Protegen el Real de la Almadraba de Nueva Umbría como Lugar de Interés Etnológico

Imagen aérea de la Almadraba de Nueva Umbría.
Imagen aérea de la Almadraba de Nueva Umbría.
Imagen aérea de la Almadraba de Nueva Umbría.

Redacción. El Consejo ha acordado inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, con la tipología de Lugar de Interés Etnológico, el Real de la Almadraba de Nueva Umbría, en Lepe. Los restos de este complejo dedicado a la pesca del atún rojo, que permaneció activo hasta 1963, constituyen uno de los mejores testimonios del sistema productivo almadrabero del litoral atlántico andaluz.

Situado en el Paraje Natural de las Marismas del Río Piedras y Flecha del Rompido, el Real fue construido por el Consorcio Nacional Almadrabero para albergar a los trabajadores y mandos durante la temporada de capturas, que se iniciaba en febrero con las tareas preparatorias y concluía en septiembre con el desmontaje y los trabajos de protección del material.



El bien delimitado abarca tanto las instalaciones del Consorcio –el denominado ‘Real Nuevo’– como las que albergaron la carpintería de ribera aprovechando otro complejo cercano conocido como ‘Real Viejo’ o ‘Casas de Carranza’, así como el camino que comunica ambos recintos. El régimen de protección incluye un catálogo de actividades permitidas y prohibidas que completan las de tipo medioambiental que ya rigen para el paraje natural en el que se ubica.

El complejo de Nueva Umbría se organiza de modo casi militar (la etimología de ‘real’ es la voz árabe ‘rahál’, campamento) en torno a tres áreas: la de trabajo y almacenamiento, la administrativa y la residencial y de servicios. El primero de estos espacios se destinaba básicamente al almacenamiento, mantenimiento y reparación del arte y los pertrechos, así como al embarcadero de la ribera del Piedras, de donde partían las naves hacia la almadraba. Está integrado por una nave; un edificio para la fabricación del alquitrán que conservaba el material de la almadraba; un escurridero donde se realizaba esta labor de alquitranado, y zonas sin edificar para otros trabajos. El procesado se realizaba fuera del Real, en las cercanas industrias de Ayamonte e Isla Cristina.


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El área de habitación constaba de once barracones, de los que nueve se conservan. Se trata de bloques de viviendas de planta rectangular y desarrollo longitudinal, que albergaban a los almadraberos y sus familias, además de servicios como la barbería, la escuela o el botiquín. El conjunto refleja la jerarquización y estratificación social del sistema productivo de la pesca del atún, con edificaciones diferenciadas según las distintas categorías de trabajadores y una ‘Casa de los Solteros’ para los inmigrantes temporeros que venían de otras zonas españolas, principalmente de Valencia.

Finalmente, en el área administrativa se situaba la ‘Casa del Capitán’ o arráez de la almadraba, uno de los edificios más nobles del conjunto. Dividida entre vivienda y oficinas, se sitúa en una posición estratégica y cuenta con una torre vigía que permite el control visual sobre la ría, el resto del Real y las propias instalaciones pesqueras caladas frente a la costa oceánica de la flecha de El Rompido.

Precedentes. El Real de Nueva Umbría ocupa una localización en la desembocadura del río Piedras que, con ligeros desplazamientos, ya fue utilizada durante siglos para la conocida como Almadraba del Terrón, cuyas primeras noticias datan de principios del siglo XVI y se vinculan a los duques de Medina Sidonia. A ella se debe la aparición de núcleos como El Rompido, destinados a albergar a la creciente población de trabajadores temporeros.

A partir de 1743, por influencia portuguesa y con la participa-ción de técnicos catalanes y valencianos, esta antigua almadraba adoptó la modalidad de buche que después se utilizará en la de Nueva Umbría, consistente en la combinación de redes móviles y de estructura fija (la monteleva típica del Levante español).

Tras la abolición del monopolio de la Casa de Medina Sidonia en 1817, la actividad se mantuvo boyante durante todo el siglo XIX. A principios de la siguiente centuria comenzó a manifestarse un descenso de capturas y en 1928 se constituyó el Consorcio Nacional Almadrabero, basado en contratos entre el Estado y los empresarios conserveros del suroeste peninsular para racionalizar el sector y defenderlo de la competencia externa, principalmente italiana.

Entre sus primeras iniciativas figuraron la creación de los centros de producción y poblamiento de Nueva Umbría y Sancti Petri (San Fernando, Cádiz), así como el refuerzo de las instalaciones de Barbate (Cádiz). Durante su funcionamiento hasta 1963, la almadraba de Nueva Umbría se situó entre las tres primeras del Consorcio por capturas de atún rojo.

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