S. D. Carolina Marín, sufriendo, tirando de oficio, aguantando un chaparrón final de una rival que nunca jamás se entregó, sobreponiéndose a la pérdida de hasta ¡¡¡6 volantes de partido!!!, consiguió el triunfo en el Open de Hong Kong ante la japonesa Nozomi Okuhara, en un partido que sin ser del todo brillante, tuvo toda la emoción del mundo. El marcador lo dice todo: 21-17, 18-21 y 22-20, después de 1 hora y 24 minutos en la cancha.
Birmigham, Kuala Lumpur, Sidney, Yakarta, París y ahora Hong Kong. La pica en Flandes, o lo que es lo mismo las ciudades donde Carolina Marín ha ganado este año 2015 que, en circunstancias normales, se cerrará con la de Huelva en lo más alto del ránking mundial. Ya lo está, incluso con su victoria de este domingo, la sexta del año, ha conseguido acceder también al número 1 del ránking de los Superseries, que en diciembre dará el carpetazo con la Final en Dubai. Y allí Carolina, como no, irá como favorita.
El desenlace del tercer set fue el ejemplo claro de lo que fue el partido. Lo tuvo Carolina con un claro 20-14, incluso casi levanta los brazos en señal de victoria en el punto que iba a cerrar el set y el partido, pero el volante se quedó en la red. De ahí al final, arreón de Okuhara, nervios… pero final feliz.
Hasta llegar ahí pasaron cosas. Porque ya en la primera manga quedó reflejado el equilibrio que marcó el desarrollo del partido. Carolina Marín salió con fuerza, dispuesta a decantar la manga a su favor cuanto antes y logró la primera renta de salida (3-0), pero sin poder despegarse en el marcador de una jugadora nipona que también demostró el porqué estaba en la final. Las dos alternaron aciertos y errores, y aunque al intervalo la onubense siguió al frente (11-9) la tónica del set indicaba que nada estaba decidido. La igualdad tuvo su mayor expresión con el empate a 16, por lo que quien tuviera más templanza se podía llevar este primer asalto. Fue, como no, Carolina la que de nuevo con otro parcial de 3-0 dio ese saltito necesario para apuntalar la victoria parcial por 21-17.
La segunda manga también comenzó con mucha igualdad, con dos jugadoras muy firmes y alternándose a la hora de lograr buenos puntos. Fue tras el 4-4 cuando Nozomi Okuhara dio el arreón que, a la larga, le dio la victoria en el set, colocándose con una ventaja de 4-7, llegándose al intervalo con 6-11, que hacía presagiar las dificultades que iba a encontrar la onubense para apuntarse la manga. Lo peor para Carolina fue que Okuhara se fue yendo más arriba aumentando su ventaja hasta los siete puntos: 7-14. Se vivió ahí un punto de inflexión en el set que a punto estuvo de acabar con volteo final. No fue así, aunque Carolina llegó hasta a empatar a 17 y 18, la japonesa esta vez sí jugó mejor el tramo final del set y se lo apuntó por 18-21. Era el primero que perdía Carolina Marín en este torneo, como justo hay que decirlo, el que se apuntó antes la onubense fue también el primero que perdía la japonesa.
Y llegó el increíble tercer set. Tuvo ventaja inicial Okuhara, henchida de moral por su victoria en el parcial anterior (0-2 y 1-4); igualó Carolina Marín a 5; volvió a despegarse un poco la japonesa (5-8); y otra vez Carolina hizo de las suyas volteando el marcador (11-9). Pudo ser el principio del fin. Es más, fue el principio del fin aunque el desenlace ‘hitchconiano’ apuntara otra cosa.
Como el torbellino que suele ser, la onubense aplicó ‘modus número 1 mundial’ para asestar el golpe definitivo al set, eso sí, ignorando todos en ese momento que para morder la medalla de oro al final aún tenía que masticar mucho. Ya el 16-9, con ese parcial acumulado de 5-0 tras el intervalo, y de 11-1 desde la anterior y última mayor renta de la nipona, dejaba pistas de lo que podía acontecer, y que no era otra cosa que el triunfo de Carolina. Que levantó los brazos con 20-14 en un punto que era el definitivo. No lo fue, y empezó ahí una travesía en el desierto hasta encajar un inesperado 0-6, que dejó el partido con un empate a 20 no aptos para aquellos que han enfermado del corazón. Fue ahí, en el corazón de la pelea, cuando Carolina escribía renglones torcidos, cuando surgió la raza y ese puntito de astucia, de oficio, de veteranía. Vio una amarilla -luego dijo que por los nervios-, pero ese parón le dio ese segundo/tercer aire para acabar de masticar una victoria que se le complicó, pero que a la postre fue suya: 22-20.
Fue un brillante punto final a un gran torneo. Que le ha proporcionado amarrar un poco más el primer puesto en el ránking mundial, y además, alcanzar también el número 1 en el ránking de Superseries para Dubai, a donde llegará con seis triunfos en esa carrera de los Superseries, dos de ellos Premier. Así es Carolina.
