El trabajo de las cooperativas permite que la vid siga aportando riqueza y biodiversidad a Doñana

Josefa González Bayo, a la cooperativa Agroalimentaria Virgen del Rocío
Josefa González Bayo, a la cooperativa Agroalimentaria Virgen del Rocío
Josefa González Bayo en la cooperativa Agroalimentaria Virgen del Rocío.

Redacción. La delegada territorial de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Josefa González Bayo, ha ensalzado la pujanza de la cooperativa Agroalimentaria Virgen del Rocío de Almonte y su esfuerzo denodado para “reinventarse”, porque, con ello, “desde un contexto de dificultades, ha asentado las bases para que los cultivos tradicionales de secano, como la vid y el olivo, no dejen de aportar riqueza ni de contribuir a la preservación de la biodiversidad de Doñana o, lo que es lo mismo, futuro”. Éste es el mensaje que la responsable de este departamento de la Junta de Andalucía en Huelva ha trasladado a su consejo rector durante una visita en la que ha recorrido, junto a la alcaldesa de la localidad, Rocío Espinosa, “unas de las instalaciones más modernas y tecnificadas de toda la geografía onubense”.

Agroalimentaria Virgen del Rocío SCA, que nació en el año 2000 tras la fusión de las cooperativas Nuestra Señora del Rocío (1957), Blanca Paloma (1961) y San Isidro Labrador (1971), aglutina en estos instantes a 250 socios y unas superficies de 300 hectáreas de viñedo (todas amparadas por el paraguas de la Denominación de Origen Condado de Huelva) y otras 3.000 de olivar. Produce al año en torno a 2,5 millones de kilos de uva (en su mayoría, de la variedad zalema), de los que manan hasta 2,1 millones de litros de vino; y unos 2,5 millones de kilos de aceituna, de los que dos millones se destinan a aceituna de mesa y el resto a la producción de aceite de oliva virgen extra. Todo ello, para alcanzar una facturación anual de alrededor de 4,5 millones de euros y un volumen de empleo cifrado en unos 25.000 jornales.


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Josefa González Bayo ha aplaudido, en este sentido, el “tesón, la lucha infatigable, el asociacionismo, la concentración de la oferta, la innovación y la producción de un vino y un aceite de oliva ecológico y de la máxima calidad”. Un camino que, como ha continuado la delegada territorial, sitúa a esta cooperativa en la primera línea para superar los retos del relevo generacional y la comercialización, porque “tenemos que conseguir la incorporación de los jóvenes al campo, porque es una salida para ellos y porque con ellos vienen nuevas ideas de negocio, y que estos caldos y este oro líquido que nacen del corazón de Doñana se consoliden en los mercados, desde el local hasta el nacional y el internacional”. En los mismos términos se ha pro-nunciado Rocío Espinosa, quien ha incidido en la necesidad del mantenimiento de estos cultivos tradicionales, porque es sinónimo de desarrollo económico sostenible y de preservación del paisaje.

La cooperativa, de hecho, dentro de su vocación por la moderni-zación, ha mejorado en los últimos años su infraestructura con la incorporación de depósitos de acero inoxidable y nuevas líneas de envasado. Así, la fermentación del vino se realiza, íntegramente, bajo temperatura controlada, con lo que se mantienen, según ha explicado el presidente de la entidad, Antonio Ramos, “los aromas tradicionales de nuestra uva”. De igual modo, Agroalimentaria Virgen del Rocío está certificada para la elaboración de vinos ecológicos, un punto en el que, dentro de su catálogo, destaca el tinto joven ecológico comercializado bajo la marca Matalagrana, sin olvidar otros como el primer espumoso andaluz Raigal, que comparte denominación con el Raigal joven afrutado, o los vinos Tejares. La aceituna de mesa, por su parte, va dirigida en su totalidad a la industria de la aceituna verde, mientras que todo el aceite de oliva virgen extra es envasado en sus instalaciones y lanzado al mercado bajo el nombre Blanca Paloma.


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Doñana Fresa. La delegada territorial de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Josefa González Bayo, también ha resaltado la apuesta por la diversificación de la cooperativa Doñana Fresa de Almonte, que, con 18 socios, ha reorientado su producción de frutos rojos, en especial en el último lustro, hacia un creciente peso del cultivo de la frambuesa. Así, con una superficie de 75 hectáreas, comercializa en torno a un millón de kilos de fresa y 800.000 de frambuesas por campaña que tienen como destinos principales Francia, Alemania e Inglaterra (entre el 50 y el 60 por ciento). El resto parte rumbo hacia Suiza, Austria y los países nórdicos frente a un 5-8 por ciento que se queda en el mercado nacional. El resultado, una facturación anual de siete millones de euros y la generación de 70 puestos de trabajo en el almacén y otros 600 en las labores de recolección.

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