasladado a la Casa de Socorro el José por encontrarse más grave que la mujer, haciéndose el traslado de ésta al mismo Centro, en un tercer coche.
Asistidos ambos por el médico de guardia Sr. Rofa, auxiliados por los practicantes señores Díaz, Hernández y Casasola se la apreció al primero una herida contusa de forma estrellada en la región occipital y conmoción cerebral de pronóstico grave; y a la segunda, fractura de la clavícula izquierda y contusión con gran hematoma en el parietal izquierdo, menos grave.
A consecuencia de las lesiones sufridas, José dejó de existir a las once de la mañana, siendo trasladado el cadáver a una casa, donde habita familia del infortunado viajero.
A ella, también se le trasladó el domicilio de unos familiares que en Huelva tiene.
El juez de instrucción Sr. Vázquez Gómez, se personó en la Casa de Socorro practicando las diligencias de rigor.
El chófer ha quedado detenido>>.

En verdad la Cuesta de San Cristóbal no disfrutaba de la protección del Santo que la advocacionaba. Así, el día 7 de octubre de 1929, se producía un nuevo accidente:

<<En la Cuesta de San Cristóbal, sufrió una caída el jornalero Lucas Márquez Gómez, de 40 años de edad, causándose contusiones y erosiones en distintas partes del cuerpo de pronóstico reservado…>>.

26 de diciembre de 1929:

<<También en la Cuesta de San Cristóbal otro ciclista llamado Telesforo García García, sufrió una caída que le produjo la fractura de la extremidad superior del húmero derecho>>.

Estos accidentes de circulación quedaron eliminados en parte con la reducción de velocidad y la señalización de la zona.
El martes 12 de marzo de 1935 “La Provincia” comunicaba un nuevo accidente

<<En la Cuesta de San Cristóbal, un automóvil atropelló al niño de seis años de edad Jesús Toscano Sánchez, causándole contusiones en ambas piernas…>>.

Y una semana más tarde “La Provincia” informaba de nuevo de que se había producido un nuevo accidente en el punto fatídico que historiamos:

<<En la fatídica Cuesta de San Cristóbal.
Vuelca un automóvil, resultando dos hombres heridos de gravedad.
El coche quedó completamente destrozado.
El pasado domingo, sobre las dos de la tarde, volcó en la fatídica Cuesta de San Cristóbal, un automóvil, resultando sus dos ocupantes con lesiones de importancia.
El vuelco, que fue presenciado por numerosas personas que se dirigían al campo a gozar de la esplendidez del día, produjo gran emoción, temiéndose en un principio por las vidas de los viajeros.
Éstos fueron rápidamente auxiliados siendo extraídos de entre los restos del coche, manando ambos abundante sangre por las heridas que presentaban.
Con la prontitud que el caso requería fueron llevados a la Casa de Socorro en un automóvil que pasó oportunamente por el lugar del suceso.
A uno de los heridos llamado Antonio Córcoles Cuerda, de 36 años de edad, transeúnte, agente comercial de profesión, de estado casado, le apreciaron heridas contusas en la región superciliar izquierda, otra en la región molar con desgarro de tejido dejando al descubierto el maxilar, otra en el parietal izquierdo y varias en la cara anterior del cuello y contusiones en distintas partes del cuerpo.
El otro que es vecino de Huelva, con domicilio en la calle Carmen, número 10, llamado José Campos Miró, de 44 años de edad, soltero y natural de Chile, fue curado de heridas en ambos labios y en la lengua con grandes desgarros y de contusiones en la región escapular derecha.
Poco después de ocurrido el suceso, el juez de instrucción empezó a practicar las oportunas diligencias del caso, compareciendo en el lugar de la ocurrencia, y en la Casa de Socorro donde interrogó a los heridos.
El coche que pertenece a la matrícula de Gibraltar número 1980, iba dirigido por su dueño Antonio Córcoles.
Por orden del juez el automóvil fue retirado siendo llevado por los bomberos a uno de los almacenes del Ayuntamiento.
Todos los indicios hacen suponer que el vuelco ocurriera debido a un mal viraje al tomar la curva.
El coche quedó hecho añicos, como ya antes decimos, hundido en la cuneta derecha de la carretera, precisamente en el mismo sitio donde se han estrellado otros automóviles>>.

El día 25 de enero de 1938 un nuevo accidente de circulación se produce en esta peligrosa cuesta. La prensa local así testimoniaba los hechos:

<<En la Casa de Socorro ingresó Luciano Pérez García, del Servicio de Limpieza del Ayuntamiento. Había sido atropellado, en la fatídica Cuesta de San Cristóbal, frente al Barrio Obrero, por un camión de la matrícula de Córdoba, cuyo dueño reside en Isla Cristina. Y tenía, según diagnóstico, conmoción cerebral y visceral; herida contusa en la región frontal; contusiones y erosiones en distintas partes del cuerpo y otras lesiones de primera importancia.
Inmediatamente fue asistido por el director del referido Centro benéfico, doctor Rofa, auxiliado por el practicante Sr. Corona. Y se le trasladó al Hospital Provincial, donde, según nuestros informes, ha dejado de existir.
Por muchos que fueron los esfuerzos de la ciencia y mucho el esmero facultativo, nada pudo conseguirse. Pudo más la gravedad de las lesiones que el camión le produjo al atropellarlo. El desgraciado barrendero falleció. En paz descanse su alma. Y Dios ayuda a su infeliz viuda, digna de protección. Y de que, en justicia se le ayude>>.

