Ana Rodríguez. Quienes, a pesar de la lluvia, no dudaron en pasear por las calles del centro de la capital onubense las tardes-noches de este puente de Todos los Santos, seguro que se percataron de la presencia de un hombre vestido de negro, con capa a juego, y un esqueleto dibujado en el frontal de su atuendo. Se fijaron en él, no por el disfraz en sí -si abundan algo en estos días son personas de esta guisa-, sino por el nutrido grupo de gente que le seguía a todas partes, medio centenar de personas recorriendo distintas vías y haciendo paradas frente a edificios que, aparentemente, nada tienen de particular.
El hombre de negro era Diego Vázquez, gerente de Platalea, empresa cultural que aprovechando la festividad del 1 de noviembre organizó una ruta por la ‘Huelva Encantada y Misteriosa’. Una actividad que ha tenido un enorme éxito de participación y que permitió a sus asistentes, durante tres horas, hacer un viaje a través de historias y leyendas de fantasmas de Huelva. Pero cabe destacar que no sólo de rumores se habló, también hubo testimonios reales contados en primera persona, representaciones teatrales, visitas a edificios donde a día de hoy aún se registran episodios extraños y, como no, una amplia clase sobre cultura e historia onubense, descubriendo detalles y datos sobre personajes y lugares de nuestra tierra.
El punto de encuentro y primera parada de la ruta era la Plaza del Titán (arriba de El Corte Inglés), un espacio donde algunas personas han asegurado ver el fantasmas de un escocés, con su falda a cuadros incluida. El origen de esta historia, como bien explicó Vázquez, hunde sus raíces en el pasado de este lugar, donde hoy se eleva el centro comercial Costa Luz, y que en tiempos fue uno de los hospitales que los ingleses edificaron en la capital.
Y es que, casi todos los fenómenos paranormales y las leyendas de fantasmas tienen su origen en lugares donde la muerte o el sufrimiento han hecho mella en las personas. Es el caso del hospital Manuel Lois, parada obligada y uno de los casos más famosos de apariciones en Huelva, que ha atraído para su estudio a investigadores de lo extrasensorial. En su cuarta planta dicen que habita la conocida como ‘dama blanca’, un espacio en el que los perros no se atreven a entrar, un edificio que ha sufrido varios incendios extraños y en el que un bombero afirma haber intentado salvar a una persona cuando el bloque estaba completamente vacío.
«Por cierto, ¿saben ustedes quién era Manuel Lois?», pregunta Diego al público. Un pequeño con menos de una década de vida, Mario, levanta la mano: «un marinero que dio su vida para salvar a sus compañeros». En resumen, es así, aunque Vázquez explica la versión completa para no dejar al público in albis.
Sigue el recorrido por la ermita de la Soledad, por cuya trasera, en el antiguo barrio que allí se erigía, murió la niña del pozo. Es momento también de hablar de Alonso Sánchez, el prenauta y de Miguel Hernández, quien algunos aseguran estuvo supuestamente escondido en el templo onubense antes de ser apresado en Rosal de la Frontera.
Tras relatar una divertida anécdota sobre fantasmas en la rotonda dedicada a Juan Ramón Jiménez en el Conquero, el convoy de curiosos se dirigió al actual campus de La Merced, anteriormente convento y hospital de las Mercedarias. Un acuerdo con la Universidad de Huelva ha hecho posible incluir la visita al interior de este espacio dentro de la ruta, lugar en el que a día de hoy el personal de limpieza del edificio asegura que sigue viendo a una monja vagar de noche por los pasillos en compañía de un niño.
Camino de la Plaza de San Pedro para recordar el 260 aniversario del terremoto de Lisboa, narrado en sus textos por el vicario Antonio Jacobo del Barco, el grupo hizo parada en la sede de Cruz Roja. En este enclave, sito en la esquina de la calle Aragón con el Paseo de Buenos Aires, uno de los participantes quiso compartir su experiencia cuando hace años realizaba allí la prestación social, confirmando las leyendas sobre ascensores que suben y bajan sin que se los llame y ruidos de puertas y pasos cuando nadie había en todo el edificio.
La hilera de historias narradas magistralmente por Diego Vázquez continuó a las puertas de la que había sido casa del doctor Francisco Vázquez Limón, en la calle la Fuente, posteriormente convertida en el bar Candilejas y ahora cerrada al público; la Casa del Diablo o actual sede del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Huelva en la calle Palos de la Frontera y el convento de las Madres Agustinas, en la Plaza de las Monjas.
El recorrido por esta Huelva misteriosa y encantada de Platalea culminó en la calle Rico, en concreto en la actual sede del Instituto Andaluz de la Juventud, que en tiempos albergó el Conservatorio de Música y también la clínica del doctor Sanz de Frutos. Aquí aún suceden fenómenos extraños, según explicaba el guía, quien relató el escalofriante testimonio de un hombre que, al ir al baño, se quedó paralizado al observar en el pasillo a un anciano que traspasaba una vidriera y luego giraba la cabeza para quedarse mirándolo fijamente.
Otra de las historias más conocidas de este edificio, de gran belleza arquitectónica, y cuyo relato no faltó, es la protagonizada por el entonces director del Conservatorio. Una noche, cuando ya se iba a casa, el hombre escuchó la música de un piano en el Salón de Chimeneas. Entró para ver quién estaba tocando y, al abrir la puerta, el sonido paró, la tapa del piano cayó y se percató de que estaba solo.
La actividad culminó con una lectura de poemas, seleccionados para la ocasión, que Diego Vázquez leyó en el patio interior de la sede del IAJ, y que los participantes escucharon atentos. Palabras sobre ambos mundos, el conocido y la gran incógnita que a todos nos espera tras la muerte. Una duda por la que se cuelan fantasmas que, además de encogernos el corazón, nos hacen pensar que hay vida después de esta vida.