Juan Carlos Jara. La manifestación celebrada hace unos días a favor del Recreativo ha generado, como suele ser habitual en este tipo de convocatorias, comentarios contrapuestos. El argumento más utilizado entre quienes no comparten la puesta en escena de la protesta suele centrarse en la existencia en nuestra sociedad de otras necesidades, valoradas por ellos como más perentorias y que, al parecer, deberían ir por delante de la petición de un futuro mejor para el decano del fútbol español.
No voy a discutir las muchas carencias que Huelva aún tiene pendientes de resolver e incluso me niego a establecer un orden de prioridades entre ellas, pero estoy completamente de acuerdo en que existen en esta hermosa tierra numerosos argumentos que justificarían, en igual o mayor medida que la del pasado día 22, la concentración ciudadana en nuestras calles. Desgraciadamente, las principales demandas históricas de la sociedad onubense a sus dirigentes continúan en el aire, aún siendo muy repetidas, desde hace ya demasiadas décadas. Y sí, claro, yo puedo entender que para muchos existan problemas más importantes y urgentes que la conservación de una seña de identidad tan evidente como el decanato del fútbol, deporte de referencia y generador de grandes movimientos económicos y de un considerable flujo turístico, pero me pregunto por qué esas personas que así lo consideran tampoco ofrecen respuestas contundentes ante dichas carencias de mayor relevancia.
Encuentro muchos motivos que bien podrían propiciar una manifestación masiva en nuestra ciudad, pero no acabo de ver que nos pongamos a ello. ¿Por qué podríamos lanzarnos a la calle? ¿Por la contaminación, por ejemplo? Nos dicen que no porque los puestos de trabajo son más importantes que la salud y les hacemos caso. ¿Por los fosfoyesos? Dirán que no porque ahora van a taparlos. ¿Por una carretera que una Huelva con Cádiz? No, por Dios, que en ese rinconcito de la provincia -en otros ya sabemos qué ocurre- la naturaleza sí está por delante del desarrollo. ¿Por un aeropuerto? No, no es necesario porque, comentan, ya hay uno en Sevilla y otro en Faro. ¿Por el AVE? Tampoco porque nos basta con unas pocas mejoras en el tren ya existente. ¿Por la línea férrea con Extremadura? Para nada, que nos cuentan que apenas tiene demanda. ¿Por el muelle de Riotinto? Total, si lleva mutilado más de 40 años y no da de comer. ¿Por los famosos tres puentes a Punta Umbría? No, hombre, que el que hay no está tan mal, aunque esté a oscuras. ¿Por el deterioro de los jardines? ¿Por las cacas de los perros? ¿Por el abandono de El Conquero? ¿Por la falta de rehabilitación de edificios? ¿Por unos trenes de cercanías?…
En fin. Huelva no encuentra motivos para manifestarse y, cuando los encuentra, siempre hay otros que deberían estar por delante. Y el caso es que repaso estadísticas y me sorprende que nuestra prudencia a la hora de exigir todo eso que antes enumeraba no nos haya proporcionado, como premio de nuestros políticos a nuestra paciencia, el liderazgo en tasas de empleo, en renta per cápita, en número de jóvenes trabajando… Será por aquello de que Huelva es un lugar maravilloso y, claro, pensará más de uno que para qué necesitamos nada más.