En “Perfil Onubense” del diario “Odiel” del día 3 de febrero de 1938, el redactor “Tour” se ocupaba de la peligrosa Cuesta:

<<Hace mucho tiempo, hubimos de ocuparnos de los peligros que ofrecía a los conductores de carruajes, sobre todo automóviles, y aún a los peatones, la cuesta de San Cristóbal, con su curva frente al Barrio Obrero. En la susodicha curva se efectuaron no sabemos qué reformas, pero es lo cierto que no por ello han desaparecido los peligros, especialmente para quienes desconocen el terreno, ya que los desconocedores del mismo pueden prevenirse, aunque no siempre con el éxito perseguido.
Y a propósito del proyecto del ensanche de la Alameda Sundheim se nos ocurre pensar si sería factible la prolongación de la obra hasta aquel punto, con el fin de remediar el mal indicado. Claro es que siempre y cuando ello esté dentro de la competencia del Ayuntamiento. Porque en caso contrario…
Bueno, en caso contrario, trasladamos el asunto allí donde corresponda>>.

El 10 de agosto de 1932 el teniente general don José Sanjurjo Sacanell, desengañado de los dirigentes republicanos (a los que él había puesto en el poder) por darle un cargo, según él, de rango inferior al que tenía (era Director General de la Guardia Civil y le fue dado el cargo de Director General de Carabineros) se ponía al frente de una sublevación en la que sólo tuvo momentánea victoria en Sevilla. Al conocer el citado general que había fracasado su golpe de estado en Madrid, no quiso hacer frente a sus hermanos del Ejército y decidió huir a Portugal.
El general y varios acompañantes alquilan un taxi y consiguen pasar por los controles de Sanlúcar la Mayor, Manzanilla, la Palma del Condado y Niebla.
El gobernador civil de Huelva don Braulio Solsona Ronda recibe llamada telefónica del Director General de Seguridad, don Arturo Menéndez López, ordenándole: “Que bajo ninguna excusa o pretexto, Sanjurjo pueda cruzar la frontera portuguesa”.
A las cuatro de la mañana, se instalan varias patrullas; una de ésta, en la carretera de Sevilla en la Cuesta de San Cristóbal. El general es detenido en la Huerta Mena, frente al barrio Obrero, un poquito más arriba de donde actualmente está la estación de Servicios…
En marzo de 1936 la Cuesta de San Cristóbal seguía estando tan oscura como las fauces de un lobo. Este inconveniente comenzó a tener principios de solución a partir de la sesión del día 11 del referido mes:

<<…El Sr. Carrillo interesó se gestione de la Compañía Sevillana de Electricidad la colocación de luces desde la Cuesta de San Cristóbal hasta la barriada de Valbueno, acordándose así…>>.

En la sesión del día 6 de mayo de 1936 quedaba aprobada la iluminación del citado trozo, si bien la Compañía Sevillana de Electricidad debía poner algo de su parte:

<<…Se dio cuenta de moción del Sr. Lozano proponiendo: Primero, se dote de alumbrado público el trozo de carretera de Huelva a Alcalá de Guadaira conocido con el nombre de Cuesta de San Cristóbal, esquina al barrio obrero de la Compañía de Río-Tinto hasta la barriada de Valbueno, y segundo, que se faculte al alcalde y al concejal delegado de los servicios eléctricos para que hagan una gestión con el director de la Compañía Sevillana de Electricidad a fin de conseguir la cesión de postes con lo que quedaría reducido a la mitad el resto de la instalación que, se calcula en unas tres mil pesetas…>>.

En la sesión municipal del 20 de mayo de ese mismo año, los señores Gómez Roldán y Lozano exponían que como consecuencia de las gestiones llevadas a cabo en virtud de acuerdo capitular con la Compañía Sevillana de Electricidad habían convenido con el Sr. director de la misma que:

<<…la Compañía Sevillana de Electricidad cede al Ayuntamiento todo el material para dotar de alumbrado el trayecto comprendido entre la Cuesta de San Cristóbal y el barrio de Valbueno y el camino de Montrocal; excepto los postes que serán de cuenta del Ayuntamiento…>>.

En el diario “Odiel” del día 4 de julio de 1939 un nuevo accidente se circulación en esta Cuesta se sumaba a los ya ocurridos en la misma:

<<Vuelca un auto y resulta herido un hombre. En la Cuesta de San Cristóbal volcó un automóvil. Y a consecuencia del vuelco resultó herido Fernando Medina Conejero, de cincuenta años de edad y de oficio mecánico.
En la Casa de Socorro se le prestó asistencia, apreciándosele una herida contusa en el dorso de la mano derecha y otras en distintas partes de la otra. Pronóstico leve>>.

En los años cincuenta del siglo pasado se realizaron diversas reformas que dieron como resultado una mayor seguridad para vehículos y peatones. No obstante, en las últimas décadas un autobús de “Entusa” terminó volcado sobre el Barrio “Reina Victoria”.

2 comentarios en «La histórica y peligrosa cuesta de San Cristóbal»

  1. yo he visto, como un coche, -años 60-, quedaba con las cuatros ruedas arriba, a la altura de la Escuela Maestría Industrial -hoy juzgados-, derrapó en la curva.

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