Fermín Cabanillas. En 1670, por razones que no están guardadas en ningún papel, veía la luz un bar en Sevilla, ‘El Rinconcillo’ que en 345 años nunca ha dejado de abrir sus puertas, todo un abuelo de los bares hispalenses que, desde el pasado fin de semana, tiene un nuevo nieto, llamado ‘Va de Tapas’.
Entre la apertura de uno y otro han pasado casi tres siglos y medio, desde que la Sevilla de Bartolomé Esteban Murillo vio nacer el bar de la calle Gerona, hasta que la actual ciudad ha alumbrado al recién nacido en la calle Finlandia el pasado fin de semana, uniéndose a los 6.000 establecimientos que, aproximadamente tiene la ciudad entre bares y restaurantes.
Curiosamente, la crisis económica presidía el panorama hace 345 años, cuando abrió ‘El Rinconcillo’, derivada de la epidemia de peste que dejó la ciudad, de 130.000 habitantes, en 70.000, con el mérito añadido de que Sevilla se convirtió en lo que se denominó una ciudad-convento, con 45 monasterios de frailes y 28 conventos femeninos, pero el bar de la calle Gerona nunca, hasta hoy, cerraría sus puertas.
Carlos de Rueda, junto a su hermano Javier, es el actual gerente, tras haber heredado la actividad familiar de los últimos 200 años, «y tras muchas remodelaciones a lo largo de la historia para adaptarse a los usos y costumbres de la hostelería. Incluso, hace unos 40 años era un bar con tienda de ultramarinos adosada, típica de la época», explica a Efe.
Con la llegada de los supermercados actuales desapareció la tienda y quedó la imagen actual, con unos impresionantes muros que proceden de la reforma que se hizo en el bar en 1923, «con idea de prepararlo para la Expo de 1929, que iba a ser antes de ese año, y fue el que, finalmente, lo convirtió en un típico bar regionalista».
Lo que sí señala Rueda es que muchos clientes aprecian el lugar donde se encuentran, y se envuelven en la historia del bar, sobre todo porque «quedan pocas cosas de esa época, y es muy difícil que un negocio pase de generación en generación, porque para eso lo tiene que querer trabajar el que viene por detrás, y solo quedan en Sevilla cuatro o cinco negocios que tengan más de cien años».
La de hoy no es la crisis económico de 1670, sobre todo por el matiz de la epidemia que la arropó, pero también en un momento complicado ha nacido ‘Va de tapas’, el último bar abierto en Sevilla, el pasado viernes, «en una ciudad en la que hay muchos bares, y donde hay que ser consciente de que, u ofreces algo sumamente original, o no va a funcionar».
Lo explica a Efe Antonio López, cocinero del recién nacido establecimiento en la calle Finlandia, en el barrio de Los Bermejales, donde este experimentado profesional defiende que «es el momento de empezar de nuevo a resurgir los bares de tapas, los de siempre, porque se han montado muchos, pero hay que buscar un negocio diferente con distintos conceptos de cocina siempre para poder defenderse».
Con todo, al final lo que vale es la calidad de la cocina y el servicio, y dicen los que han pasado por el bar que nadie puede irse de la calle Gerona sin probar sus espinacas o su pavía, mientras que en la calle Finlandia es un pecado salir de sus cuatro paredes sin el sabor del lomo de retinto o pedir la carta «saludable», que han puesto sobre la mesa para integrarse en el circuito de running que está en sus inmediaciones.
Por ahora, Antonio López se muestra satisfecho de los tres primeros días de trabajo de su bar, igual que sus compañeros de ‘El Rinconcillo’ pueden hacer lo mismo de sus primeros 125.925 días de labor.
Han pasado de una cerveza servida a Murillo y sus coetáneos mientras comentaban las gestiones de Carlos II o las guerras con Portugal e Inglaterra, a la era en la se pide la clave de la wify con la bebida y Antonio López prepara un menú para celíacos si se lo piden, algo casi de brujería para nuestros antepasados de hace 345 años.